Revista Educación

Carta de deshonor. O la necesidad de un doudou.

Por Noelia-Golosi @ElBlogDeGolosi

Querida amiga Rubi,
Te escribo estas líneas para confesarte que te he fallado, que mi promesa se ha ido a fer la mar y que eso de que a tu retoño no le va faltar de nada cuando llegue a este mundo loco quizá sea cierto, pero no gracias a mí. Sí, amiga Je, es así, sabes que nunca miento y no iba a hacerlo hoy.
Que por qué te digo esto precisamente ahora, a un mes escaso de que nazca el pequeño Te? Pues porque es cuando se ha dado la circunstancia, tras las vacaciones; no creas que te llevo engañando mucho tiempo. Es ahora cuando mi orgullo y mi creerme perfecta se han visto aquejados, y sin necesidad de mirarme al espejo, que para eso soy madre.
Tranquila, no es que no vaya a cumplir con la ley no escrita del gueto en lo que a regalos de recién nacidos se refiere, nada de eso, que no soy tan ruin. Y mira que total yo ya he cobrado los que me tocaban y podría darme el piro sin que mi bolsillo se viera afectado, pero como es de bien nacida ser agradecida - o eso dicen -, la opción de hacerme la longui y no agasajar al próximo miembro guetil ni se me ha pasado por la cabeza, ni un poquito, en serio. Bueno, sí, pero sólo en un suspiro cortito y mientras voy escribiendo la presente. A qué viene esa expresión? Vamos, no hará falta que te cuente que es una forma de hablar escribir. Tú mejor que nadie sabes que para mí nuestra amistad es algo imprescindible y que tu bebé va a significar en mi vida como un sobrino, o más, y que si de su tía yo depende, nunca le faltará de nada. Ups! - guantazo en la boca que me doy -, que eso ya no puede ser, que ya no lo cumplo; de eso trata esta carta, si es que me voy por los Cerros de Úbeda y pierdo el hilo y hasta el sentido.
A lo que iba, que a este paso lo que empecé como una nota confesional va a acabar como el Testamento, no sé si el Nuevo o el Antiguo - que ya sabes que no entiendo -.
Recuerdas el día que te lamentabas de no haber encontrado calos - doudous o trapos de compañía para el resto de lectoras - como los que regalaste al nacer a Miss, Ma y Ab? Que te gustaban mucho y querías un par iguales para tu bebé, por eso de tener de quita y pon, recuerdas? Y recuerdas que dije yo? Acaso me callé o simplemente te dije "sigue buscando" cual palo de helado? Noooooooooo, pa'qué iba yo a ser tan precavida, que sabiendo que Murphy existe bien podía haberme callado, digo yo. Pero no, qué mejor que ofrecerte el calo de mi niña.
- No hace falta, miraré en el Textura, que igual les queda algo parecido
- Anda! Tranquila, yo te doy el de Miss, que está nuevo; si ella siempre ha pasado de trapitos, calos e historias de esas, que no había forma de pequeñina. Y Míster... bua!, no te preocupes, que él con su trapito de gasa va más feliz que una perdiz. Si tiene varios calos y pasa de ellos. Lo que yo te diga, que la próxima quedada te lo traigo, y no hay más que hablar.
Recuerdas?
Pues olvídate. Que te lo estoy diciendo, que no soy mujer de palabra. Bueno, eso y que Miss ha descubierto a sus cuatro años una nueva necesidad vital a la hora de dormirse. Necesita su calo. Y no cualquier calo; ha de ser ese.
- Sí, mamá, ese blanco que tenía un conejito que vi una vez en el cajón del armario, te acuerdas? Tiene que estar
- O_O

Carta de deshonor. O la necesidad de un doudou.

El objeto que me ha hecho perder mi honorabilidad


Imagino que la fiebre por el calo no perdurará eternamente, ni siquiera creo que llegue al nacimiento de Te. Vamos, en cuantito asimile nuevas experiencias y deje un poco aparcados los recuerdos de las vacaciones con su amiga Ab - NoSinMiCalo la llaman - verás que da puertas al susodicho. Pero claro, la poquita honorabilidad y orgullo que me quedan no me permiten obsequiar al recién nacido con un trapo sobado, arrastrado, chupado y relavado.
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