Carrie Frances Fisher, conocida en el sector del séptimo arte como Carrie Fisher, falleció el pasado 27 de diciembre por complicaciones derivadas de un infarto, que sufrió en pleno trayecto por avión.
El vuelo se producía el día 23 de diciembre. Trasladaba a la actriz desde Londres hasta Los Ángeles, tras haber presentado su libro “La princesa diarista” y, antes incluso de aterrizar, ya se le practicaron técnicas de reanimación.
Pese a que en un principio se identificó cierta estabilidad en su estado, al final Carrie Fisher falleció el 27 de diciembre, tal y como su hija Billie Lourd explicaba en un comunicado. Fisher tenía 60 años de edad.
Una tragedia doble en la familia
En apenas 24 horas, la familia debía transmitir una nueva mala noticia. La madre de la actriz, Debbie Reynolds, también intérprete y cantante, falleció mientras preparaba las pompas fúnebres de su hija, debido a un accidente cerebrovascular, a la edad de 84 años. Era el 28 de diciembre y la familia había perdido a dos partes imprescindibles.
Se realizó un homenaje privado y conjunto, pues se expresó la conformidad de que ambas estuvieran juntas incluso hasta el último momento.
Dos artistas consumadas
Mientras Debbie fue siempre recordada por su papel protagónico en Cantando bajo la lluvia, la estela de Carrie Fisher era aún mayor, debido a su participación en la saga original de Star Wars, con su conocido papel de princesa Leia.
La fama de la actriz se había incluso recuperado, dado que Walt Disney había retomado su papel de princesa Leia para la grabación de una nueva trilogía, en la que los actores Harrison Ford y Mark Hamill también participan.
Un seguro de vida que beneficia a Walt Disney
Conscientes de la enorme presión que suponía su papel por las legiones de seguidores, Walt Disney quiso cubrir la garantía de que la actriz cumpliría con su contrato de interpretar a la princesa Leia en las tres próximas películas de Star Wars.
Así lo hizo en la primera parte, El despertar de la fuerza, así como en la segunda entrega, cuyas escenas ya están grabadas. Sin embargo, su fallecimiento incumple el contrato por no realizar la tercera película lo que, teóricamente, atribuye a Walt Disney una indemnización de 47 millones de dólares.