Claro que una mujer catalana puede presidir el gobierno español, pero no parece que deba ser Carme Chacón, la autoproclamada futura lideresa socialista.
Porque como ministra de Defensa exige que los soldados no disparen para protegerse antes de que les dispararan a ellos en misiones que niega que sean de guerra, como en Afganistán.
Ha llegado a castigar al capitán de un comando de infantes de marina porque su unidad hirió con una bala rebotada a un pirata de los que secuestraron el pesquero español Alakrana, frente a Somalia.
Una Chacón que maltrató a otra unidad del Ejército por izar una bandera española en un monte vasco, como si en esa región sólo pudiera ondear la ikurriña.
Un país que puede sufrir agresiones no debería estar bajo quien llama asistencia humanitaria acudir a las guerras, y que además castiga la esencia de las fuerzas armadas: el derecho de autodefensa y el “orgullo patriótico” que Zapatero dice representar ahora.
Para muchos soldados esta mujer supone un golpismo al revés: una deshonra no por su belicismo totalitario, sino por su contrario, un peligroso y pasivo pacifismo con el que reacciona ante cualquier crisis que afecte a la defensa nacional.
Es una diputada anónima que nunca destacó en nada, como en su día ocurrió con Zapatero. Que se atribuyó falsamente un doctorado, y que salió de la cuadra de mujeres-cuota sin un historial relevante, a imagen de su jefe.
Carme Chacón es la segunda mujer de Miguel Barroso, consejero delegado en España de Young & Rubicam, una de las multinacionales publicitarias más importantes del mundo, empeñado en hacer de ella un fenómeno político.
Es un producto publicitario, un escaparate. De comprarlo, el PSOE irá hacia la extinción: la gente será tonta, pero no tanto.
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SALAS