Hace 30 años era la ciudad más contaminada de España, junto con Avilés, y hoy es una caja de sorpresas para el visitante. Tanto para el que busca sol y playa, como para el que busca historia y cultura.

Tenía muchas ganas de ir, pero como es de esas ciudades que tienes ahí al lado, van pasando los años, y hasta hoy. Pero desde luego que ha sido el hallazgo del teatro romano para 7000 espectadores, sepultado por todo un barrio, lo que ha devuelto el esplendor a esta ciudad portuaria.
Recomiendo empezar la visita en la oficina de turismo que hay frente a la muralla marítima y contratar alguna de las visitas guiadas. Imprescindible visitar primero el museo del teatro romano, edificado por el arquitecto Rafael Moneo, y que te va introduciendo en la historia de la ciudad (por aquí pasaron bizantinos, musulmanes y cristianos) hasta desembocar directamente dentro del teatro romano.



La ciudad es muy bulliciosa. Hay turistas que vienen de los cruceros que atracan en el puerto, y se ve mucha vida. No hay que irse sin probar el caldero cartagenero con pescado de roca. Y para tapear ir a la calle Jara y entrar a la bodega más antigua de la ciudad, La uva jumillana.


Pedir un vermut y unas bravas o unas berenjenas. Tienen en verano vermut granizado, que es muy parecido a nuestra "mentireta" alcoiana. Todo muy barato y muy auténtico.
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