Querido papá: Hoy hace 8 años que te marchaste. Parece una eternidad y al mismo tiempo parece que fue ayer. Una eternidad porque llevo tanto tiempo sin ti que duele en el alma. Y por otra parte parece que fue ayer porque aún no me he recuperado de tu partida.
Sé que te fuiste en busca de tus recuerdos, en busca de la dignidad que esa horrible enfermedad te arrebató, en busca de sonrisas, en busca de la seguridad que te daba el saberte persona. Han sido ocho años muy duros para mí porque no tenerte cerca ha ido haciendo mella en mi corazón. Hasta hace poco yo siempre decía aquello de “mi padre se está perdiendo tantas cosas…” Y entonces alguien me dijo que eso no era cierto. Tú no te estabas perdiendo nada, porque el que ya no está, nada pierde, sino que pierde el que se queda.
Y es cierto. En todos estos años he perdido mucho con tu ausencia, principalmente porque me aferraba a la idea de que no quería dejarte marchar de mi vida y por eso seguía colgada incluso de dolorosos recuerdos. Han pasado muchas cosas en estos 8 años en los que me perdí, por ejemplo, verte a mi lado el día de mi boda, como yo siempre había soñado; me he perdido la oportunidad de verte sonreírle a mi hija y abrazarla, porque sé que hubieras disfrutado mucho si hubieras podido conocer a tu nieta. A ella le enseño tu foto diariamente, le cuento el gran hombre que fuiste, el formidable padre que tuve y ella te tira besos que sé que donde quiera que estés a ti te llegan.
Si pudiera traerte de vuelta aunque sólo fuera por un minuto te abrazaría tan fuerte que el recuerdo de ese abrazo me pudiera seguir reconfortando día a día. Yo sé que sigo siendo la niña de tus ojos y que desde donde ahora estás me cuidas y me animas como siempre hiciste. Te quiero mucho, y sé que eso jamás lo olvidaste.
Alicia Ruiz
Cartas del Alzheimer
Alzheimeruniversal.eu