Nora. La segunda de mis mujeres en recibir sus calcetines. La mujer que enamoró a mi hermano y se lo llevó a casi 600km. La que lo acogió en tierras pucelanas y hace que sonría todos los días. Ésa, mi Nora, merecía sus pies calientes.
Porque esta castellana cuida de mi hermano y lo hace feliz. Porque es de la familia desde el minuto uno, porque se lo ha ganado. Por eso, y más, le tejí los Carolina socks. Podéis encontrar el patrón original en el Ravelry de Monkey Toes. Es un patrón sin mucha floritura, pero me encantó su sencillez. Además, con la maravilla de colores de esta malabrigo, ¡no hacía falta más! Sí, volví a caer en las redes de la lana uruguaya. Esta vez en su color Indiecita. ¿Es mágico o no es mágico? Es un color espectacular, por ello no hacía falta que el patrón tuviera demasiado misterio. El secreto estaba en la lana.Nora los recibió por Navidad. Le llegó su lata desde Lleida a Valladolid de la mano de mi hermano. Sorprendida, sí. ¿Cómo no podía esperar ser una de ellas? Pues no. Y eso aún le da más valor. Cómo me gusta sorprender.
Y es que el 2015 fue un año de calcetines. De disfrutar al máximo tejiéndolos. De acabar la mar de satisfecha, uno tras otro. Sin pereza para el segundo pie. Siempre con ganas de más. Porque han sido tejidos para gente que quiero, sin presiones, sólo con encanto. Por ello, me planteo, este año en serio, no participar en los siguientes swapetines. Porque tejer debe ser un placer, la presión ya nos la pone la vida. Y suficiente tenemos.
Todavía nos queda una tercera mujer. Estoy en ello, tengo una fecha especial en qué debo hacer la entrega. Esta vez en mano. En un día que no olvidará jamás. No puedo dar más pistas… Pronto, muy pronto, por ello debo tejer sin parar. ¡Por un 2016 lleno de calcetines!