Queridos ahijados confirmados:
Otra vez (para mí) la confirmación, para ti será la primera, la última, la única. Gracias a ella recibirás la Gracia con mayúscula y confirmarás (reafirmarás) lo que ya se te dio en el bautismo, la realidad de ser hijo de Dios. Como lees, como suena, hijo de Dios. Lo que Jesús –el Cristo- fue por naturaleza, tú lo serás misteriosamente igual pero por gracia, por este don espiritual, gratis, que se te comunica por los sacramentos. Por el primero, el Bautismo, y si eras pequeño, por decisión de tus padres o padrinos, entraste en la Iglesia, la familia de los hijos de Dios; por la Confirmación, porque tú quieres, porque tú lo decides, te haces “soldado de Dios y templo del Espíritu Santo”, es como decir, te convierte en defensor de la causa de Dios, de su Ley (el Amor), y templo o catedral del Espíritu Santo. ¡Qué belleza, qué grandeza! Y por eso nos alegramos cuantos formamos parte de ella, quienes creemos que es la Verdadera, porque es Una, Santa, Católica y Apostólica.
Ayer tuve la suerte de participar en tu sacramento de acuerdo con la ceremonia preparada por el Arzobispado de Lima en la Parroquia de San Marcelo. Al pensar que la iglesia fue creada en tiempos de Santo Toribio, en 1585, me vino a la memoria que el segundo arzobispo de Lima, Santo Toribio Alfonso Mogrovejo, fue quien confirmó a un millón de peruanos, entre ellos a Santa Rosa y a San Martín. ¡Buenos ejemplos para vivir la confirmación: Un llamado a la santidad, para hacer del suelo un cielo!
Déjame decirte que me sentí feliz al verte parte de mi Iglesia, la tuya también, la de mil millones de personas, y ¡Dios quiera! que pronto lo sea de los siete mil millones del planeta. ¡Qué belleza las oraciones en las que renovamos nuestras promesas bautismales! Fuera el pecado, la hipocresía, el mal. Compromiso con el bien, coherencia, el bien. ¡Gracias, Iglesia de Lima; gracias catequistas, gracias arzobispado, gracias Padre Santiago Caballero que confirió el sacramento por delegación del Sr. Arzobispo! Gracias por este milagro que mes a mes se repite en cientos de jóvenes, dispuestos a la lucha, decididos a forjar un mundo nuevo, imantados por Santa María, Madre de la Iglesia, gozosos de vivir en el día a día un permanente magníficat, con audacia intrépida de llevar el Evangelio a todos los rincones. Y donde Dios nos plante, florecer.
Ánimo, ahijados, oramos por ustedes, oren por nosotros. Todos unidos, en familia, trabajemos por la paz, la justicia, la caridad. Que no se diga que con la confirmación desaparecen del mapa de la Iglesia porque ya consiguieron el “papel”. El “papel” del laico cristiano es el de profeta (que denuncia el mal y anuncia el bien), sacerdote (consagra el mundo para Dios), rey (sirve a los demás).
Me despido compartiéndoles un texto del Papa a los jóvenes de la pasada JMJ en Madrid:
Si permanecéis en el amor de Cristo, arraigados en la fe, encontraréis, aun en medio de contrariedades y sufrimientos, la raíz del gozo y la alegría. La fe no se opone a vuestros ideales más altos, al contrario, los exalta y perfecciona. Queridos jóvenes, no os conforméis con menos que la Verdad y el Amor, no os conforméis con menos que Cristo…
En Jesús y María, te encomienda y te saluda cordialmente, tu padrino
José Antonio Benito