Querido Pedro:
Acabo de enterarme por los medios, de tu deseo de hacer una película sobre las víctimas del franquismo que todavía siguen entarradas en alguna zanja, como tú mismo dijiste en Nueva York hace escasas fechas. El simple hecho de que pienses en dirigir otro film ya me preocupa bastante, pues de la frescura que tenía mujeres el borde de un ataque de nervios o Pepi Luci Bom y otras chicas del montón, pasaste a firmar bodrios como los amantes pasajeros, tan chabacana como de mal gusto y cuajada de homosexuales, no se si por tu orientación sobre el particular o porque verdaderamente crees que la expresión de tu película se ajusta a los porcentajes reales que se encuentran en la calle. Me preocupa ahora especialmente que quieras revivir la guerra civil española, en primer lugar por lo manido del tema y en segundo lugar, por el sectarismo que anuncias con tus declaraciones. Mira, querido Pedro, entre los años treinta y seis y treinta y nueve, y durante la primera parte de la dictadura, hubo muchos más muertos del bando republicano que del nacional, precisamente el motivo por el que estos últimos ganaron la guerra; aunque soy pacifista de corazón, las batallas son así, se apunta la victoria quien termina con más enemigos, con más enemigos muertos, quiero decir. Ahora bien, recuerda que en las zanjas, en las cunetas, en Paracuellos del Jarama y en muchos más sitios, hay otras víctimas enterradas, de otro color político, y desde luego, en menor número, pero a las que supongo con los mismos derechos a que se denuncie la barbarie de la guerra que aquellas otras sobre quienes amenazas con dirigir una nueva película. Mi consejo, desde luego, es que no lo hagas, por lo menos hasta que recuperes la capacidad de hacer un cine razonablemente aceptable y que perdiste cuando la crítica te subió al olimpo de los dioses, desde el que en ocasiones, nos ilustras con perlas políticas dignas del mayor elogio. Cuando recobres, digo, las virtudes perdidas, dirige una película sobre la guerra civil, sobre la barbarie que supone por parte de los dos bandos, sobre el sinsentido de cualquier contienda armada, sobre la tragedia de todos los muertos enterrados en las cunetas por unos y por otros, y utiliza el cine para transmitir un mensaje de paz que nos alcance a todos y no el de tu peculiar sectarismo social y político.
Como dirían los mejicanos, que te vaya bonito.
Alejandro Pumarino