Queridos hijos,
Hace minutos, horas o quizás hasta días que se convirtieron en padres y quise dedicarles unas palabras ahora, que todavía tengo su nacimiento fresco en mi memoria y en mi corazón, para que las lean cuando tengan un hijo.
Los sentimientos que pueden tener en este momento son muchos y mezclados: por ejemplo, alegría infinita mezclada con temor a hacer algo mal. Alguno de ustedes habrá leído sobre el parto, los bebés, el postparto y toda la teoría que anda dando vueltas. Quizás fueron como su papá y no leyeron tanto.
No se preocupen. Muchas cosas que dicen los manuales no suceden en la práctica. Bueno, casi nada. Cada bebé, cada mamá y cada papá son únicos y eso hace que la crianza entera, la relación que comienza entre los tres y las necesidades que tenga cada uno de ustedes sean también distintas y especiales.
La gente habla, opina y se mete. No los dejen entrar. Con tener un buen médico, en el cual ustedes confíen, están más que cubiertos. Todos creen saber qué hay que hacer en cada momento, pero son ustedes, los padres, los que están ahí y van a poder tomar las mejores decisiones para sus hijos. Entiendan que sus amigos, su familia y su entorno opina porque los quieren y desean ayudarlos en esta etapa. Hay que tener paciencia, saber escuchar y después obrar con la fuerza que tienen en el corazón.
De a poco me van a ir entendiendo, cuando tengan que tomar decisiones como las que tomé yo. No me juzguen si creen que me equivoqué. Nosotros también fuimos jóvenes, así como ustedes, y lo que se creía mejor para los niños estoy segura de que no será lo mejor cuando estén leyendo esta carta.
Hay algo que no cambia con la tecnología, con la historia ni con la cultura: el amor a esos hijos que tanto los necesitan. No escatimen en besos, abrazos y en crear momentos como familia. Eso es lo que más vale y se construye con el alma abierta.
Seguro que vendrán momentos duros, donde quieran llorar, tomarse un día o por lo menos un rato. Háganlo y sepan que a todos nos pasó. Educar con responsabilidad no es tarea sencilla, pero les aseguro que es lo más gratificante que pueden hacer. Cuando uno educa con amor, los resultados exceden todos los sacrificios que se hacen por esos niños.
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