Sr. político, desearía llamarle estimado pero no me lo pide el cuerpo.
Empiezo a estar un poco harto de sus opiniones, de sus acciones, de sus inhibiciones, de su disciplina de partido, de su escalafón, de su meritocracia y de todo lo que suene a tomar decisiones en función de sus apetitos o los de su partido aunque sean alejadas de lo que los ciudadanos esperábamos cuando se nos ocurrió depositar la papeleta dentro de la urna.
Cuando usted lo desee, estoy dispuesto a cambiar mi trabajo por el suyo. No se si yo podría hacerlo mejor que usted pero tengo serias dudas que usted simplemente pudiera hacer lo que, según usted, yo tan mal hago.
¿Se preguntará que hago yo?
Pues bien, atiendo de la mejor forma que puedo a aquellas personas que lo demandan (no como usted que se niega incluso a darme explicaciones en los organismos oportunos y en los medios de comunicación de sus faenas)
Atiendo a aquellos que sufren un problema de salud, a veces de otra índole, asumiendo mi responsabilidad por cada una de las decisiones que adopto (no como usted que no dice nada y cuando le pillan dice que nada es responsabilidad suya).
Si no ve vacuno de la gripe, me amenaza con ser un peligro público sin talento por el riesgo de contagiar a los pacientes (por cierto cuando venga la epidemia se habrán pasado los efectos de la vacuna), pero si tengo que coger la baja por una conjuntivitis viral epidémica y muy contagiosa ya se ha ocupado de decidir descontarme del sueldo la parte que al parecer no merezco por el riesgo que asumo.
A pesar de todo le deseo que disfrute de esta Navidad….
PD: Ah se me olvidaba, gracias por devolverme otro dia de los muchos que me han quitado, como es Navidad está usted muy dadivoso.
