"Cuando leí lo mal que lo pasan los pobres de Denver me entraron ganas de animarles a todos a que salgan de allí y registren la propiedad de alguna tierra. Me entusiasma cómo las mujeres se animan a la vida de a hacienda (...) Da igual lo que se cultive, lo importante es que es propiedad del colono y de nadie más, y que no hay ningún alquiler de la casa que pagar (...) Para mí, la colonización es la solución a todos los problemas de la pobreza, pero soy consciente de que el éxito de cualquier proyecto depende del temperamento de cada cual".
Género epistolar + hechos reales = lectura irresistible.
Con esta breve introducción creo que es fácil concluir que he disfrutado mucho de esta lectura. Cuando supe que la pequeña editorial "Hoja de Lata" había rescatado este libro para editarlo en nuestro país, tuve claro que lo leería. ¿Quién era Elionore Pruitt? Nos situamos en los primeros años del siglo XX. Nuestra protagonista era una joven que perdió a su marido en un accidente ferroviario y se fue a Denver en busca de sustento para ella y para su pequeña de dos años. Trabajó como limpiadora y lavandera, pero deseaba mejorar y prosperar en la vida, por lo que se animó a participar en un programa de colonización de las tierras del oeste norteamericano impulsado por el Estado, de modo que solicitó la concesión de una parcela, con un período de prueba de 5 años para explotar los recursos forestales y confirmar evolución allí. Pasada dicha fase de forma positiva, se accedía a la propiedad de la tierra. Para poder adquirir unos terrenos, crear un hogar y ponerlo en marcha necesitaba ingresos, por lo que aceptó una oferta de ama de llaves en casa de un adinerado ganadero escocés, el Sr. Stewart.
Las cartas que Elionore escribe van dirigidas a su antigua patrona, con quien mantiene una gran amistad. En ellas, la protagonista nos cuenta la historia de su nueva vida en una región totalmente distinta y nueva a lo hasta ahora conocido. Como ya os adelantaba, he disfrutado mucho de esta historia. Las cartas se suceden de una forma muy sencilla, me ha gustado mucho saber más de la colonización del oeste. No todos los que se lanzaron a la aventura de la colonización triunfaron, tan sólo lo lograron aquellos que compaginaban sus labores agrícolas con otros oficios por cuenta ajena y Elionore fue un ejemplo de esto último. Es imposible no simpatizar con este mujer luchadora e incansable. Con estudios elementales, su capacidad para escribir sobre sus experiencias y describir el entorno al que se traslada cautivan al lector desde el primer momento. Sus cartas reflejan su ironía, sentido del humor, optimismo, vitalidad, rebeldía en cuanto al machismo de la época etc.
"La vida se me antojaba un feliz y largo paseo"
Elionore Pruitt
La protagonista logra transmitirnos su espíritu aventurero, y siempre está dispuesta a ayudar a sus vecinos, adaptándose al entorno sin renunciar a su carácter inconformista. En este sentido, me ha llamado la atención es espíritu hospitalario de la época. Las distancias eran muy largas, por lo que visitar a un vecino suponía en muchos casos hospedarse en su casa durante unos días. Siempre eran recibidos de forma amable. Las puertas siempre estaban abiertas para quien lo pudiera necesitar (incluso forasteros).También merece la pena destacar las numerosas referencias literarias que contienen las cartas, mostrando a Elionor como una lectora voraz.En definitiva, no se me ocurren más adjetivos para esta impresionante mujer, me ha encantado conocer a Elionore Pruitt, una persona solidaria, valiente, comprometida. He "invadido" su intimidad leyendo sus cartas y me he trasladado el oeste, a sus ganados, cabañas, nieve, trineos etc. "Los álamos temblones comenzaban a tornarse amarillos; por todas partes se extendían espectaculares mantos áster morado. Y planeando por encima de todo, un cielo de azul intenso, con alguna que otra nubecilla liviana y blanca vagando perezosa. Cada brisa traía perfumes de cedro, pino y salvia".Literatura de la frontera muy recomendable en mi humilde opinión, especialmente si os llama su contexto geográfico e histórico. Como nos dice Laura Sandoval en el prólogo "No necesitamos más que bajar la luz, abrir la ventana y comenzar a respirar el aire puro de las montañas nevadas del oeste norteamericano".