La portada de nuestra revista amarilla más emblemática publicó, hace un par de semanas, una entrevista exclusiva de Dª Carmen Martínez Bordiú con declaraciones sobre su recinete ruptura sentimental.
En primer lugar, no queda bien que la “nietísima” del dictador se fotografíe en el Pazo de Meirás, propiedad actual de los herederos del dictador, a cuyo poder llegó hacia 1.938 cuando las autoridades franquistas coruñesas se lo oafrecieron como residencia de verano mientras los verdaderos propietarios del inmueble deseaban donarlo a la Compañía de Jesús; al menos se trata en cierta medida, de una provocación al respetable.
En segundo lugar, no parece que una ruptura sentimental de la Sra. Martínez Bordiú siga siendo noticia; más bien al contrario, novedoso nos resultaría a todos que sostuviese una relación estable o que sus devaneos sentimentales no ocupasen primeras planas de la prensa especializada. Además el contenido de sus manifestaciones resulta manido y cansado: “He vuelto a ser yo misma”, “soy muy amiga de mis amigos”, “tengo el corazón libre y disfruto de mi soltería sin descartar nada” y otras lidenzas similares que escuchamos en los medios diariamente; pese al entrecomillado pueden no corresponderse con las verdaderas declaraciones de la interesada, pues no sentí el mínimo interés por leer las nuevas sobre la azarosa y compleja vida sentimental que le ha tocado en suerte.
Como en el caso de Belén Esteban, la culpa de haberse convertido en personajes mediáticos, no es suya, sino del público que compra la revista o ve los programas de televisión en los que nuestras progatonistas cobran por participar, queda claro que cada país tiene los políticos que se merece, los que ha votado, y los personajes a quienes tributa consumiendo sus miserias como propias.