“Se puede engañar a parte del pueblo durante todo el tiempo,
se puede engañar a todo el pueblo durante parte del tiempo,
pero no se puede engañar a todo el pueblo durante todo el tiempo”
Abraham Lincoln
Ahora, en pleno invierno, ahora tras el largo invierno de la Patria, surgen las primeras hojas que anuncian la esperada primavera. Se ve el verde tímido asomar en las marchas que crecen y crecen. Se ve en la indignación de los más jóvenes, que miran con dura desconfianza a los mayores que les heredan una educación en ruinas. Se ve en los vecinos que salen a apoyar con cacerolas la marcha no permitida.
Durante más de dos meses los secundarios han tenido tomados más de cien liceos. Durante más de dos meses los universitarios han parado sus escuelas y han salido a la calle una y otra vez. Y la respuesta que han recibido sólo consiste en maquillaje del mismo sistema, en ampliar las maneras para endeudarse con la banca, en ofrecer dinero temporal a las universidades sin tocar en ningún aspecto la forma en que se les obliga a financiarse desde hace treinta años.
Los políticos, rechazados por el setenta por ciento en las encuestas, buscan “salidas” para la situación, y para SU situación. El gobierno tienta con ofertas bajo la mesa a los que cree que tiene más cerca. Y las bases del movimiento estudiantil rebasan una y otra vez a los que tímidamente proponen negociar.
Dos meses es mucho tiempo en un año académico. Los pesimistas hablan de desgaste y de “perder el año”. Pero los estudiantes siguen rabiosamente, esperando que se abra alguna puerta realmente, esperando no naufragar una vez más en la manipulación, en el engaño de las fórmulas mediáticas que no tocan lo esencial, en el interés de los ambiciosos que sólo buscan llegar en mejor posición a las próximas elecciones.
Ahora es el momento de que Chile apoye a sus jóvenes. Ahora es el momento de que vayamos más allá del apoyo pasivo, de la simpatía lejana, de los buenos deseos. Es el momento de salir a la calle. Cada uno en la medida de sus posibilidades. Cada uno con el gesto mínimo o grande que tenga a su alcance. Se pueden tocar las cacerolas al calor de las barricadas, otros tratarán de juntarse pacíficamente en las esquinas, habrá quien salga sólo a la puerta de su casa o quiera tocarlas desde la ventana de su departamento. Todos deben ser bienvenidos. Debemos reconocernos todos, unos a otros, en un propósito común.
Las grandes mayorías siempre quieren la paz. Pero incluso la paz tiene un límite. Hay que decirle no a la violencia a la que nos obligan bajo el nombre mentiroso de “paz”. La violencia es viajar amontonados en los buses sólo porque los contratos se hicieron para favorecer a los empresarios. La violencia es esperar en los consultorios porque todo lo que se invierte en salud pública no es sino para favorecer a los que comercian con la salud. La violencia es endeudarse para poder estudiar con créditos que el Estado avala sólo para favorecer a los dueños de los bancos. La violencia es que los ricos puedan evadir cómodamente los impuestos para que luego nos digan que “los recursos del Estado son escasos”. La violencia que es tolerar que las riquezas de todos los chilenos hayan vuelto a manos del capital extranjero. Tenemos derecho a oponernos a toda esa violencia.
¡Álzate Chile! No estamos condenados a seguir teniendo estos “representantes” que no nos representan. No estamos condenados a tolerar la usura financiera de las casas comerciales. No estamos condenados a una Constitución que facilita con toda clase de resguardos el interés de los más ricos y está llena de vaguedades no exigibles cuando se trata del interés de las grandes mayorías.
¡Álzate Chile! La única salida real para nuestros estudiantes es que se asegure constitucionalmente que el Estado es responsable de entregar educación gratuita a todos los sectores, en todos los niveles. La única salida para la miseria en los hospitales es que se asegure constitucionalmente que ni un peso del Estado vaya a parar a los que lucran con la salud. La única salida es que se asegure constitucionalmente que las riquezas de nuestro subsuelo son inalienables, que no pueden ser entregadas al lucro privado, que deben ser explotadas en beneficio de todos los chilenos.
¡Álzate Chile! No dejes que la policía abuse de tus hijos. No dejes que los políticos se arreglen entre ellos. No dejes que la salud, la educación, la cultura, sean trofeos de mercado. No dejes que la letra chica y el interés compuesto de las tarjetas de crédito te amarren a la vergüenza.
Queremos paz. Pero ya es hora de cansarse de estimar más la tranquilidad que la dignidad. Es hora de cansarse de aceptar las mentiras que todos sabemos que son mentiras, las sonrisas para la cámara que todos sabemos que son sólo para la cámara, la letra chica donde borran todo lo que nos prometieron con grandes palabras. Es hora de explicitar en voz alta que no les creemos. No pueden engañar a todo el pueblo todo el tiempo. No pueden violentar a todo el pueblo todo el tiempo. Queremos paz. Pero es hora de decir basta. Y no debe haber paz mientras no muestren que están dispuestos a hacer algo real, algo que devuelva efectivamente a los ciudadanos sus derechos escamoteados y empobrecidos por los que han gobernado sólo para favorecer a los grandes empresarios.
En pleno invierno empieza a asomar la primavera de Chile. Todos, cada uno en la medida que pueda, con los más mínimos y los más grandes gestos acumulados. Sumar, empujar, sumar, empujar. Que nadie quede sin poner su grano de arena, y que nadie quede sin ser reconocido por ello. Vecina, vecino, busque la manera. Estudiante, profesor, padres, convoquemos de la forma más amplia posible.
¡Álzate Chile! ¡Somos capaces de hacer real la primavera!
Carlos Pérez
Profesor de Física
Agosto de 2011.-Una mirada no convencional al neoliberalismo y la globalización