Revista Insólito

Carta a los Magos de Oriente

Publicado el 06 enero 2025 por Monpalentina @FFroi

Si las fiestas de Navidad, resultaban en general enormemente gratificantes para los que en el pueblo de aquel entonces representábamos la franja de edad más baja, esto es, los niños, el tema alcanzaba ya su mayor grado de expectación infantil cuando se trataba del día de Reyes. Allí sí que poníamos toda la carne en el asador, porque el día lo merecía y así lo teníamos bien marcado en rojo en el calendario de pared que decoraba una de las paredes de la cocina de la casa. Y sobre todo la noche anterior, donde todo el mundo en la casa andaba revolucionado. Claro que unos por una cosa y otros por otra.

Carta a los Magos de Oriente Pero sobre todo nosotros, los más pequeños, porque en aquella noche tan mágica esperábamos con verdadera expectación la llegada de sus Majestades cargados de regalos; confiando que entre ellos estuviesen, sí o sí, algunos al menos de los que con tanto entusiasmo les habíamos pedido en aquella tan bien meditada Carta que, con tantos nervios por nuestra parte, habíamos tan solo garabateado en ocasiones; pero que contenía la esencia de nuestras peticiones.
Y no teníamos a nuestro alcance ni televisión, ni ningún catálogo de juguetes a mano donde inspirarnos y poder estar, a la vuelta de la calle, sobre los últimos juguetes de moda que estuviesen arrasando el mercado en aquellas fechas.
Nada de todo ello teníamos a nuestra disposición cuando, sobre la mesa de la cocina, nos poníamos mano a mano con nosotros mismos y nuestra imaginación, a escribir aquella tan estudiada Carta a sus Majestades los Reyes Magos de Oriente.
Esa sí la conocíamos fuera de toda duda, la dirección correcta donde debíamos enviar la Carta, so pena de que no pudiese llegar al destino correcto y nos quedásemos sin nuestros juguetes, por los que habíamos estado suspirando a lo largo del año.
Y una vez escrita la Carta y entregada a nuestros padres para que ellos la depositasen en el buzón de correos, notábamos que la tranquilidad volvía a apoderarse de nosotros; y ya teníamos el resto de los días para dedicarlos a los juegos habituales de nuestra edad.
Claro que llegada la Noche de Reyes volvíamos a mostrarnos inquietos e impacientes por demás, mientras los nervios volvían paso a paso a apoderarse de nosotros. Y por mucho que nos insistiesen en la casa, aquella noche se nos hacía imposible conciliar el sueño. Eso sí, estábamos tranquilos en una pequeña parte, porque aquella tarde habíamos sacado un brillo especial a nuestros zapatos y los habíamos dejado en un sitio bien visible de la estancia, junto a los que habíamos colocado también una bandeja con unas pastas y una copa de licor.
Y ya sólo nos quedaba esperar a que pasase pronto la noche para, con las primeras luces del día, correr escaleras abajo hasta aquella estancia de la casa donde esperábamos encontrarnos con los regalos tan soñados.
El sueño en cuestión se convertía pronto en realidad y la emoción nos desbordaba cuando, tras la sorpresa inicial, comprobábamos que la Carta había llegado a su destino y hecho sus efectos, porque allí frente a nosotros teníamos muchos de los regalos y juguetes pedidos en la misma.
Así que nadie iba a ser capaz ya de apartarnos, al menos por unas horas, de aquella estancia de la casa.
Carta a los Magos de Oriente

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