Revista Opinión
Los 2 van por la vida como jodidos hombres de izquierdas pero son de derechas, de derechas de toda la vida como suelen decir los que realmente son de derechas.
Yo suelo decir que un tío de izquierdas es aquel que ama por encima de todo a la verdad y que está dispuesto a dar su vida para que impere la justicia.
Pero, claro, estos son los principios primigenios de los que se derivan, luego, un montón más.
Si tú amas la verdad por encima de todas las cosas, no tienes más cojones que admitir que tu amor ha de empujarte en todo momento a luchar por ella, sin decaer un jodido instante, o sea, coñoso Futbolín, que nada de devaneos con The Wire, porque con cada episodio de tal engendro diabólico que ves, estás sustrayéndole a la principal obligación de tu puñetera vida el don más precioso de ella, la propagación de la verdad.
O sea que cuando tú, jodido pequeñoburgués, dices que te has mamado ya 35 episodios de esa jodida serie, que no es sino la más canallesca versión del opio del pueblo, estás proclamando “urbi et orbe2, jodido cabrón, que has traicionado a tu principal obligación de propalar la verdad marxista entre todos tus coetáneos, como tan bien venías haciéndolo y te has convertido así en eso que yo llamo muy benévolamente “cochino canalla perfecto hijo de puta”.
¿No te gusta, verdad? Pero no es sino una somera descripción de lo que tú eres. Tú conoces la verdad todavía mucho mejor que yo porque la has mamado en las propias reuniones del jodido partido comunista, yo sólo soy un aprendiz amateur que ha ido siempre por libre porque no ha tenido otra oportunidad, pero tú, canalla de los canallas, has tenido la ocasión de mamarla en la mejor de las ubres del mundo y ahora vienes, jodido burgués, y te cuelgas del más asqueroso de los pezones de la fábrica de los sueños, que tiene embebida a toda la humanidad en un juego de sombras chinescas para que no piense en lo que debe de pensar y se entregue a los farisaicos brazos del peor de los embelecos. Traidorzuelo, más que traidorzuelo, que te has vendido el peor de los enemigos, los Usa, por mucho menos aún que un jodido plato de lentejas.
Te abomino con todo mi corazón como antes te amé por encima de todas las cosas.
Que te follen, pequeño traidor.
Y, luego, está el jodido artista, el asqueroso tipo que tañe la flauta de Hamelin. El tío que se pretende de izquierdas y no es sino el peor de los propagandistas de la peor de las fes. De la jodida fe usaniana que tiene sumido al mundo en el peor de los sueños, porque es un sueño supremamente plácido en el que es muy agradable dormirse.
Todo su furibundo odio a lo burgués no es sino la peor de las mentiras. Ama con insuperable pasión todo lo que dice combatir. Cada uno de los sueños opiáceos que el peor de todos los imperios del mundo lanza al aire para adueñarse de todas nuestras almas y someterlas a un sueño eterno tienen en él, sin duda, el mejor de los propagandistas, por eso si un día lo amé por encima del cariño que tengo a mis hijos, hoy, lo maldigo con todas las fuerzas de mi viejo corazón, porque ha sido el medio por el que los malditos Usa se han hecho con la voluntad del mejor de los camaradas que yo he tenido, el hombre que venía por aquí a hacer un trabajo que ya se escapa a mis débiles miembros.
O sea que este tipo, el tal Adrián Massanet, es mucho más peligroso que aquél, porque el jodido Futbolín, en realidad, es la víctima, el pobre y canallesco drogadicto que se ha dejado inducir al peor de los vicios, pero el jodido cineasta es el mismo Diablo, que viene por aquí, con sus buenas palabras y nos va liando a todos con su canallesca alabanza de todos esos genios cinematográficos que han vendido sus almas a peor de los oros que no es el de Moscú, como se nos venía diciendo, sino el del maldito Holywood, la jodida, la canallesca, la asquerosa, la repugnante fábrica de los peores sueños, ésos que son capaces de anular para siempre incluso el afán de servicio a la verdad y a la justicia de un tipo como el que antes era el jodido Futbolín.
En cualquier caso, que el Dios, en el que yo sí que creo, los maldiga a ambos hasta tal extremo que se confundan del todo y el jodido artista se transforme en el vehículo para que la auténtica verdad marxista llegue hasta el último de los confines de este asqueroso mundo y el otro, el jodido Futbolín, se vaya a Holywood a tomar por culo, si es que encuentra a alguien con el suficiente malgusto.
Que los follen, coño, que los follen.