Querida madre sufridora:
Te escribo esta carta porque llevo tiempo viendo que no hay nadie que se digne a escribirte nada excepto consejitos que no has pedido, críticas mordaces disfrazadas de buenas intenciones, y encuestas que tratan de validar estudios seudocientíficos hechos para hacerte sentir mala madre. Hace poco que tuviste a tu retoño y las cosas no han resultado ser lo que tú pensabas que iban a ser, ¿verdad? Te sientes engañada por todos, sufridora, pero estás lo bastante abducida por el sistema como para no decir nada a nadie sobre tus verdaderos sentimientos, no vaya a ser que te tachen de mala persona, de mala madre, y de terrorista que pone bombas en supermercados para gente de bien. Todo ha resultado ser al revés de lo que te han vendido, madre primeriza, y frente al mundo rosa lleno de tules y rasos y sonrisitas, resulta que está la realidad, o sea, un mundo lleno de mierdas, pises, dolores, noches de sueño, y tocadas de cojones por parte de todo el que te rodea, ya ves tú. En la realidad, la tuya y la de todas, las mierdas del culo de tu retoño huelen, las noches son más largas que un día sin pan, la tripa colgandera que llevas casi a ras de suelo no vuelve a su sitio, y las ojeras y el pelo de paja que te adornan te alejan mucho de los anuncios de madres guapas y frescas que hay por todas partes. Y es que la maternidad es hermosa pero duele, querida, igual que el amor, aunque supongo que a estas alturas eso ya lo tienes bastante claro. Lo tienes tan claro que entre estudios de esto y de aquello, las yihadistas de la lactancia materna, las sectas de madres perfectas que te quieren absorver, todas con sus magdalenas caseras y sus mechas recién hechas, las opiniones de mierda de cuñados, vecinos, amigos, padres, y un largo etcétera que no has pedido pero que te meten por el trasero con un embudo, y demás cosas por el estilo como pediatras con libros con los que se contradicen unos a otros, y médicos que te tratan en las urgencias como si fueras subnormal, te debates todos los días entre el suicidio, o la huida en el primer autobús de la mañana a quien sabe dónde.
Pero a pesar de todo esto, querida primeriza, quiero decirte que aún hay esperanza para ti. Si eres capaz de sentar un momento ese cuerpo escombro que te ha quedado después del parto y leer con atención, erguirás la espalda por primera vez en mucho tiempo, y respirarás al fin. Mira, querida madre desastre, entre tanto dolor, hay una verdad que nadie te ha dicho porque no les conviene que la sepas, y es que eres una buena madre. Sí, lo eres, aunque no te lo creas. ¿Y sabes que más, querida sufridora? Que tu retoño no necesita tantas gilipolleces. Tu retoño no necesita debates sobre formas de lactancia, ni clases de inglés con dos años, ni estar más alto que los demás niños de su edad, ni andar a los tres meses, ni comer bocatas a los cinco meses, ni llevar ropa que no le roce ni la piel, ni que elijas ya sus creencias religiosas o políticas. Tu retoño lo que necesita es a su madre, y punto. Necesita que mires menos el móvil para leer estudios de mierda que leen tus vecinas super guays y más que le mires a él. Necesita que juegues con él como si fueras una cría de tres años y que te tires por el suelo con él si hace falta, necesita que te relajes más y que salgáis a disfrutar del sol, necesita que lo acunes si tiene miedo o le duele algo, y que lo cojas mucho, y le des mucho afecto, aunque haya imbéciles que te digan que lo vas a malcriar, necesita que lo metas contigo bajo las mantas si está triste o enfermo, necesita que le dejes estar contigo viendo como te arreglas esa cara de sufridora que se te ha quedado para salir, o como te haces un café con triple de cafeína para aguantar el día, necesita de tus besos, tus brazos, y tus miradas. La vida no es tan complicada, sufridora, aunque te hayan dicho que si. La vida pasa tan rápido que no te das cuenta, y si no quieres perderte las sonrisas del ser que has traído al mundo, deja ya de participar en los debates que se montan debajo de tu ventana sobre la teta, los biberones, y su putísima madre, y juega con tu retoño. Que les den por culo, en serio ¿A quien le importa como te organices el día, sufridora? ¿A quien tienes tú que dar explicaciones?, ¿ a toda esa gente que te juzga pero que no te ayuda en nada? Sé realista, no existen las madres perfectas, no te engañes más. Existen las que juegan a serlo, pero en realidad no existen. No permitas que te mientan más. Coge a tu retoño, y haz lo que mejor sabes, que es quererlo. Todas hacemos lo que podemos con lo que tenemos, escombro andante, no lo dudes. Deja a las super guays que sigan hablando de la necesidad de matar a todas las madres que no hacen lo que ellas creen que hay que hacer, y vive un poco tu maternidad, que si te relajas un poco, y pasas de agobiarte con tanta información hecha para atontarte, lo lograrás. No sufras más, querida compañera del metal; ponte un chándal, y sal con tu vástago a pasear, que pronto saldrán las flores, y la oscuridad del invierno quedará atrás. Un saludo, primeriza sufridora.
No lo niegues, te pasa a menudo...