Querido tu,
Hoy quiero escribirte para despedirme de ti, agradecerte estos años juntos, agradecerte tu ternura, tu bondad, tu corazón y aunque lo intenté, de verdad lo intenté con todas mis fuerzas, con toda mi alma y todo mi corazón, no pudimos ser felices ni pudimos ser dos corazones sanos, arrastrábamos demasiadas heridas, demasiadas mochilas llenas, que nos impidieron continuar el camino juntos. Las ilusiones, los sueños, el amor se fue apagando entre dolor, lágrimas y reproches, pasamos de darnos paz a darnos dolor, sin querer dañarnos, nos hicimos daño, pero dentro de todo, me quedo con aquellos momentos donde simplemente estar a tu lado, era suficiente, simplemente estar en el mismo lugar era paz, simplemente por el hecho de existir y saber que compartía contigo algo más que miradas, paraba mi corazón.
Me costó un año darme cuenta que me había enfocado en ti, en vez de en mi, que mi vida giraba entorno a ti y no entorno a mi y tu no tienes nada que ver con eso, fueron mi mente y mis emociones quienes te hicieron necesario en vez de libre de ti para estar contigo, imprescindible en vez de a mi lado, acumulando en mi vida y arrastrando todas las heridas de estos años engullidas en nuestra relación, sin saber como manejarla y viéndola a través de los ojos equivocados llenos de juicios y creencias inefectivas.
Me costó otro año más desenamorarme de ti, olvidar aquellos momentos donde tu mirada limpia y cristalina, iluminaba mi ojos, daba aliento a mi respiración y creía que serías ese compañero de vida, ese cómplice que aunque aplaudía y entendía mis locuras, siempre tenía una mano donde si me caía, podía apoyarme. El dolor fue extremo, mis dudas, mis miedos de volver a caminar sola de nuevo, cuando creí que ya no lo volvería a estar caminando sola nunca más, que tendría esas alas de ángel a mi espalda, que sabía que si daba un paso en falso, podía caer y me iban a arropar… volver a sentir de nuevo, la ausencia de unas alas de ángel terrenal, fue difícil, muy difícil… y aunque tuve personas a mi lado que no me dejaron caer, el dolor se clavaba una y otra vez.
Pero después inició el camino más difícil, el de reencontrarme conmigo misma… el de arrancarme todas las costras que tenía, para levantar las heridas, lavarlas, dejarlas cicatrizar ahora sí y sanarlas de una vez por todas, por fin… vaciar mi mochila y elegir detenidamente qué sí me iba a acompañar y qué pensamientos inservibles debía eliminar, para no trasladar a relaciones futuras, empezando por mi relación conmigo misma, ni pasados, ni aflicciones, ni laceraciones, ni comparativos, ni juicios, ni reclamos, ni dolor que provoque que salga mi ego herido y berrichudo sintiendo la necesidad de defenderme mientras me ataca a mi con culpas ficticias mentales para controlarme o los demás con ataques que causan dolor por no aceptar el mío... fue extremadamente y casi caer al borde de la locura, mirarme al espejo y darme cuenta de la poca autoestima que tenía en ese momento, sin encontrar mi amor por mi misma, del poco valor que me daba y poco a poco eliminando aquellas personas en mi mente que las hice villanas para poder ser víctima, que es más cómodo y más fácil, ¿En que momento pasó?… tuve que congraciarme con mi niña interior, escucharla, apapacharla, abrazarla y decirle que todo iba a estar bien y que volviese a reír y jugar, que a los adultos nos dejase la responsabilidad de luchar. Mirarme en el espejo y ver como me escondí dentro de mi propio cuerpo para no sentir, para no lidiar con el dolor, dejando que la vergüenza invadiese mi mente y mi corazón sin razón, así que tuve que reconstruirme a mi misma, recuperar aquella Laura que se escondió y que brilla sola y eliminar aquellas creencias que se habían implantado en mi cerebro y no me dejaban ser yo misma, libre, salvaje, segura, guerrera, apasionada, comiéndose el mundo, revolucionándolo y alborotándolo también… es mi esencia… y esa es la que siempre fui, solo que en algún momento, me olvidé de mi, probablemente porque no me gustaba la persona en que me convertí. No todo fue dolor y lágrimas, porque también recordé quien soy, lo que me merezco, que es todo en esta vida, y lo valiosa que soy, tuve que sumergirme en mi sombra, abrazarla e integrarla, para poder ver e identificar mi luz, la cual brillaba más que nunca, por eso las estrellas solo se ven en la oscuridad...
Han sido 6 meses difíciles, muy difíciles, engullida en el transitar camino del héroe, pero gracias a ellos, me di cuenta que estaba en una fase crisálida necesaria, para por fin poder hoy abrir mi alas, dejando atrás 22 años que no quiero volver a repetir, de amores apasionados, dolorosos pero necesarios para llegar al más importante, el amor propio, pues sin él, no me interesa nadie más… y con mi próximo compañero de viaje, así sea, que primero se ame así mismo y luego me ame a mi, no podemos compartir lo que no tenemos dentro... que quiera compartir su vida, no supeditarla a mi, que esté porque quiere estar, no porque no pueda estar solo, que no me reclame, se comunique, que no me genere más heridas, en todo caso nos ayudemos a sanar las que queden porque maduramos, que evolucione conmigo, que no crea que porque mi punto de vista es diferente, estoy peleando, que nos sintamos cómodos siendo quienes somos, sin fachadas, sin aparentar, sin buscar aprobación emocional para alimentar falsamente nuestra autoestima, pero eso sí con la empatía para no buscar destruirla, sin necesidad de cambiar para encajar, más bien con la humildad de aprender y evolucionar juntos, a una mejor versión de nosotros mismos, en una relación con equilibrio, balance, que brille con luz propia y me deje aplaudírsela y no crea que el brillo individual opaca al del otro y se sienta afectado, al contrario, que haga que brille con más fuerza, una relación que no esté basada en obligaciones, sino en acuerdos, con respeto, valores y poniendo límites claros, acuerdos en conjunto, porque si desde el principio las cosas son claras, así como lo que cada uno quiere y espera sin esperar del otro y están de acuerdo, la única razón por la que una relación se perturba, es porque alguno de los dos, rompió el acuerdo, así que nos lleva al punto de inflexión, una relación basada en la confianza, un cómplice con quien podamos sentarnos a contar parte de tu vida sin desnudar el cuerpo y desnudar el alma, con quien no tener secretos sobre mis sentimientos, que llegue la noche y bese nos besemos a veces con dulzura y otras apasionadamente, nos saquemos los miedos y nos incluyamos en nuestro presente, porque el futuro no existe y estaremos juntos siempre y cuando tengamos una relación sana, sin hacernos daño no dejar que nuestro ego herido, dicte nuestras acciones. Un cómplice que entienda que la lealtad es el arte de apoyarse y defenderse a muerte, aunque en privado me ayude a ver mis errores y a cambiar mi perspectiva de observador para ver las cosas desde mi punto ciego, alguien donde a pesar de las diferencias, sea un remanso de paz donde descansar del mundo exterior, acurrucarse y respirar lento… dos personas que se aman a sí mismas, solo así seremos capaces de amar y recibir amor de forma sana, construyendo relaciones de valor basadas en la empatía, acuerdos, comunicación y ese amor evolucionado, real, que aunque lleno de antónimos, porque así es el amor, explicable e inexplicable, se vuelve tan apasionado como relajado, pero sobre todo lo que nos hace sentir finalmente paz interior y paz mental, porque a pesar de las discusiones y diferencias, no existe el querer controlar al otro con chantajes ni dramas, sino poniendo encima de la mesa el corazón para entender al otro y entender si dolor o su alegría, solo para poder decir, te escucho, estoy aquí, incluso cuando no te entiendo, no estoy de acuerdo porque de eso se trata de no hacer daño con las palabras, de sentir que aunque los sentimientos y emociones puedan teñirse de negro o de rosa ilusorio, son reales, reconocerlos implica empatizar, una de las características básicas del ser humano para tener relaciones sanas, un cómplice donde apoyarse cuando mis piernas tiemblan y necesite un abrazo en silencio, haciéndonos saber, que pase lo que pase, está ahí, porque un abrazo muchas veces vale más que mil palabras, alguien que te elige todos los días, sabiendo que contigo nada será fácil, pero te acepta, te quiere y decide estar día tras día.
Alguien con quien reír, que me haga sonreír no busque derramar mis lágrimas y si algún día así lo hace, respete que a veces salgan, se siente con apertura a secármelas y hablemos consciente y maduramente de la realidad y no sobre la imaginación de las cosas, aclare malos entendidos desde el amor, no desde el ataque, que sepa que a veces esos cuentos que nos contamos, pueden interferir, pero en equipo, la comunicación efectiva se encargará de disiparlos, porque las promesas y cumplirlas, son la base de la emocionalidad sana de una relación.
Que sea libre, que disfrute su tiempo sin mi, porque quiero que el tiempo que decida compartir conmigo, lo haga porque así lo quiere, sin apegos, sin necesidad, solo porque así se lo dicta el corazón, un hombre reciclado, consciente que se ha priorizado para atreverse a caminar y a volar junto a mi, una mujer que se ha reinventado, que ha resurgido de sus cenizas y merezco contar con la complicidad de un hombre que ha trascendido sus heridas y ha roto sus patrones, que no tema a la opinión de la gente porque merece compartir su tiempo con una mujer que ya no tiene miedo a ser señalada con el dedo, que no se conforma, que lucha por lo que quiere y que no tiene miedo a los cambios, un hombre que viva en el presente y cuida su mente, merece ser abrazado por una mujer que es consciente, canta, baila y brinca descalza por la vida, porque de eso se trata de sentir la interdependencia del Universo que nos rodea, donde somos fractales y reflejos, donde la libertad de sentir, amar y evolucionar motive esa conexión indescriptible con palabras.
Porque yo misma daré lo mismo que pido a cambio, ni más ni menos, al revés, equilibrio, balance, madurez, pasión por la vida y ya nos encargaremos del cómo, ahora solo me interesa el para qué, así llegar al qué, porque el cómo será parte del arte de llegar a acuerdos, de vivir la relación y de ir ajustando la brújula a cada paso avanzado, bajo la inesperada vida que tengo por delante.
Con cariño y mucho amor a mi misma,
Yo