Revista Cultura y Ocio

Carta literaria a los Reyes Magos

Por Mientrasleo @MientrasleoS

Carta literaria a los Reyes Magos
     Queridos Reyes Magos:
     Ya sé que es pronto, que falta aún un mes y todas esas cosas, pero luego que si correos tarda, que si había mucho trabajo... y todos sabemos lo que pasa con estas cosas. Este año no voy a hacer una lista interminable diciendo lo que quiero, no: este año voy a decir lo que no quiero.
     No quiero que me traigáis libros. Ni uno. Ni siquiera si es pequeñito. No. No los quiero. No quiero tener la oportunidad de soñar, de divertirme o emocionarme, y en el peor de los casos disfrutar o incluso peor. ¡Aprender!
     Los libros son una auténtica fuente de problemas. Para empezar pesan, y llenan los estantes haciendo parecer que en esta casa vive alguien con inquietudes intelectuales que, a lo mejor ¡horror! no disfruta viento el último reality de moda. Y eso solo al primer vistazo... Los libros cogen polvo, y una habitación llena de libros huele... pues eso, a libros. Y es un olor característico e irrepetible que se te mete debajo de la piel como un virus y acabas por enfermar y pensar que es el mejor olor del mundo, y entonces no aprecias el frasco de perfume igual, porque no te despierta las mismas sensaciones. Conclusión: disfruto menos de otros regalos cuando tengo un libro. De hecho, cuando alguien me regala un libro de esos que realmente quiero, es más que posible que haga poco caso al resto... del universo.
Además cuando abro un libro, me despisto del mundo que me rodea: no pienso en política ni elecciones o fútbol, ni tampoco en los problemas laborales. Esas preocupaciones que nos hacen adultos responsables desaparecen, y me convierten en una suerte de espíritu capaz de traspasar fronteras entre mundos imposibles que me creo a pies juntillas durante unas horas. ¿Qué tiene eso de adulto responsable? Ninguno en su sano juicio cerraría un libro con la mirada empañada pensando que acaba de despedirse de una historia maravillosa, que no ha de ser necesariamente trágica para que nos entristezca el final. No, no... las despedidas son en la estación o el aeropuerto, y no entre páginas de papel salvo que sea por carta. En cambio yo, con un libro las he sufrido en los epílogos, o incluso en el anteúltimo capítulo ya me iba anticipando al pesar de la pérdida. O me han hecho reír. A veces, presa de un libro, he sonreído o incluso reído en los lugares más inapropiados, como el dichoso Portnoy que me hizo reír en una sala de espera atestada de gente, en uno de los lugares más terroríficos del mundo: la consulta de un dentista.
     Los libros, queridos Reyes Magos, me han hecho perder la compostura al quedarme en el coche diez minutos por terminar un capítulo ante la atenta y atónita mirada de mis acompañantes, me han dejado sin la hora de la comida o del café, porque me he sentado a leer y he olvidado que el tiempo, ahí fuera de mi mundo soñado, sigue transcurriendo a una velocidad diferente a la que yo percibo. Porque cuando abro un libro, se para el mundo.... solo que el mundo no se ha enterado de que debería de pararse.
     Traedme unos guantes o unos zapatos que me sirvan para ir por la calle caliente y sin correr riesgos. que llevo años usando mitones para poder pasar las páginas de mis lecturas cuando camino, y he vivido no pocos percances con charcos, bancos, escaleras y farolas. aunque afortunadamente sin dramáticas circunstancias. Bueno, sí... una: me hicieron darme cuenta de que era mayor, en mi último tropiezo nadie se reía, pero se preocuparon... la edad, supongo. Y luego están las veces en que no te pones en peligro tú, pero puedes ser responsable de que sufra un esguiince cervical la persona que tienes sentada delante en el transporte público, o que quien llevas justo detrás padezca vista cansada a costa de escrutar lo que vas leyendo. Encima eso, ir lesionando a gente... o escandalizándola, dependiendo del título que lleve en ese momento, nunca se sabe.También podéis traerme uno de esos aparatitos que ya te dan todo hecho apenas tocando un par de botones, y que te pueden durar días y días... ah no, eso no, que luego las baterías consideran que "larga duración" son apenas unas horas, cuando para mí ese concepto es el tiempo que se tarda uno en leer Guerra y Paz. Y hasta el momento no hay litio que lo soporte, sea la marca que sea la que aparece escrita en el aparatito.
     Pero si decidís no hacerme caso, y no escuchar mis razones, y traaerme algún libro. Si decidís que no os importan mis motivos, y miráis bien dentro y sabéis aquello que realmente deseo. Entonces... entonces serán bienvenidos.
     Y vosotros, ¿pedís libros por Navidad?
     Gracias

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