Revista Cine
El 23 de octubre pasado, coincidiendo con la SEMINCI, se inauguró en el Patio Herreriano de Valladolod la exposición Otras Miradas de Carlos Saura, cuyo comisario es Asier Mensuro. En ella se exponen fotografías, dibujos, objetos y otro material, casi todo inédito, perteneciente a Saura. Esta exposición se clausurará el 7 de enero del año que viene, pero afortunadamente, viajará a León, Madrid, Coruña, Zaragoza y Gijón. Para aquellos que, como yo, me temo que no tendremos la ocasión de verla en esas ciudades, la Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales ha editado, con la colaboración de la Obra Social de Caja España, un catálogo que, en diez capítulos (Historia de España; Violencia y muerte; Música y danza; Las mujeres; Carlos Saura fotógrafo; La silueta y la sombra; Retratos en el espejo; Carlos y Antonio Saura; Carlos Saura y el cine; Io, Don Giovanni), presenta una recopilación de la producción gráfica del cineasta que incluye fotografías, bocetos, dibujos, acuarelas, y fotosaurios. Además el volumen incluye una biografía de Carlos Saura y tres artículos, uno de Asier Mensuro «Artificio en la obra de Carlos Saura», un interesante y revelador análisis de la obra de Saura y las artes plásticas; otro de Roberto Cueto «Saura, la música y el espejo», evidentemente sobre la música, escrito con la habitual solvencia de Cueto; y por último el tercero escrito por mí «El realismo reflejado. El espacio en Carlos Saura», como indica su título, sobre las relaciones de la obra de Saura con la arquitectura. Reproduzco a continuación el inicio de mi artículo En Orfeo, dirigida por Jean Cocteau en 1950, el protagonista (Jean Marais) discute con la Muerte (María Casares) y dice: «Los espejos harían bien en reflexionar más». En Deux fois cinquante ans de cinéma français (Anne-Marie Miéville y Jean Luc Godard, 1995) se puede leer dos veces una frase similar: «Les miroirs feraient bien de réfléchir avant de renvoyer une image» (Los espejos harían bien en reflexionar antes de devolver una imagen).
Primero sólo reflexionar y después hacerlo, pero antes de reflejar lo que se pone delante de ellos, como si un espejo tuviera raciocinio y vida, y además pudiera tener opciones antes de cumplir con una función que parece ser sólo la de reproducir un espacio real en un plano. Reproducir la realidad, pero no lo olvidemos, ante todo, cambiando lo que está en la derecha por aquello que está en la izquierda, con esta premisa, la pregunta es si se puede tener la completa seguridad de que lo reflejado es la realidad. Hay que mirarlos de otra forma, haciendo que pierdan su cotidianidad y aprender a dudar del espacio que reflejan.
El espejo tiene otra particularidad, como decía Carlos Saura: «antes un dibujante realizaba una escena y no sabía muy bien si era totalmente cierta o no. La fotografía, en cambio, es terrorífica en ese aspecto: refleja y detiene la realidad en en un segundo. El espejo es como el cine, desaparece, la fotografía queda para siempre, ¡es mágica!». Efectivamente, lo reflejado es efímero, como lo que se proyecta en una pantalla, donde van pasando una serie de imágenes fijas que el ojo y el cerebro humanos transforman en móviles.
Espejos que llegan a ser fundamentales, «en relación con la danza el espejo es también vida, ha declarado Saura, vida a través de un elemento inquietante, que puede reflejar algo que no se desea.
Es conocida la serie de fotografías que se ha hecho a sí mismo Saura delante de un espejo, en las que su rostro, casi oculto a veces, pierde importancia en comparación con la máquina de hacer fotos, con la cámara que ya no es oscura sino fotográfica, y sobre todo lo que está detrás de él, con el espacio que le rodea o al menos con el que se ve reflejado en el espejo. «Hay una relación misteriosa que se establece cuando te miras a ti mismo en el espejo», ha dicho Saura.
Lo siento, pero si a pesar de esta introducción, quieren seguir leyendo mi artículo deberán hacerlo en el catálogo. a las 09:48
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