—¿Hay algo más aburrido que la historia del pasado? —dijo Therese sonriendo.
—Quizá un futuro sin historia.
Todd Haynes, un cineasta que en películas como Lejos del Cielo o Safe ha ofrecido sensibles y certeros retratos femeninos, explora en Carol nuevamente el universo de la mujer. Como es habitual en su cine, la aparente placidez y estabilidad social oculta las pasiones que agitan a los personajes, en este caso dos mujeres de edad y condición dispar pero unidas por el deseo y una sensación compartida de insatisfacción y desubicación.
Al igual que sucedía con la ya citada Lejos del Cielo, Haynes toma como referente el cine de Douglas Sirk, pudiendo ser, obviamente, más explícito que el sobresaliente cineasta alemán en los años 50 pero no por ello menos elegante. Como Sirk, Haynes otorga relevancia a la puesta en escena y ofrece un tono mesurado y delicado, huyendo de la fácil tentación de la lágrima fácil. Carol es una sinfonía romántica, una armónica combinación de elementos cinematográficos que compone un todo que logra el prodigio de ser tan sugerente como expresivo.
Carol se basa en una novela homónima y autobiográfica de Patricia Highsmith, inicialmente llamada El Precio de la Sal. Highsmith la escribió en 1951, cuando quedó prendada de una sofisticada mujer rubia que acudió a hacer una compra a la sección de juguetes de unos almacenes en los que trabajaba temporalmente. La novela, que inicialmente fue rechazada por los editores, hubo de ser publicada con el pseudónimo de Claire Morgan. En aquella época era un escándalo que los personajes homosexuales no fuesen exclusivamente cómicos o pérfidos y difícilmente se admitía que no tuviesen un final trágico.
En la película, Carol conoce a Therese (trasunto de Highsmith) cuando le compra una muñeca a su hija. Carol, una mujer de mundo, está dejando atrás un matrimonio que la hacía infeliz. Thérese, más joven e inexperta, se siente atraída por ella, como le sucede también a Carol. Ambas van conociéndose gradualmente y van gustándose. La amistad da pie al amor y llega un momento en que deciden alejarse del mundo que les rodea, huyendo de su entorno en dirección a si mismas.
Entre Carol y Thérese se establece inmediatamente una enorme química. Ya antes de conversar en el mostrador se han visto a lo lejos y se han sobresaltado. Algo ve cada una en la otra que reconoce inmediatamente, como si se hubieran visto en un espejo, como si fueran la misma persona.
Cate Blanchett brinda una estupenda interpretación como la elegante y desenvuelta Carol. Su personaje es difícil, ya que debe fascinar al de Rooney Mara y hacer creíble que se enamore de ella tan intensamente que lo deje todo atrás por seguirla. Blanchett sale airosa del desafío e incluso en muchas ocasiones aparece un tanto irreal e idealizada, como salida de un cuadro de Norman Rockwell.
Rooney Mara no le va a la zaga a Blanchett. El guión es menos explícito con su personaje, del que realmente no sabemos mucho. Thérese es una chica reservada y observadora. Aunque trabaja como dependienta su verdadera pasión está en la fotografía. Es aún joven y está formándose emocionalmente pero de alguna manera se ve reflejada en Carol, cree que así será ella en el futuro – del mismo modo que Carol ve en Thérese a la jovencita que ella un día fue -, y se siente intrigada y seducida.
Carol es un sutil y profundo fresco de la sociedad americana de los años 50. Era una época conservadora y puritana, agudizada por el macarthismo. La homosexualidad estaba proscrita legal y socialmente y se la asociaba con la sordidez. Haynes evita dicha sordidez y propone una preciosista evocación del melodrama, que exalta firme y sinceramente el romanticismo. El desarrollo de Carol es lento pero no desesperante; su ritmo es el adecuado, ya que son importantes cada gesto, cada matiz, cada detalle visual. Es necesario mostrar de manera pausada cada fase de la relación de Carol y Thérese.
Como sucedía en otras dos películas de amores imposibles similares en muchos aspectos a Carol, Breve encuentro y Los puentes de Madison, una conversación crucial es interrumpida por un pesado. Hay personas que son insensibles a los sentimientos ajenos, que simplemente creen que todos somos figuras en un paisaje, personajes sobre un escenario y que estamos tan vacíos como ellos. Lo que Todd Haynes trata de decirnos con Carol es que más allá de las apariencias palpitan y tiemblan seres humanos.