Hace pocos días a través de un muy buen amigo que le dedica mucho tiempo de su vida al activismo social a través de la PAH tuve conocimiento del caso de Carlota. Un caso más de tantos que se dan en este país donde una persona sin recursos se enfrenta a un posible desahucio y a la que la compañía eléctrica no ha tenido reparos, sin respetar la ley, en cortarle la luz.
Carlota es una joven que dada la complicada situación en la que se encontraba con su esposo decidió ocupar una vivienda en la población barcelonesa de L’Ametlla del Vallès. Una casa abandonada y en estado ruinoso, porque durante mucho tiempo fue lugar de diversión de algunos jóvenes de la población, propiedad de la inmobiliaria CRITERIA, lo que es lo mismo que decir la Caixa. Tras la ocupación, o recuperación, Carlota con ayuda de su hermano dedicaron tiempo, esfuerzo y su poco dinero a su total rehabilitaron –rehicieron la instalación eléctrica, arreglaron desagües e instalación sanitaria, rehicieron los baños, pusieron terrazo y parquet, pintaron, arreglaron la cocina y pusieron encimeras, la amueblaron, etc.
La situación de Carlota es desesperada, pero no sólo porque al igual que millones de personas de nuestro país no tenga un trabajo, pues en su caso se juntan dos agravantes, por un lado está en su último mes de gestación y por otro tiene a su marido enfermo y en estado terminal.
El otro día tuve la suerte de conocer a Carlota y a su esposo, pudiéndoles poner cara y ojos. Y lo que me encontré fue a dos seres humanos tan corrientes como cualquiera de los que podéis estar leyendo esto. Dos personas a las que la vida les ha dado demasiados golpes y que simplemente desean tener cubiertas sus necesidades más básicas y que Octavi, el marido de Carlota, pueda vivir con tranquilidad el tiempo que le pueda quedar de vida.
Carlota no es una persona que quiera aprovecharse del sistema, como muchos demagogos quieren hacernos creer muchas veces al hablar de quienes recuperan ciertas casas cerradas y desaprovechadas para convertirlas en sus viviendas. Carlota es una chica joven que está a punto de dar a luz a una niña y que con todo lo que tiene encima sigue estudiando para sacarse el título de auxiliar de enfermería, para cumplir con ello su sueño, que no es otro que dedicarse a tratar a enfermos terminales e infecciosos.
Seguramente Carlota será tan buena madre como esposa está siendo. Una mujer luchadora que necesita que la dejen vivir en paz hasta que su situación familiar y laboral pueda mejorar. Y que simplemente necesita que la Caixa la deje tranquila, pues la ley está de su parte (ley 24/2015 del Parlament de Catalunya), y que los servicios sociales de su población cumplan con su obligación y le sigan dando apoyo, cosa que por suerte gracias a la difusión que se ha hecho del caso están haciendo.
Pero el caso de Carlota no es una excepción, pues personas que están ante situaciones parecidas son muchas, pero al menos en Catalunya tenemos la suerte de que el trabajo de la PAH y la presión popular consiguieron que el Parlamento catalán fuera pionero en el estado aprobando una ley que por primera vez reconoce unos derechos a quienes padecen de problemas habitacionales y pobreza energética. Por todo ello debemos seguir luchando porque no se den más casos como este, que en Catalunya se cumpla la ley (24/2015) y que en el estado se apruebe una ley que reconozca estos mismos derechos a todos los ciudadanos del país, pues Carlota somos todos, hoy le ha tocado a ella, pero mañana cualquiera de nosotros podríamos encontrarnos ante la misma situación.
MSNoferini