La máxima "Nada se mantiene, todo se transforma" es, en lugares como Montevideo, una frase relativa con respecto a otras ciudades donde los cambios adquieren velocidades y dinámicas de mucha más vertiginosa transformación. Esa renovación urbana, inevitable, necesaria muchas veces ya sea para consolidación de zonas o estímulos a la industria, suele tener el lado B de la afectación y sustitución de edificios de valor patrimonial que hacen a la identidad y a la memoria de cada comunidad.
Cuando esa gestión que debe equilibrar antagonismos como protecciones especiales con renovaciones necesarias, o densificar áreas con mantener propiedades, se da en forma criteriosa con visión a futuro y respeto por normas, con controles sólidos y una población educada en el valor del patrimonio cultural y arquitectónico, seguramente el resultado sea un paisaje urbano sólido, único para cada ciudad, que evoluciona con aportes de valor manteniendo los que merecen reconocimiento por pertenecer a estilos, arquitectos o técnicas referentes que trascienden fronteras y épocas.
La casa de líneas modernas en la esquina de Julio Ma. Sosa esquina Patria frente al Club de Golf, fue construída en 1938 como vivienda personal del Arq. Luis Crespi, también autor de la Biblioteca Nacional y el Yacht Club junto con el Arq. Herrán. Tuvo mérito suficiente por sí misma y en el marco de la trayectoria de su autor, como para ser declarada Bien de Interés Departamental por la Intendencia de Montevideo.
Haciendo memoria, y según una nota periodística de El Observador de 2012 , pese a esa "protección", que es la máxima contemplada en el ordenamiento jurídico departamental, en 2006 la Junta Departamental autorizó un proyecto de construcción de un edificio que consistía de un bloque de vivienda colectiva montado sobre la casa existente.
La Junta debió autorizar una excepción a la norma de ese tramo de la ciudad y facultar al edificio a superar la altura máxima permitida de 13,5 metros, para alcanzar los 31 metros. Las obras no llegaron a iniciarse y la excepción caducó. Mas tarde, los promotores del proyecto reiteraron el proceso con una propuesta idéntica a la de 2006 en cuanto a su diseño, volumetría y altura, pero más unidades por nivel lo cual fue autorizado y está a la venta en una inmobiliaria de plaza.
En ese momento se oyeron voces y comunicados del Instituto de Historia, de la Facultad de Arquitectura de la Universidad de la República (FADU) . La IM planteó como argumento que "se valora positivamente la resolución de integración con la vivienda Crespi que pone en valor al citado bien y le agrega cualidad a la escala" si bien no explicó el por qué de la excepcionalidad. A lo que los arquitectos respondían: "La casa no necesita ser puesta en valor: es ella la que da valor a una intervención oportunista que se apropia de su prestigio para legitimarse como una obra pretendidamente preservacionista". La arquitecta Liliana Carmona, directora del instituto, explicó que con el proyecto "la casa se salva de la demolición pero pierde el espíritu por el cual fue declarada de interés departamental". Carmona señaló que la consecuencia de que la nueva construcción se mimetice con la existente será que esta quedará "disuelta, fagocitada". En cuanto a las virtudes de la nueva construcción, desde el punto de vista arquitectónico son "inexistentes", según la arquitecta. Opina además que es necesaria una manera eficaz de compensar, por lo que no pueden hacer, a los propietarios de bienes patrimoniales.
Ese mismo diciembre de 2012 se realizó una jornada de divulgación arquitectónica sobre el destino de la Casa Crespi, expresando el alerta sobre la falta de debates y consensos. Allí el Arq William Rey reflexionó sobre el tema: "Se trata de una obra que no va a ser demolida, sino que va a ser afectada por una construcción nueva, una construcción que se le incorporará de una manera que bien valdría la pena discutir.(...) Me parece que es un proyecto que por su peso, por su relación con un patrimonio importante, merece al menos un grado de discusión, antes de una aprobación", expresó.
Rey señaló que se trata de una obra de referencia en el patrimonio moderno de Montevideo y también del Uruguay, y agregó: "es un ejemplo de arquitectura residencial de enorme valor por distintas razones: como objeto individual, como respuesta de un proyecto a la ciudad, al lugar donde se inserta, y como una obra que conocieron distintos arquitectos en distintas generaciones, y que por tanto sirvió para construir cultura arquitectónica". Empezar a hablar de Patrimonio Moderno es también una cuestión necesaria, una cuestión que se impone. Porque es ese Patrimonio Moderno el que se está viendo afectado por demoliciones, por intervenciones no adecuadas, por incorporaciones de nuevos proyectos que lo afectan en su contexto próximo. (...) Se trata de un patrimonio capital, uno de los grandes patrimonios con que cuenta este país, y que todavía ni siquiera ha sido catalogado. Necesitamos un proceso de catalogación fuerte -que aun no hemos realizado-y por el cual tenemos que empezar seriamente a trabajar". La arquitecta Crespi, hija del proyectista, incorporó al encuentro la visión de quien habitó la casa desde la infancia. Recuerdos que conjugaron la descripción de la espacialidad interior, las obras de arte que integraban su equipamiento, el mobiliario (parcialmente diseñado por el propio Crespi), así como de los espacios exteriores y de mediación con la calle. "Esto no es curvo porque le gustara la arquitectura naval, esto es curvo por Mendelsohn", aseguró, aludiendo a la resolución de esquina de la vivienda.
Si bien Rey explico que es una deuda de la cátedra o del postgrado en Patrimonio abrir un espacio para discusiones de este tipo es resaltable que el valor también debe drenar hacia la población justamente que no está formada en arquitectura, desde la educación básica. Así como los niños aprendieron que no se tira un papel en la vereda, también puede criarse niños conscientes del valor patrimonial de determinados edificios. Cuando esos chicos crecen y son empresarios demandan esas viviendas para ocuparlas con otros usos pero no invasivamente.
También lo expresó claramente la Arq. Laura Alemán en una columna de La Diaria : "alterar o demoler un edificio suele ser más lucrativo que respetarlo"... "Ni Bonet, ni Fresnedo ni Crespi han sido respetados en estos años (léase Solana del Mar, Casas Martirena-Dighiero ). Y la lista es más larga. Si aún no hay consenso en asignar valor cultural a la arquitectura moderna, ya es hora de construirlo".
Es en estas semanas que se advierte el avance en las obras y será interesante ver el desarrollo de la misma. En distintos ángulos se aprecia por un lado en etapa de pilares de planta baja a nivel de acera, y desde otro, una afectación al nivel de planta alta de la vivienda, seguramente la requerida para suturar la construcción preexistente con su intervención superior y contigua.
Más allá que se comparta o no el valor del proyecto, (de hecho está bastante más logrado que otros ejemplos, aunque la priva de su espacio inmediato exterior) siempre surgirán intervenciones que no cuenten con unanimidad de juicios pero lo importante es generar la cultura de valor, y una gestión de contralor sólida y no maleable ante lobby externo. Es necesario establecer estos debates y cuestionamientos mucho más activamente en forma periódica y genérica, no cuando las casas valiosas tienen el cartel de venta y aparece la retroexcavadora en escena. No todo lo antiguo es valorable así como no todo lo nuevo es reprobable.
Estas líneas no intentan ser un juicio al proyecto en particular sino al estado de situación de la valoración de la arquitectura en general y lo que se hace (u omite) desde las órbitas responsables. Porque entre lo que se pierde por ceder ante intereses, o por ineficiencias de procesos legales (caso AFE) o por falta de educación y visión transversal, perdemos todo lo que avanzamos cualitativamente a principios del siglo pasado de la mano de referentes icónicos de nuestro paisaje urbano.
Es inevitable y con cada suceso que se denuncia, o simplemente cuestiona o debate, el pensar que es imperioso para la ciudad el alinear distintas acciones para poder transformar la reacción tardía en prevención inteligente:
_ Optimización de recursos humanos y económicos en contralor:
Oficinas de Patrimonio que hoy en día aparecen multiplicadas vinculadas al MEC, a la IM y a la FADU pero no necesariamente conectadas entre sí requieren una alineación estratégica y seria para poder optimizar recursos y no malgastarlos o diluírlos en burocracia.
_ Información y transparencia:
La información de las obras debería emularse como ciudades como nueva York: no importa la escala o quien sea el arquitecto, absolutamente TODAS tienen en su fachada desde varios meses antes de la obra y durante la misma un cartel homologado la información completa de planos, programas, fachadas, links a páginas, responsables con nombres apellidos y celulares para información de quien quiera saber sobre ello.
_ Educación al público general (no sólo académico):
Sin educación en patrimonio al grueso de la población, justamente los que NO están formados en arquitectura no se logrará la apreciación de los bienes como valor agregado a empresas, viviendas o comercios.. Hay transformaciones inteligentes que pueden lograrse generando incluso más carácter que obras nuevas sin valor alguno o al menos no superior a lo que sustituye. Si no se implantan esos conceptos desde niños, es imposible pensar en una sociedad madura en cuanto a esos juicios de valor.
_ El rol de la Academia
Los profesionales tienen la responsabilidad de hacer permeables los muros de la Facultad en estos casos, buscar la forma de que el público general o al menos los tomadores de decisión estén educados en esos valores. La interacción Academia/ Comercio o con Industrias o asociaciones civiles de distinto tipo son esenciales para generar ese diálogo extramuros hoy casi inexistente. Como establece Andrés Oppenheimer en sus libros donde compara el crecimiento de economías de Asia con las latinoamericanas los factores claves están en la educación y en la interacción de ésta con las órbitas industriales, comerciales y civiles de cada país.
_ El rol de los medios de comunicación:
En tanto la proporción de emisiones al aire esté directamente vinculada a enlatados de entretenimiento liviano, inseguridad o fútbol sin otros temas relevantes a la cultura general, tampoco dará espacio a una cultura de debate, opinión o cuestionamiento más allá de cuando ya es demasiado tarde.
A quien argumente el clásico "la cultura en los medios no tiene rating o retorno económico", lo invito a visitar el balance de ganancias de Netflix y después buscar uno de Ideas del Sur de Marcelo Tinelli.
About gabriela
Gabriela Pallares es Arquitecta con más de 15 años de trayectoria independiente y comunicadora de contenidos de diseño, arquitectura, tendencias y lifestyle en su portal "Ministerio de Diseño" , Diario El Observador (Uy), Canal 4 (Uy) y asesora para diversos medios y marcas locales e internacionales.