!Como me gusta llamarte así! Hoy pensaba en ti y miles de imágenes me asediaron. Recordaba en como llegaste a mí a pesar de mi escepticismo. Cuantas veces me imaginé buscándote, tragando a minúsculas dosis o enormes cucharadas lo que me deparaba la vida en este eterno deambular. Con los ojos abiertos y curiosidad de niña, deseaba volver a ilusionarme, a reír ante lo más especial y sorprendente que existe: el Amor. Tú.Ese mismo que te envuelve y te embauca, el que sobresalta y no da tregua. Porque por mucho que intentas desasirte de esa ruleta que tú creías marcada por el destino, te atrapa. El amor no es una ecuación, no tiene reglas, sólo te arrastra dulcemente y te transporta hasta ese mismo instante en que claudicas voluntariamente. Única batalla en la que entras por decisión propia, sin oponer resistencia. Te arriesgas, te dejas llevar, desprendiéndote de mascaras y tabúes, desarmándote ante tu “enemigo”, mostrándole sin reservas todas tus cartas. Un enemigo, que precisamente deseas y anhelas. En ese momento no hay preguntas, ni respuestas lógicas. Es una marea que te impulsa adelante sin buscar motivos, sin atenerte a porqués, ni razones, sólo sabes que quieres Que es superior a tus fuerzas.Y es cuando crees haber alcanzado todas las metas o haberlas perdido para siempre, cuando tu mundo se tambalea y caes de bruces. No sabes que es, pero un algo indescriptible ha comenzado ya ha mordisquearte el estomago. Solo aciertas a sonreír, consciente que -aun en lo inexplicable de la situación- te sientes bien. Tontamente fascinada.Así que aguantas la respiración, miras a todos lados con desconfianza y piensas:
-¿Habrá trampa? O será verdad que el amor ha llegado
©Samarcanda Cuentos-Ángeles.