
A mí los thrillers pseudo-históricos me gustan. No se trata de una de mis lecturas más habituales, pero de vez en cuando me apetecen y aunque, como en todos los géneros, los hay mejores y peores, en general suelen resultarme muy entretenidos. Por eso, cuando Lucía Feliu se puso en contacto conmigo para ofrecerme su novela tuve pocas dudas, no solo tenía una sinopsis muy atractiva, sino que las reseñas que había leído apuntaban a que se trataba de una lectura que merecía la pena. Hoy os hablo de "Cartas a Siracusa".
Cuando Ángela Blanco, bióloga del CSIC, acepta participar en la investigación de tres corposantos a petición del Vaticano, no puede imaginar a qué tendrá que enfrentarse. Ya en la Ciudad Eterna, conocerá a sus otros compañeros: Francesco, un entrañable sacerdote, arqueólogo de profesión, y Olivier, biólogo francés, divertido y espontáneo. Sin embargo, pronto chocará con la arrolladora personalidad de su nuevo jefe, el doctor Teo Valdés, un profesional de prestigio al que admiraba desde sus años de facultad.Ángela, de vida solitaria y volcada en su trabajo, descubrirá en Valdés a un hombre que le provoca sentimientos encontrados. Pero el reto profesional que les exige la investigación en Roma tampoco la dejará indiferente. Ella y sus compañeros deben confirmar la identidad de tres mártires de los primeros siglos del cristianismo. El trabajo, en un principio asequible al equipo de científicos, comienza a complicarse inesperadamente. El hallazgo de una carta escrita por un cristiano del siglo II a su hijo, en Siracusa, les llevará a embarcarse en una investigación paralela a la encargada por quienes les contrataron. La desconfianza hacia sus patrocinadores aumenta a medida que van desentrañando datos del autor de la carta. Pero lo que desconocen es que ese incansable empeño por descubrir la verdad les arrastrará hacia un peligroso callejón sin salida.
"Cartas a Siracusa" seduce desde la primera página. A la novela de intriga, en la que se concitan la aventura y el suspense, se une una historia de amor vivida intensamente por sus protagonistas. Lucía Feliú ha sabido aunar la aventura con la documentación confiriendo a la novela el interés preciso para llevar al lector hasta el desenlace sin apenas sentirlo.
Lucía Feliu Zamora, licenciada en Filología Inglesa, realizó estudios de Postgrado y cursos de especialización en Guildhall University, Londres y en Portobello House International School, Dublín, además de en la Universidad de Toulon, Francia. Ha vivido largas temporadas en países como Irlanda, Inglaterra, Francia, Grecia, Turquía, Italia y Marruecos, y en la actualidad es profesora de Inglés en un Instituto de Enseñanza Secundaria en Sevilla, ciudad donde nació. Desde niña escribe cuentos, microcuentos y relatos y, ya adulta, se adentra en las lindes de la novela con títulos como "Blue Moon", "El secreto del Maloca" o "El Faro de Beaumont Place", entre otros. Su gran pasión, junto a la escritura, es viajar, y consigue refundir ambas en su oficio como narradora.

En “Cartas a Siracusa” conoceremos a Ángela Blanco, una joven bióloga molecular que trabaja en el CSIC y a quien le encargan, junto con otras tres personas, llevar a cabo una investigación para el Vaticano. El trabajo, en líneas generales, consiste en analizar tres cuerpos que se atribuyen a tres santos muy venerados, pero de los que actualmente existen dudas razonables sobre si son o no los verdaderos cuerpos de aquellos mártires. Junto a Ángela trabajará, dirigiendo el equipo, Teo Valdés, un reocnocido antropólogo forense; Olivier Bountry, biólogo molecular como Ángela; y Francesco Rossi, sacerdote y arqueólogo.
Éste es el punto de partida que les llevará desde Madrid hasta Roma y con el que dará comienzo una investigación que va mucho más allá de esclarecer si esos tres cuerpos momificados son o no las reliquias que siempre se ha creído porque la trama se va enredando poco a poco con los descubrimientos que realizan, convirtiéndose en una madeja que en su tramo final deriva hacia aspectos que nada tienen que ver con la investigación inicial, ni con los santos, el Vaticano o la religión. Una deriva que sin duda por sus aspectos técnicos y posteriormente aventureros puede resultar muy interesante para algunos lectores entre los que no me cuento. Para mí esta última parte era totalmente prescindible y si bien la historia necesitaba de algo más para atar ciertos cabos de la trama inicial, la elección que hace la autora se me ha antojado un tanto rocambolesca de forma que toda la naturalidad con la que fluía la historia desde sus inicios, adquiere un aire de artificiosidad en su desenlace que inevitablemente ha pasado factura a mi valoración final de la novela.La narración no se desarrolla de forma lineal. Al comienzo de la novela encontraremos a Ángela en el presente y será a través de sus recuerdos de un pasado reciente como conoceremos todo lo acontecido hasta llegar de nuevo al punto de partida y continuar con el curso de la historia. El estilo de Lucía Feliu es en general sencillo y fluido, aunque en ocasiones la profusión de detalles técnicos y científicos me resultaron un tanto farragosos. En cualquier caso maneja bien el ritmo narrativo combinando la agilidad de los momentos de mayor aventura, con la narración pausada e íntima para los momentos más personales.
Sin duda Ángela es la protagonista principal de la novela, no en vano la narración corre a su cargo. Una apuesta siempre arriesgada la elección del narrador en primera persona ya que si no se empatiza con él, ella en este caso, se puede pasar factura a toda la lectura. En mi caso no he entendido siempre a Ángela en sus comportamientos personales tan distintos de su actitud en el plano profesional y es que toda la profesionalidad, madurez y seguridad que demuestra en su trabajo, se tornan inmadurez e inseguridad en sus relaciones amorosas. Una mujer llena de contradicciones, pero qué duda cabe que si esto era lo que quería mostrar la autora lo consigue fidedignamente porque es un personaje que, independientemente de empatizar o no con él, está muy bien construido. Del mismo modo, el resto de personajes están bien caracterizados y como lectora los he sentido cercanos.
“Cartas a Siracusa” combina diversos elementos y géneros. Además de intriga, misterio y parte histórica, las aventuras y el romance también tienen cabida en la novela. De hecho es precisamente este último aspecto, el del romance, una de las tramas que más espacio ocupa en la novela y aunque está bien integrado dentro de la trama, para mi gusto tiene excesiva relevancia por lo que mi interés decaía cuando entrábamos en ese tema dejando de lado la investigación en sí misma que era lo que realmente me interesaba.En definitiva, “Cartas a Siracusa” a pesar de que, como os comentaba anteriormente, su desenlace me ha parecido un tanto peliculero, es una novela que combinando muy variados aspectos da como resultado una lectura entretenida e instructiva.

