Nota del editor: Hace unos días recibí de manos de una buena amiga, joven teatrista trinitaria, la siguiente carta dirigida a nuestro eterno Comandante en Jefe Fidel Castro, me dijo que como no tenía como hacérsela llegar a él la publicara en nuestro blog para que los lectores supieran de su respeto y su cariño hacia el eterno gigante. Espero que algún día llegue a él este mensaje. Mientras tanto yo saldo mi deuda con mi amiga al publicar sus palabras.
Trinidad 29 de agosto del 2013
“Un amor grande nace, donde una idea echa raíz.”
Querido, queridísimo Fidel:
Una estrella de este tiempo brilla, es mi tiempo también y se escapa sin un beso mío. Descubriendo un amor gigante hacia la humanidad he pensado en hombres grandes –he llorado mucho-: he leído a Martí, un Martí que empequeñecido y magullado debe existir en cada sueño noble de todo ser, luego nos hacemos adultos y el sueño se achica hasta ser solo un punto en la distancia, a veces borroso, he descubierto a pocos caminando hacia él, hasta lograr incluso que otros lo vean. Tengo un beso tímido, temblando por mi patria, pues aunque se agiganta para que lo sienta es una gran patria esta que tengo, y mi beso es solo un beso taimado que se acurruca en la voz de Martí cuando dice: “…deja que la gente vanidosa e infeliz se entretenga royendo los huesos del mundo.” Hoy se fía mi beso del mejoramiento humano, no hay otro camino, es mi amor cosecha de mucho dolor y luto, revienta mi beso dentro de él solo para hacerse grande y viajar hacia la estrella esta que brilla.
Hoy me han saltado las carnes, sé ha sido mi alma estrujada por la desnudez del mundo ante los ojos de Martí, y te he visto tan gigante que todas mis hambres no fueron más que las hambres de un grano de arena en los cimientos de una pirámide hacia el futuro. El camino se ve engorroso, es por eso que es camino y no vereda hacia la lentejuela. Ahora lo sé, Cuba es mi casa, mi patio, mi almohada, tengo una Patria grande: el mundo, con una humanidad dormida por los que odian y destruyen. Tengo esa Patria que urge y es mi casa quien se levanta y con un beso que estalla ante el fusil hace que Pinochos corran como niños y a carcajadas, despierten.
Que llegue este beso (y no estará más solo y frío vagando tras la estrella que se escapa).
Tuya,
Adriana Rivero Martínez.
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