El reconocido estudio de arquitectura Carmé Pinós es el autor de la nueva sede de CaixaForum en Zaragoza. El proyecto surge como respuesta a dos retos que desde el principio se plantearon sus autores. El primero era crear un edificio capaz de hacer ciudad, ya fuera desde su singularidad como desde los espacios públicos que generase. El segundo era que al recorrerlo, conectase con perspectivas lejanas pero, que al mismo tiempo, proporcionase introspección en las salas de exposiciones.
Es decir, un edificio que hiciese ciudad y que al habitarlo sus usuarios se sintieran parte de ella.
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Los dos planteamientos se resuelven elevando las salas para liberar con ello la planta baja y situar en ésta las partes más abiertas y transparentes; el lobby y la tienda.
Con esta operación se genera el espacio público: el parque llega a la ciudad pasando por debajo del edificio. Este espacio libre por la noche queda iluminado con dibujos perforados la chapa, y además esconde la estructura que soporta las salas elevadas.
Bajo la sala elevada se sitúa un jardín semienterrado que da evacuación al auditorio, pudiéndose entender también como antesala y zona de catering al aire libre. Así el auditorio, situado en el subsuelo y accesible desde el lobby, se puede considerar conectado directamente a la ciudad gracias a este jardín.
Las dos salas suspendidas se enfrentan a niveles diferentes, para que al salir de una se vea la ciudad por debajo de la otra. Entre las salas se han creado zonas de relajación y descompresión entre una exposición y la siguiente. La conexión se resuelve con escaleras mecánicas, creándose unos recorridos que regalan vistas lejanas de una manera diferente a los ascensores.
En lo más alto del edificio y con vistas a la ciudad se sitúan la cafetería y el restaurante. En cambio, en el lado contrario y, debido a la diferencia de niveles entre las salas, se genera una terraza bar que permite fantásticas vistas hacia el meandro de Ranillas y la Expo Zaragoza.
El proyecto, gracias a una estructura singular y factible aparece como un elemento escultórico en medio del parque.
Los autores han querido que el edificio sea símbolo del progreso de la técnica y de la generosidad de la cultura, que sea el reflejo sólo de lo mejor que tiene nuestra época.
Fotografías: Ricardo Santonja, cortesía del estudio Carme Pinós
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