( no es parte del cuento, pero Felipe Espinosa es considerado el primer asesino en serie de México, la historia dice que escribió varias cartas al gobernador John Evans, quien gobernó en ese momento el estado de Nuevo México. Las fuentes no concuerdan en cuantas personas mató. Me tomé algunas libertades en la historia, porque es un cuento, no un relato histórico. El cuento transcurre en una de las cartas de Espinosa a Evans, estas cartas las escribió antes de que lo mandaran matar).
Carta al gobernador John Evans
Mayo/1863
Pobre, marginado y segregado, así es, comparto las mismas características que el norte de mi país. “Somos un mismo país”, se jactan de un nacionalismo inexistente, ninguno de ellos se han acercado al norte, las urbes sureñas del país florecen, mientras acá la tierra sobra y es desaprovechada porque solo “habemos” campesinos sin recursos suficientes para trabajarla. Dicen que la discriminación racial desapareció en la Independencia, sin embargo, mis compatriotas me llaman “mestizo” y tal vez sea cierto, pero tal vez, y solo tal vez, alguien debería enseñarles a esos sureños lo que es el verdadero patriotismo y Dios me ha dado la oportunidad.
Hace 37 años Texas se independizó “sin ayuda de tu país”, y yo honestamente no creo que haya sido así, pero no pasó de ahí, hasta que hace 15 años bombardearon con artillería pesada mi casa y en el acto mataron 6 familiares, solo éramos una familia de civiles, sin intereses bélicos y pobres, pobres a más no poder, ustedes se llevaron una parte de mí, ¡6 familiares que fueron arrancados de mi lado por la ambición de ustedes! ¡6 seres amados que no volveré a ver en mi vida! Pero eso ya pasó, es algo que no se puede cambiar, ya no, es tarde para ellos, pero yo puedo hacer algo, algo más. Los norteamericanos cruzaron la frontera con malas intenciones y causaron daños irreparables, pero no fueron castigados, mi país les permitió que satisficieran su enferma hambre por territorio.
La oportunidad que Dios me ha ofrecido es el consentir mi venganza; hace seis meses con ayuda de mis primos me colé dentro de su país de egoístas ambiciosos y logré mi primer asesinato, la escena se puede describir de la siguiente manera: él era un varón alto, bien parecido, de tez blanca; portaba ropa fina, como la que nadie de mi familia podría permitirse ni en sus más salvajes sueños y también llevaba una distintiva medalla del octavo batallón de caballería de Tennessee, él había peleado en la guerra contra México y estaba portando esa medalla con alegría, tanta que parecía que se sentía orgulloso de haber masacrado civiles. Al ver su alegría me invadió una fuerza sobrehumana y acompañada de esta surgió un odio, un rencor, una furia en mi interior, pero también surgió una misión. Seguí al caballero hasta un lugar despoblado y lo golpee fuertemente, pero no me sentí satisfecho, así que lo seguí golpeando hasta que la sangre de mis puños se mezcló con la suya, no me di cuenta en el momento en él que falleció, yo solo le seguí golpeando, pero una vez más no me sentí satisfecho, sentía que el caballero no había pagado su deuda, entonces desenfundé mi viejo cuchillo y con una sola tajada le abrí el pecho al hombre para sacar su corazón que ya había dejado de latir.
Así fue con otros 26 gringos este verano y seguirá así, hasta que mate a otros 574 gringos, cien por cada familiar que me fue injustamente arrancado por ustedes; sin embargo, hoy maté a otro, y no sentí lo mismo, no siento que mi venganza esté culminada, pero creo poder perdonarles si me indultan de todos mis crímenes, me piden perdón públicamente y me ofrecen la suficiente tierra, de no ser cumplidos mis términos los asesinatos seguirán hasta llegar a mi meta de 600 gringos. Soy un hombre razonable y por eso les ofrezco esta oportunidad.
Felipe Espinosa.