Todos hemos oído sobre esta diferenciación alguna vez, especialmente cuando se habla de salud y nutrición.
La distinción entre carnes rojas y blancas se viene dando desde un punto de vista culinario, según el color de la misma, si son más rojizas o más claras en estado crudo.
Por otro lado, la descripción generalizada de carne roja es aquella que proviene de mamíferos, mientras que la blanca es aquella que proviene de aves y conejos, principalmente. El pescado no entra en esta clasificación, ya que es una carne diferente.
El color de la carne viene dado por la mioglobina, una proteína muscular encargada de almacenar oxígeno.
Aunque esta diferencia es la principal, el consumo de carne roja se recomienda de forma limitada, ya que también suelen traer grasas, colesterol, y purinas. Éstas últimas al entrar en el organismo se transforman en toxinas que aumentan el ácido úrico en sangre, produciendo gota.
Por otro lado, las carnes rojas se dividen según su corte: magro o rico en grasa. El primero es mucho más saludable, debido a que tiene menos de un 10% de grasa (esto no quiere decir que sea poca cantidad de lípido).
Un último filtro que pasar a la carne, sería el método de cocción. Al vapor o a la plancha son los más recomendados. El uso de aceite o mantequilla las hace aún menos sanas.
Teniendo esto en cuenta, balancea tu consumo de carne, e intenta siempre consumir “lo menos malo”.
¿Comer o no comer carne? Si decides comer carne… ¿Blanca o roja? Si te decides por la roja… ¿Magra o con grasas? Si te arriesgas con la grasa… ¿Cómo la cocinas? Cada paso es una decisión que traerá consecuencias en tu salud.