Mientras la farmacia sufre serios desvelos, Carmen Peña asiste, en la Catedral de Santiago de Compostela, a la imposición de la banda que la acredita miembro de la Real Asociación de Damas del Monasterio de Yuste. Abogo por fomentar la independencia de la presidenta del Consejo, evitando indeseables vinculaciones con la industria farmacéutica, distribuidores, partidos políticos, organizaciones sindicales, empresariales o religiosas.