Carta a nadie

Lo sé siempre lo supe. Sin embargo esa sospecha que ahora es certeza no ayuda para desaparecerlo. Quisiera que dejara de ser el protagonista de esta febril agitación. Ojalá sea pasajero, como los demás, y pido que así sea. Capricho de mes lunar y vino de deseo; que solo sea una ola de ímpetu acalorado, espuma de ardiente sofocación. Que se vaya, cual vapor de lluvia recién soleada. Que me abandone el anhelo por él, y desvanezca pronto cualquier palpitación descontrolada por ver sus higos carnosos y ojos de oscuridad.

Que renuncie mi deseo por probar de esa piel sabor oscuro que derrama tu voz al decir una bienvenida. Que la tersura de ella, no me incité a cometer la locura que mis labios ordenan. Que sea como siempre, y no permanezcas en mis besos que no he dado. Y no vean mis anhelos tu presencia, que provoca ideas en mi futuro. No deseo anhelarte cada noche con llanto de amargo sinfonía al saberte ajeno. Ni regalarte más suspiros que nunca escucharás, temblores proferidos por desear tu cabello entre mis conjuros. Para obligarte a mi ambigua estela y absorber tus cariños pequeños y tus pasos. Más estoy encadenado a no conocerte, me limito a pasar de largo, te dejo esperando que mi día no se sacuda, y que mi ánimo se apague en este deseo por tenerte. No me atrevo siquiera a dirigirte una mirada.