Pasamos mitad de nuestra vida preguntándonos qué es la felicidad, y la otra mitad buscándola. Si, como dicen, la vida son 4 días... Dos los empleamos en preguntar y los otros dos en perseguir un sueño.
Y yo me pregunto... ¿No nos valdría más la pena vivir el momento, disfrutar del día a día, achuchar más a los nuestros, sonreír más, llorar más, emocionarnos más? En serio, ¿no nos valdría más la pena simplemente VIVIR?
Nuestra sociedad y el entorno contaminado en el que nos movemos nos impiden conformarnos con lo que nos regala la vida, porque se nos enseña que siempre podemos tener más. Se nos programa para seguir buscando, como en los paquetes de ganchitos en los que sale la típica tarjeta "rasca rasca".
Y de pronto, un día, te arrebatan a quien tú más admiras, o te ves en la cama de un hospital, o consolando a un amigo que acaba de ser dejado y piensas: "¿ Pero qué mierda estoy haciendo con mi vida?".
He conocido culturas en las que las gentes eran felices sentándose en la calle a comer arroz sobre una hoja de árbol, tal cual, sin más. Culturas que no buscan más allá porque disfrutan del "aquí y ahora". Culturas que viven casi en el umbral de la pobreza porque su gobierno ya se encarga de que las ganancias del turismo no las toquen más que los de arriba y en las que, sin embargo, la gente de a pie sonríe. Envidio su riqueza de espíritu, su amor por la sencillez, a pesar de los pesares.
Cuanto más tienes, más quieres. Totally agree.
Y así, buscando y esperando, quizás un mal día la vida nos dé el "Game over!".
CARPE DIEM pues.
CON M DE MAMÁ y C de CARPE DIEM