Revista Gente

Carnicero

Publicado el 21 julio 2011 por Romanas

Carnicero.
Carnicero, dice en su blog, 20 de julio, 2.011:

"Sigo teniendo mi corazón y mi pensamiento en la izquierda de mi pecho. Mi sangre cada vez es más roja y se bombea con más fuerza.Soy un hombre poderoso, porque tengo este Blog del que no me puede echar nadie. Aquí mandan mis lectores. Aquí no hay favores que pagar. Mis páginas están abiertas al debate social, están a disposición de los marchantes del 15-M por las carreteras de España.Desde aquí invito a los organizadores a que publiquen una crónica con la frecuencia que quieran en las páginas de esta, mi casa, que pasa a ser la de ellos también.Los que tratan de desacreditarme diciendo que pronto acabaré en las páginas y las ondas de la extrema derecha, no me conocen.Yo estoy en mi sitio. No me he movido de la izquierda en donde he recorrido mi vida. Y no lo voy a hacer ni por rencor, ni por revancha.Quien esté esperando para ver un giro a la derecha en mi compromiso intelectual que se busque una hamaca cómoda para pasar la eternidad.He estado orgullos de trabajar 17 años en la Cadena Ser. Siempre en libertad; la he ejercido con tanto ahínco que me han acabado echando. Pero este es el principio de una aventura apasionante en donde ligero del equipaje, con muy poco dinero, me voy a dejar la piel en la democracia 2.0. Codo con codo con quienes tienen todavía menos que yo.Porque el socialismo en libertad no entiende de chanchullos, amiguismos, componendas y entendimiento con el poder.Seguiremos informando como siempre".
Carnicero es un magnífico ejemplo para explicar lo que yo entiendo por izquierda. Lo he dicho ya muchas veces: izquierda es la pasión por la verdad y el servicio indeclinable a la justicia.
Carnicero fue un hombre de izquierdas, servía a la verdad y luchaba duramente porque triunfara la justicia hasta que, un día, a Zp se le ocurrió la maldita idea de que podría muy bien ser el director de ese periódico que estaban proyectando en el psoe, Público.Zp, como todo hijo de vecino es una máquina de cometer errores, las cosas no se dice que se van a hacer, se hacen. Fue un error decirle a Carnicero que lo iban a hacer director de Publico y, luego, no hacerlo simplemente porque creyeron que iba a ser mejor otra de las alternativas.Digo que fue un error porque aquel paso en falso echó a perder a un tipo que hasta entonces fue un magnífico hombre de izquierdas. Los hombres tenemos esa máquina que es el cerebro pero también esa puñetera víscera que es el corazón.A Carnicero le encantó la posibilidad de ser, al fin, director de un periódico,  por eso se sintió tan frustrado cuando el asunto no cuajó. Y, en su corazón, esa maldita víscera, penetró el resentimiento, contra Zp, contra el Psoe.Fue entonces cuando la puñetera máquina que es mi cerebro me avisó de que algo le estaba sucediendo a Carnicero y lo dije en un post que colgué por aquí y que titulé: “¿qué le pasa a Carnicero?”. O algo así, ya saben que siempre cito de memoria.Ahora, ya lo sabemos todos porque él se ha encargado de decírnoslo.Zp había cometido el error de decirle que pensaba en él como director de Público pero, al final, por lo que fuera, no lo hizo y Carnicero, cegado por lo que sentía su corazón, pasó de ser un hombre de izquierdas a un tipo de derechas.Un tipo de izquierdas, como no, hubiera tenido los redaños suficientes para seguir siéndolo. Hubiera dicho: “coño, una mata que no ha echado frutos”, hubiera admitido que aquellos que habían pensado en él para dirigir el citado diario tenían también el derecho a dejar de hacerlo, pero no, permitió que su pobre corazón dirigiera sus sentimientos y comenzó a luchar contra Zp, en todas las tertulias de la Ser en las que yo le oí participar y motivó aquella reflexión mía.Cuando Carnicero se dejó llevar por sus sentimientos y no por la razón dejó de ser de izquierdas porque traicionó a la verdad, cuando no admitió que Zp, que tuvo el derecho de pensar en él para dirigir Público, tenía también todo el derecho del mundo a cambiar de opinión. Murió en aquel momento una de las causas que tipifica a un hombre de izquierda, el servicio a la verdad.Pero, en ese camino de desafección a la izquierda, Carnicero todavía dio un paso más: cometió la injusticia de comenzar a trabajar en contra de lo que siempre había creído, que las ideas de izquierda gobernaran su mundo, el mundo en el que él vivía.Todo lo demás ha venido rodado: su tarea cotidiana de demolición de todo lo que oliera a psoe se ha hecho tan ostensible, tan evidente que todo el mundo acabó percatándose de que ya no servía a la verdad ni era justo con lo que estaba ocurriendo en el panorama político nacional.Y los que, dentro del organigrama de la Ser, tienen por función cuidar de que las personas que trabajan para ella guarden, dentro de lo posible, la ecuanimidad y no actúen por el más cerrado de los sentimientos, no tuvieron más remedio que prescindir de sus servicios, lo que ha motivado que Carnicero les dé definitivamente la razón: se ha revuelto como una fiera y se ha puesto a morder con instinto realmente asesino a quienes durante 17 años le ofrecieron sus micrófonos para que dijera cuanto se le antojara.Y ya, este antiguo hombre de izquierdas, ha perdido totalmente los estribos y ataca ciegamente a todos los que fueron los suyos: la Ser sólo fue buena mientras él estuvo allí pero  ahora, que prescinde de él, es una puñetera mierda seca pinchada en un palo, que sirve ciega y estúpidamente los bastardos intereses del partido que él defendió hasta que cometieron el error de decirle que habían pensado en él para que dirigiera el periódico que trataban de lanzar.Para mí, todo esto es una verdadera lástima, porque Carnicero fue un hombre absolutamente válido mientras logró que su cerebro se impusiera a su corazón, mientras dejó que la lógica del pensamiento se impusiera al resentimiento que nuestro corazón intenta tantas veces imponer cuando los otros se comportan en contra de nuestros puñeteros intereses, de modo que ha acabado como aquel otro puñetero Beltrán Duguesclín, cuando dijo aquello de “ni quito ni pongo Rey, sólo ayudo a mi señor”. Duguesclín, entonces, tampoco se comportó como un hombre de izquierdas ya que debió de haberse detenido a pensar quién tenía razón en aquella mortal pelea, antes de ayudar a uno de los contendientes. 


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