Comparto con mucha ilusión estas palabras de Candela, alumna de 1º de Bachillerato, que forman parte del discurso de su defensa de Ensayo en esta undécima Olimpiada de Filosofía. No puedo más que sentirme agradecido al escucharlas.
En primer lugar me gustaría agradecerle a la Sociedad Aragonesa de Filosofía todo el esfuerzo que ha hecho para que esta undécima edición de la Olimpiada Filosófica de Aragón se lleve a cabo.
Gracias a todos los profesores, tanto de universidad como de secundaria, que han colaborado en este proyecto y que desean acercar la filosofía a los jóvenes.
En especial a mi profesor, David Porcel. Porque cada día llega a clase con ganas de transmitirnos su pasión por la filosofía, nos dedica reflexiones diarias y porque cree en nosotros. Sin su apoyo y conocimiento, ni mis compañeros ni yo, estaríamos hoy aquí entre los finalistas de esta edición. Gracias.
Hoy en día se necesitan más profesionales como David, personas cuya vocación es educar y acuden cada mañana agradecidos de poder trabajar en algo que aman.
El gran problema de nuestra sociedad contemporánea es que no ve el trabajo como vocación sino como un simple medio para hacerse rico. Y esto es un grave problema ya que no hay profesionales que disfruten de su trabajo y lo ven incluso como un castigo con el que adquirir la independencia económica.
Esta idea es una de las distintas reflexiones que desarrollé en mi ensayo. Considero que se le da más importancia al dinero y al consumo con el mismo, que al disfrute de las pequeñas cosas.
El ocio de nuestros tiempos está totalmente basado en el consumo de productos innecesarios o en el sobre uso de las tecnologías, como las redes sociales.Olvidando aquel ocio que nos enriquece espiritualmente como leer un buen libro o una tarde con amigos.
Por esto mismo quise citar en mi escrito la obra Caminar, que invita a rebelarse, a saltarse la rutina y a reconectar con nosotros mismos y nuestro entorno. Estas son acciones insignificantes para el sistema pero gratificantes y liberadoras para el ser humano. Y es que son estos pequeños actos los que nos devuelven la esencia de lo que es realmente ser humano.
Cuanto menos disponemos de una vida interior rica en el plano moral, cultural y espiritual, más nos entregamos a la necesidad frenética de comprar y consumir. Y es por esto por lo que os invito a participar en un nuevo ocio, un ocio más humano, alejado del consumo excesivo, un ocio que cultive nuestra mente y cuerpo.
Es de vital importancia conocerse a uno mismo, relacionarse, estar en contacto con la naturaleza, hacer deporte, pero sobre todo, el estudio, la reflexión y la escritura. La educación y especialmente la filosofía aúnan todas estas disciplinas.
Por esta razón es tan importante que se impartan clases de filosofía, porque invita a los alumnos a reflexionar, a pensar en aquello que les produce curiosidad, a leer y a sentirse comprendidos, incluso a desarrollar sus propias ideas, como la Olimpiada.
15 de marzo de 2024