Carta a mamá

Mamá, me duele ver que no eres feliz, pero a la vez no siento nada al rechazar un abrazo tuyo. Qué más quisiera sentir, pero algo en mi cerebro no anda bien, tengo un desequilibrio químico ahí dentro. Quiero estar bien, mamá, pero estar en casa no me deja, y a ti tampoco.

Me molesta mucho cuando me preguntas si te quiero, siento una presión enorme porque tengo que decirte que sí, y no es que no te quiera, pero simplemente no me nace decirlo ya que estoy luchando por encontrar un balance entre mi coraje, decepción, tristeza y amor.

Personas me hicieron daño y no me protegiste como hubiera deseado, crecí con miedo y siendo dominada por la persona que me daño más, por eso, a mi edad, tocando fondo y subiendo un poco, ya me siento con la fuerza de dominar a mi dominante, de elegir qué quiero y de querer si quiero.

Estoy segura de que ahora seríamos muy felices, pero no quisiste escaparte conmigo, decidiste hacerte la vida más difícil, dejar que te hicieran pequeña, limitarte, y eso no es vida, no estás viviendo, estás sobreviviendo, mamá.

Ya no te refieras a él como “tu papá”, no sabes lo mucho que me incomoda, no se merece ese título, es más como un proveedor o patrocinador, porque para mí, un padre, es ese que te enseña a vivir, que te da de ese amor que es muy puro y respetuoso, que protege, y es un ejemplo. A veces logra darme lastima, pero eso me quita poder y fuerza, así que tengo que mantenerme en mi posición.

Quiero crecer, má, quiero volar, en lo que van sanando mis alas te estoy preparando para el adiós de otra de tus hijas, tengo que hacerlo, no te imaginas como se descontrola mi mente a veces, como me vuelvo tóxica hasta para mi misma así que si no me salvo yo, ¿quién?. Ya no soporto ver que te haces vieja y te ves cada vez más cansada por la tristeza y el estrés que tú escogiste, no soporto que te quejes de él día tras día y que esperes que no me afecte, solo espero que te armes de valor y vueles, tal vez no en mi dirección pero si en una que te dé paz.

Te quiero por siempre, mamá.