Revista Opinión

Carrera hacia el Eliseo(V): La aventura Macron

Publicado el 22 marzo 2017 por Polikracia @polikracia

“No quiero aglutinar a la izquierda ni aglutinar a la derecha, quiero unir a Francia”, dijo Emmanuel Macron el día que anunció su candidatura a la Presidencia de la República. El españolito que lea esa frase no podrá contener la sonrisa al recordar a aquel Pablo Iglesias buscaba la centralidad o a aquel Albert Rivera que no era ni de izquierdas ni de derechas. En este lado de los Pirineos ya sabemos que el eje izquierda-derecha sigue teniendo la importancia suficiente como para imponerse a los discursos de quienes lo rehúyen. Sin embargo, Macron no sólo pretende huir de ese cleavage esencial, sino reflejarse en el Presidente que más franceses aglutinó tras su figura: Charles de Gaulle. Surge la pregunta: ¿qué hueco tiene la aventura Macron en la política francesa?

Un perfil político codiciado

A Emmanuel Macron la izquierda le reprocha su pasado como banquero de Rothschild & Cie, mientras la derecha le reprocha su pasado como militante del PS. Todos los demás candidatos le recriminan su falta de experiencia política, que jamás haya sido electo a un cargo público en unas elecciones. Él se defiende alardeando de ser el único candidato que ha dejado todo cargo público o privado para esta campaña, mientras el resto de sus rivales le critican desde escaños pagados por todos los franceses y europeos.

Militante del PS de 2006 a 2009, abandonó el partido al no lograr medrar dentro de él. En los años siguientes fue tentado por la UMP, la antigua denominación de Les Républicains, para diversos cargos. El más codiciado de esos cargos fue el de asesor del entonces Primer Ministro, François Fillon, hoy su rival en la carrera al Elíseo. No cedió a la tentación y apoyó a Hollande en las primarias de 2011 y en las presidenciales del año siguiente. Una vez en el Elíseo, Hollande le nombró su asesor y en 2014 le ascendió a Ministro de Economía. Su perfil político era ideal para aproximarse al votante medio francés: joven, formado y moderado. Si debemos juzgarle por los dos años que ocupó Bercy, Macron es un socioliberal de manual, el Justin Trudeau francés.

Candidatura independiente

En abril de 2016 fundó el movimiento “transpartidista” En Marche !, el cual se vio desde su fundación como una plataforma de apoyo a una eventual carrera presidencial. Cuando Hollande aún dudaba si presentarse o no a las presidenciales de 2017, Macron dimitió de su cargo de ministro para dedicarse a En Marche !. Hollande, su antiguo mentor, fue contundente al valorar su dimisión: “me ha traicionado metódicamente”. Traición, olfato político o ambos, abandonar el barco de un Presidente que sólo satisface al 5% de los franceses es una actuación racional para cualquiera que quiera sucederle.

Cuando Cambadélis, el primer secretario del PS, anunció una primaria abierta, hubo quien especuló con la posibilidad de que Macron concurriera a ella y ganará. Nada más alejado de sus intenciones. La apuesta de Macron no era sólo desprenderse de un desprestigiado Hollande, sino alejarse de las anquilosadas estructuras de los partidos franceses. La candidatura de Macron buscaba hacerse un hueco no sólo en el eje izquierda-derecha, sino en otros dos ejes fundamentales en esta campaña presidencial.

Carrera hacia el Eliseo(V): La aventura Macron
Europeísta outsider

El primero de esos dos ejes es el de eurofilia-euroescepticismo. Macron ha apostado por una férrea defensa de la Unión Europea, hasta el punto de ser el candidato más europeísta de todos los que concurren a las presidenciales. Macron no tiene ningún reparo en plantarse en Berlín a alabar a Angela Merkel, ni en animar a los franceses “a soñar de nuevo con Europa”. En este aspecto, Macron se erige como la antítesis de Le Pen. Ni Fillon con su Unión a medida de Francia, ni Hamon con su constante culpabilización a la UE de los males de Francia logran distanciarse de la líder del Front National como lo hace Macron.

El segundo de los ejes es el sistema-antisistema. Aquí la posición de Macron es lo suficientemente ambigua como para que a un marxista teórico le explote la cabeza. De un lado, Macron es defensor del libre mercado, por lo que podríamos decir que económicamente es prosistema. Del otro, sus críticas a la partitocracia imperante en Francia son feroces. En la crítica a los dos partidos tradicionales (la UMPS, el PPSOE francés) va más lejos que el propio Front National, pues la formación de Le Pen es un partido al uso, mientras que el candidato Macron se presenta a lomos de En Marche !, una plataforma de apoyo, un movimiento.

En Marche !

Esta es una de las claves de su candidatura: el recurso a la figura del “movimiento”. Ya en los albores de la V República, Charles de Gaulle se preocupó más de que sus ideas fueran difundidas a través de un movimiento (el gaullismo) que de crear un partido estructurado al uso. Finalmente De Gaulle no tuvo más remedio que articular un partido, pues la maniobrabilidad de un partido termina imponiéndose a lo etéreo de un movimiento. Que se lo digan a Pablo Iglesias… En cualquier caso, como estrategia de marketing, el recurso a la figura del movimiento ha aupado al Elíseo no sólo a De Gaulle, sino también a Sarkozy a través de la Union pour un Mouvement Populaire. Si así sucede, En Marche ! no tardará en convertirse en un partido político al uso.

¿Llegará la aventura Macron al buen puerto del Elíseo? A priori, la candidatura de Macron está perfectamente diseñada para obtener un resultado más que notable en las elecciones. Con todo, que Macron finalmente se convierta en Presidente dependerá más de los errores de sus rivales que de sus méritos propios. Si finalmente llega al Elíseo, no tendrá el honor de ser el candidato pionero que se impone a los dos partidos mayoritarios. Ya lo hizo Valéry Giscard d’Estaing en 1974 (SPOILER: después tuvo que nombrar a su rival de centro derecha Primer Ministro). Con un Hamon que no convence a nadie y un Fillon paseando por los Tribunales, la aventura Macron va viento en popa hacia el Elíseo. Todo le irá bien mientras no le alcance el temporal de la corrupción.

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