Revista Arquitectura
Ayer por la noche me hice esta pregunta, ¿por qué estudié arquitectura?, cuando llegué a casa con una tortícolis de caballo, con ojeras hasta las orejas y con ganas de irme a mi casa...Sí, a mi casa, que no es donde vivo ahora.., mi casa está a tres horas de avión, en Madrid.
Yo soy una de los muchos arquitectos expatriados que tuvimos que hacer las maletas porque en nuestro país no hay trabajo...Y yo juro que intenté salir adelante allí, con todas mis ganas.
Estuve dos años intentando trabajar como freelance, incluso monté mi propia empresa de visitas guiadas para arquitectos...Sí, sí, todo el mundo me decía que era muy buena idea..., pero no tuve más que problemas...Aunque tengo que decir que disfruté mucho haciendo las visitas por mi ciudad y explicando su arquitectura a gente que de verdad estaba interesada. Pero no me daba para vivir.
Como digo, muchos problemas más la desaparición completa de mis ahorros me hizo tomar la decisión de partir.
Me vine a un país del que tenía nociones básicas de la lengua, y en el que gracias a "dios" tengo primos que me pudieron alojar en su casa...pero me tocaba empezar de cero en todos, y digo todos, los aspectos de mi vida. Mi familia, mis amig@s de siempre se quedaban en mi ciudad natal.
Tengo que decir que llegué con ganas de comerme el mundo, después de dos años de fracasos tenía que conseguirlo...tenía que encontrar trabajo, y de lo mío.
A cada persona que conocía le decía mi nombre y a continuación..."soy arquitecta y busco trabajo".
Tengo que reconocer que tuve suerte, porque al mes y pico encontré trabajo como becaria.
Con la euforia de trabajo encontrado..., después de tanto tiempo, estaba feliz de levantarme a las 6 de la mañana e ir a trabajar...creí recuperar el amor por mi profesión.
Pero...¿qué me está pasando ahora...?, meses después..., que la euforia se ha pasado, cada vez estoy más tensa, me fatiga no poderme expresar con propiedad en el idioma en el que trabajo: me siento tonta..., echo de menos a mi familia, mis amigos y mi entorno..., y me pregunto por qué los políticos lo han hecho tan sumamente mal que nos obligan a ésto, a estar lejos de nuestras familias, intentando sobrevivir en otro idioma, tragando porque hay que trabajar.
Se que mañana me levantaré con otro espíritu, y que tengo que estar agradecida. Se que amo mi profesión y mi país de acogida tiene muchas cosas buenas. Pero quería contar mi experiencia porque hoy estoy desanimada y se que hay mucha gente en mi situación que se puede sentir un poco identificada...
A todos ellos, a vosotros los expatriados, os quiero mandar un ánimo muy grande...Que, como hoy me ha recordado una compañera de trabajo, nuestra profesión da muchas satisfacciones..., sólo que no hay que olvidar cuales son, y ser fuertes cuando estamos solos y lejos.