- No me des todo lo que te pida. A veces solamente pido para ver más claro donde puedo escoger.
- No me grites. Te respeto menos cuando lo haces y me enseñas a hacer algo que no quiero aprender.
- No me des siempre órdenes. Si me pides las cosas, en lugar de obligarme, yo lo haré con más interés y más gusto.
- Cumple las promesas. Las buenas y las que me hagan sufrir, tanto los premios como los castigos.
- No me compares con nadie. Mucho menos con mi hermano o mi hermana. Si me presentas como mejor que los demás alguien sufrirá. Si me presentas como peor que los demás seré yo quien sufra.
- No cambies de opinión con demasiada frecuencia, sobre lo que yo he de hacer. Decide y mantén la decisión tomada.
- Deja que me valga por mí mismo/a. Si lo haces todo por mí nunca aprenderé.
- No mientas delante de mí, ni pidas que lo haga por ti, ni que te siga una mentira para sacarte de un compromiso. Harás que me sienta mal y que pierda la fe en lo que me dices.
- Cuando haga algo mal no me exijas que te explique el porqué. A veces ni yo mismo/a sé, y otras veces me obligas a mentirte porque no estoy preparada/o para hablar contigo.
- Cuando te equivoques en algo admítelo. Así crecerá el buen concepto que tengo de ti, y me enseñarás a admitir mis errores.
- Trátame con la misma amabilidad y cordialidad con la que tartas a tus amistades. Que seamos familia no implica que no podamos ser amigos o amigas también. No me pidas que haga una cosa que tu no lo haces. Yo aprendo y hago lo tu haces y no lo que tu dices.
- Cuando te explique algún problema no me digas "ahora no tengo tiempo para tonterías" o "eso no tiene importancia". Intenta comprenderme y ayudarme.
- Quiéreme: con hechos, con caricias y con palabras. Me gusta sentirme cerca y oírte decir que me quieres.
Gracias
Vicenç Arnaiz