Revista Cultura y Ocio

Carrera literaria-Enamoramiento (27)

Por Gfg
El escritor en ciernes esperará el informe de su lectora con cierto entusiasmo. Por fin va a demostrar a los ignorantes editores lo que vale (aparte de a Carmen Barcells, claro). Y lo hará, de una vez por todas, con ese documento de marras. El problema es que los escritores suelen ser hiperactivos y los lectores no, así que tendrá que seguir esperando hasta que la buena mujer se digne a entregar su trabajo un mes después.
Carrera literaria-Enamoramiento (27)Mientras tanto, el escritor soñará con visitar al editor por excelencia, a Jorge Herrlade. Será un cara a cara íntenso en el que le aconsejará meterle en su escudería de Anagrama por el bien de la editorial y de la narrativa española (que está muy por debajo de la hispanoamericana, por cierto). El pulidor-de-palabras sabe que Herralde es un hombre ocupado y que está vendiendo su empresa a unos italianos, pero no le importará demasiado. Las gestiones de la lectora le servirán para abrirle las  puertas de su despacho que, con toda seguridad, darán al Paseo de Gracia.
Además, en ese entreacto comenzará a enamorarse de la propia lectora, aunque no la conozca más que por skype y por mail. Porque, cuando no escriben, los escritores ligan. Esa una de las facetas más interesantes de la literatura contemporánea y por la que tantos anormales (que no subnormales, todavía no) se dedican a rellenar folios sin destino fijo con cualquier tontería.
Encima es sabido que una charla cibernética puede subir la líbido del escritor tanto o más que una charla en un café. Así que, sin decirle nada a su novia, pareja o a mujer, comenzará a mandarle mensajes cariñosos en los destacará –¡cómo no!–sus cualidades literarias... aunque también algunas extraliterarias. Eso servirá para que la espera se haga más corta.

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