Estimados Señores,
Procedo a escribir esta carta ante la desesperación que me entra al comprobar a día de hoy en qué se ha convertido la profesión de seleccionador de empresa. Para empezar veo que la falta de profesionalidad brilla por su ausencia y que cualquier persona vale para gestionar el talento que ya existe o el nuevo que pueda llegar.
Los seleccionadores tratáis a las personas como un recurso más, sin mostrarles el más mínimo respeto ni se les da un trato adecuado que merecen. Los candidatos nos están dedicando su tiempo. ¿El nuestro es mejor, más válido que el suyo? No os ponéis en su lugar ni en su posición porque en el fondo os da igual todo lo que no seáis vosotros. Los candidatos carecen de importancia para vosotros, sin daros cuenta de que todos son importantes porque transmiten una imagen sobre el trato que les da vuestra organización.
Muchos seleccionadores efectuáis las entrevistas de forma mecánica, sin pensar porque para vosotros todos los candidatos son iguales y la cuestión es encontrar alguno que os salve la papeleta para ocupar esa vacante. Trabajáis para quitaros “el problema de encima” en vez de para encontrar la persona adecuada. Os dedicáis a preguntar cosas cada vez más innovadoras, pero al mismo tiempo, carentes de sentido para los candidatos y, por supuesto, para vosotros porque las respuestas no os ayudan demasiado y termináis guiándoos por sensaciones. Hace tiempo que todas las líneas coherentes en el mundo de la selección inciden en profundizar en las competencias clave de cada posición. Sin embargo, ¿por qué vais a hacer caso vosotros, si siempre habéis hecho las cosas de otra forma? Si determinados candidatos resultaron inadecuados para la organización siempre fue culpa de otras cosas que nada tienen que ver con vosotros. Igualmente, os negáis a incidir en indagar en las funciones que cada sabe realizar en relación con el puesto y, es más, que os las demuestre en varias pruebas prácticas que les pongáis para estar seguros de que pasan los mejores. Después os sorprendéis con que más de un candidato os engañó y no sabe ni la mitad de lo que os dijo.
Seguís formulando preguntas del tipo ¿Cómo te ves dentro de 5 años? Cuando eso no lo sabéis no vosotros mismos. Y si el siguiente puesto en el organigrama es vuestro puesto, ¿que pretendéis? ¿Qué os diga que en vuestro puesto? De la misma forma os encanta preguntar ¿Qué libro estas leyendo ahora? Cuando en muchas ocasiones vosotros mismos sois los que hace años que no leéis un libro de ninguna temática. Y por otro lado, no os enfocáis en saber qué logros han conseguido en las tareas similares a las que ocuparan en vuestra organización.
¿Sois los Dioses del Olimpo? Porque os mostráis con una actitud superior a los candidatos. No pasa nada si vosotros les hacéis esperar pero si son ellos los que os lo hacen, ya estáis marcando la cruz de “no válido”, sacando conclusiones categóricas que les restan puntos. Cuando los seleccionadores son los primeros que deben dar ejemplo a los candidatos sobre aquello que aplican. De la misma forma, los seleccionadores de hoy en día prometen pequeñas cosas a los candidatos, como “os llamaremos para indicaros en qué estado quedó vuestra candidatura”. ¡Si hombre! ¡Como que alguno lo hacéis! Si en algo tan sencillo como esto, ya faltáis a la verdad… ¿cómo pretendéis que vuestra palabra tenga valor dentro de vuestras organizaciones y las personas que conforman esa organización? No es una obligación, pero es algo que decís y vosotros mismos sois los que debéis decidir qué papel tomar y como actuar.
¡Cómo no acordarme de las cúpulas de poder de las organizaciones que prestan especial atención a los costes y no a las personas que las conforman porque para empezar cualquier tipo de profesional vale para gestionar el talento! ¡Costes! ¡Costes! ¡Costes! Se os ve como al “Tío Gilito”, con los ojos con el símbolo del dólar, o del Euro, como queráis… La degeneración de recursos humanos comienza por pretender que sea un axioma de vuestras decisiones sin darles alas para poder crear valor.
Los encargados de la gestión de las personas y el talento deben estar en contacto directo con las personas y con sus responsables para saber marcar y poner el granito de arena en el momento justo.
Sin embargo, los profesionales de selección están más preocupados por salvar sus asientos que por hacer las cosas de forma profesional para ayudar a mejorar el prestigio de una profesión devaluada y carente de valor estratégico por méritos propios. Los profesionales de recursos humanos no quieren ver más allá de sus tareas porque, para ellos, aprender de la globalidad de materias de una organización es una pérdida de tiempo. Nadie dice que sea fácil, sin embargo, desde la acción es más viable conseguirlo que desde la queja.
Esta carta abierta es para quien la quiera leer y afrontar la realidad de que las empresas tienen los profesionales de recursos humanos que han decidido reclutar para llevar a cabo sus planes y, como no, el mayor perjudicado es el talento existente en todas las personas, que no se sabe sacar a la luz.
La escribe un profesional de recursos humanos que cree en su profesión y que le apasiona la gestión de las personas y que ve como el cambio necesario se está haciendo mal ya que muchos malos profesionales de recursos humanos siguen en sus puestos porque las empresas no creen en sus personas y no son capaces de tomar las decisiones necesarias, independientemente de que conlleven riesgos. Aunque antes de nada deberían preguntarse ¿A dónde les ha llevado la forma de proceder actual con respecto a la gestión del talento?
La selección del talento es una labor a la que se debe dedicar tiempo y en su planificación deben estar involucrada toda la organización porque les motiva y asumen que es su responsabilidad. Y no es cuestión de falta de tiempo en lo que os podéis escudar sino en la falta de ganas por cambiar las cosas.
Espero que esta carta os haga reaccionar.
Atentamente,
Un Profesional de Recursos Humanos.