Carta a dios

Ignoro si eres uno o varios, pero para el caso es lo mismo. Mira, dios: no lo hiciste tan mal aunque no te salió bien. Este mundo está repartido entre muchos hombres buenos que tienen la razón y la moral de su parte. Algunos incluso actúan en tu nombre. No tuviste en cuenta que, con tantos dioses distintos, los humanos nos haríamos un lío; y ahí andamos, en el colmo de estar en posesión de la verdad, defendiendo los unos lo indefendible para los otros: Vamos, que es un jaleo para el que no pusiste orden.

Reconoce que la liaste buena cuando decidiste que en este patio había que ser buenas personas. Pues te equivocaste y reconócelo. No seas también tu sorberbio, porque es algo de lo que ya andamos sobrados entre tanta gente fetén. Como lo dejaste todo hecho un asco, ahora hay gente que te da la espalda y que no te necesita porque para eso ya tienen la meditación y los libros de autoayuda, que tampoco sirven para mucho pero ilusionan.

Creo que las cosas o se hacen bien o no se hacen. Tú decidiste que había que ser íntegros y éticamente irreprochables. El problema es que no has unificado la doctrina y, como consecuencía de dejarlo a medias, ahora tenemos un cacao de órdago a la grande. A ver cómo solucionamos que tantos eruditos le estén dando a la sesera para sacar unas enseñanzas tuyas tan dispares. Son los mismos que en torno a la verdad de unos textos y unas enseñanzas se lían a mamporros con otros que debían ser afines. En fin, tu sabrás.

Confesiones religiosas hay a patadas. Todas te rezan e invocan tu nombre. Además, no les duele contribuir a dejar este planeta hecho unos zorros. En total: tú proveerás; lo malo es que no sabemos cuándo, porque tiempo has tenido: Ya te vale. Con este panorama qué quieres que te diga: pues que te den, por dejado.