No creo que nadie que conozca los entresijos del mundo literario, piense de él que es aburrido y estirado. Más bien todo lo contrario, quien haya leído mucho de obras y autores, sabrá que en muchas ocasiones, la realidad supera la ficción.
Ficción como la que protagonizó una autora, llamada Carmen Mola. Se diseñó una biografía de esta escritora, que la reconocía, como un atractiva mujer, profesora universitaria.
Se publicaron entrevistas que explicaban estos detalles y el porque usaba un seudónimo, como ésta:
En realidad, hay tantos motivos que no entiendo por qué otros autores no lo hacen. Para empezar, creo que lo importante es la novela, no quién la haya escrito. ¿Qué más da que sea una mujer guapa y alta o un señor feo y bajito? Mi interés era que la gente leyera la historia de las dos novias gitanas y la inspectora de policía aficionada a las canciones de Mina Mazzini que investigaba sus muertes. Pero he dicho que había más motivos. Es mi primera novela y eso quiere decir que me dedico profesionalmente a otra cosa. No quería que mis compañeros y compañeras de trabajo, mis amigas, mis cuñadas o mi madre supieran que se me ocurría escribir sobre alguien que mata a una joven haciéndole perforaciones en el cráneo para meter larvas de gusano y sentarse a ver cómo le van comiendo el cerebro… No lo entenderían, para todas ellas soy tan convencional… Hay más. ¿Y si la novela hubiera sido un absoluto fracaso? Tendría que dar explicaciones y pasaría mucha vergüenza. Y, por el contrario, ¿si fuera un clamoroso éxito? A lo mejor me veía obligada a cambiar de vida, que es algo que no me apetece, estoy muy satisfecha con la mía… Se me ocurrirían más razones, estoy segura.
Bajo este seudónimo, la editorial Alfaguara publicó una exitosa trilogía compuesta por estos tres títulos: La novia gitana, La red púrpura y La nena. Protagonizados por la inspectora Elena Blanco, con una atormentada vida, amante de la grapa, de cantar en el Karaoke canciones italianas y una extraña fijación con los todoterrenos de color rojo.
El escándalo surgió, cuando esta Carmen Mola fue agraciada con el premio planeta, por una novela basada en el siglo XIX, titulada: La Bestia. Saltó a todos los medios, que tras este nombre, no estaba, ni por asomo una profesora universitaria, ni tan siquiera una mujer, si no, tres guionistas conocidos, como son Jorge Díaz, Agustín Martínez y Antonio Mercero.
Por unos días, en los periódicos y en los informativos se dejó de hablar de fútbol y se hablaba del premio Plantea, de una novela y de los autores que estaban detrás de la firma del mismo. Toda una novedad para este país. Alguna librería feminista, retiró el libro de sus estanterías al conocer que Carmen Mola, no era una mujer.
Es bueno, según dicen los autores, que la cultura vaya encontrado su hueco en las conversaciones, aunque haya sido con esta polémica. Polémica que no pretenden atizar, ya que ellos disfrutan de su trabajo y creen que a Carmen Mola le queda mucha vida por delante, de hecho ya está en el mercado un nuevo libro que sigue a la trilogía, titulado: Las Madres. Y al que espero a no mucho tardar hincarle el diente.