Título original: Stacking Doll
Idioma original:inglés2018
Editorial: Orciny Press
Traducción: Hugo Camacho Novela corta (fantasía/bizarro)
Un cuento de amor bizarro
Antes de empezar a hablar acerca de Matrioshka, me gustaría dedicar algunos párrafos a contextualizarla en la obra de Carlton Mellick III traducida al castellano, ya que ese pequeño ejercicio puede dar algunas pistas tanto al lector habituado a la prosa de Mellick, y a la literatura bizarra en general, como al lector que por primera vez se acerque al subgénero o, en concreto, a este magnífico escritor.
En España, pudimos leer su relato "Orgía fantástica" en Bienvenidos al bizarro (Orciny Press, 2017) y la novela La casa de arenas movedizas (Orciny Press, 2016), ambos traducidos por Hugo Camacho. Por otra parte, la editorial colombiana Ediciones Vestigio publicó el pasado año , una antología de relatos traducida por Diego Cepeda y Daniel Zorrilla, que Orciny Press está también adaptando para los miembros de su Inner Circle.
Pese a que Carlton Mellick III acumule ya más de cincuenta publicaciones en su idioma original, y lo que hay traducido al castellano es solo una pequeña muestra, creo que con el material disponible sí podemos hacernos una idea de su estilo narrativo o identificar ciertos elementos recurrentes.
Así, en todas las publicaciones mencionadas, y pese a las diferencias que pueda haber entre ellas, sí se advierte de manera notoria la presencia de los distintos elementos atribuibles a lo bizarro: el sentido constante de what the fuck, lo extraño aplicado a la trama, la impresión de dibujos animados o el gusto por lo grotesco y lo absurdo. Sin embargo, Matrioshka, una vez superada la sorpresa inicial (la existencia de muñecas rusas vivientes que albergan otras capas vivas en su interior), no abunda tanto en lo bizarro como sí lo hacen el resto de sus publicaciones. Podría decirse que Matrioshka es lo menos bizarro del abanderado del bizarro, al menos de entre lo que yo he leído. Lo cual no es negativo, pero sí distinto a lo que nos tiene acostumbrados. Matrioshka es un cuento de amor bizarro, en el que pesan más los elementos románticos que los bizarros.
¿De qué hablamos cuando hablamos de amor?
Su comida favorita es la pizza de tomate, beicon y fresas. Su pintalabios favorito es el que tiene sabor de pastel de ciruelas. Sus películas favoritas son las comedias en las que muere gente. Le parece gracioso que la gente muera.
Tiene una piel blanca de porcelana que reluce al sol como si estuviera húmeda y lustrosa. Por encima de esta tiene pintados unos ojos de color púrpura que parecen priedras preciosas que tililan cuando me sonríe [...] De entre todas las mujeres con las que he salido, nunca he conocido a nadie como Ynaria. No es exactamente humana, pero es la única a la que quiero.
Resulta asombrosa la facilidad con la Mellick es capaz de favorecer la suspensión de la incredulidad. Desde la primera página de Matrioshka, el lector asume de manera natural la existencia de estas muñecas rusas animadas (de las que apenas se explica el origen) y su difícil relación con los seres humanos. Tienen costumbres distintas a las nuestras, apenas representan al uno por ciento de la población y viven en un estado de marginalidad. Pese a lo arriesgado del planteamiento inicial, la verosimilitud de la nouvelle es rigurosa. Todas y cada una de las situaciones que se plantean engarzan y complementan a la perfección ese primer planteamiento. Por otro lado, desde las primeras páginas el lector asume el otro elemento que al cabo estructurará el desarrollo de la novela: Ben, narrador y protagonista, está loca y absurdamente enamorado de Ynaria. Y hará cualquier cosa por estar junto a ella.
Así, cuando hablaba de que Matrioshka es lo menos bizarro que he leído de Mellick, es porque esa sensación de what the fuck se agota una vez asumimos estos dos elementos: a partir de aquí, la narración proseguirá y culminará a la manera de una comedia romántica, con bastantes dosis de humor, desgranando las avenencias y desavenencias entre los personajes a medida que Ynaria va mostrando sus distintas capas.
-Mire, sé que no será fácil, pero no me importa. Amo a Ynaria. Sé que estamos destinados a estar juntos, y no hay otra razón por la que me quiera casar.
Ynaria sonríe al oírme decir eso, pero sus padres ponen mala cara. La boca de su madre se tuerce en una mueca que muestra repulsión, y el padre se muerde el labio con una de las mandíbulas interiores [...]
-Ni siquiera entiende lo que significa amar a una matrioshka -dice. -No se puede amar solo a la persona de la superficie. Tiene usted que amar a todas las personas que hay en su interior. A todas y cada una de ellas. En caso contrario, no es amor verdadero.
Sin embargo, lo más interesante de la novela (y aquí os prometo que soy consciente de lo que estoy diciendo) es su realismo. Pese a la absurda premisa inicial, pese al amor loco y extraño de Ben y pese a que aparentemente Matrioshka se apropia de todos los elementos de las comedias románticas más banales, en el fondo está recordándonos cuán cotidiano es el amor y lo difícil que resulta querer al otro. Si bien al concluir la lectura pensé que la obra se podría relacionar con lo que hoy se entiende como "amor romántico", tras unos días de reposo pienso que va de todo lo contrario. De lo que habla Mellick es de algo tan sencillo como atrevernos a querer a quienes queremos tal cual son, con todas sus capas. Y creo que esta idea es la que mejor explica el alcance de Matrioshka y la genialidad de su autor. Frente a innumerables obras literarias, películas, canciones o series fundamentadas en modelos idílicos de príncipes y princesas (con sus distintas variantes), Mellick utiliza una muñeca rusa desmontable que alberga seres de fantasía en su interior para recordarnos algo tan simple como que el amor consiste en querer también los defectos de las personas a las que se quiere, en quererlas con sus inseguridades y sus miedos, en quererlas, en definitiva, incorporando también aquellas cosas que no nos gustan del todo, pero que se compensan con todo lo demás. En ese sentido, Matrioshka es bastante más universal que la mayoría de novelas románticas al uso. No creo que haya nadie en el mundo que no pueda sentirse identificado con la historia que narra.
Como indicaba al principio, y como hace notar el propio Mellick en la nota que precede a la lectura de la obra en sí, Matrioshka no es ni el más largo, ni el más bizarro ni el más ambicioso de los libros que ha escrito. Si uno pretende iniciarse en la literatura bizarra, y en la medida en que no es tan bizarro como otras de sus obras, puede ser una muy buena obra introductoria. Pero por encima de todo, resulta una guía muy divertida para recorrer los entresijos de algo tan universal como el amor y las relaciones interpersonales. Una comedia romántica en el mejor sentido de la palabra.