Uno de los rincones más curiosos en Salamanca lo encontramos en la Plaza de los Bandos, donde se encuentra la Casa de Doña María la Brava, un palacio de estilo gótico, que es un gran ejemplo de las casas de la nobleza española de la segunda mitad del siglo XV. Del edificio original sólo queda la fachada, que consta de una gran puerta con arco de medio punto con grandes dovelas, sobre el que va un balcón, todo ello enmarcado por un alfiz gótico decorado con las bolas del siglo XV, típica ornamentación muy usada en la época de Isabel la Católica y decorada también con tres escudos pertenecientes a los Enríquez, los Monroy y los Maldonado.
Este edificio, si bien pequeño y recoleto, tiene una gran importancia histórica para la ciudad de Salamanca. Aunque la casa la construyeron los descendientes de María la Brava hacia 1485 en el mismo lugar, tradicionalmente se la relaciona con los trágicos sucesos que tuvieron lugar en 1465 cuando la ciudad se hallaba dividida en dos bandos enemigos de varias familias nobles que, durante décadas, se disputaron el dominio de la ciudad: el bando de San Benito y el de Santo Tomé, a este último pertenecía Doña María.
Pero, ¿cuáles son esos trágicos sucesos que originaron la guerra de los bandos salmantinos? Como si se tratara de Capuletos y Montescos en Romeo y Julieta, Salamanca tuvo su particular guerra entre familias rivales. Los bandos de San Benito y Santo Tomé estaban enfrentados a muerte, hasta tal punto que Salamanca llegó a estar dividida físicamente por la Plaza del Corrillo, una línea divisoria que era peligrosa de cruzar por cualquier miembro del bando rival.
María Rodríguez de Monroy era viuda y conocida como la Brava después del episodio que protagonizó, cuando, tras la muerte de sus dos hijos a manos de los Manzano, miembros del bando contrario, persiguió, ejecutó y decapitó a los asesinos, que habían huido a Portugal. María volvió a Salamanca para culminar su venganza depositando las cabezas de los asesinos sobre las tumbas de sus hijos. Este episodio dio origen a diversos desastres que duraron décadas, en un escenario de guerras internas que en nada beneficiaron a la ciudad, enfrentamientos que terminaron con la reconciliación que promovió San Juan de Sahagún, patrono de la ciudad, en 1476, cuando ambos bandos firmaron el Acta de la Concordia.
Actualmente la casa ha sido rehabilitada en 2008 por la entidad bancaria Unicaja para uso museístico, pero bien vale la pena pasar por allí, detenerse a contemplar su fachada y recordar su importancia para la historia de la ciudad.
CIEN ESTAMPAS DE MI TIERRA