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Recientemente publicada en el libro de la Asociación de Diseño e Interiorismo de Chile, esta casa proyectada por el estudio Iturralde Interiorismo se ubica en el barrio tradicional El Golf, en Santiago de Chile. Fue construida en los años 50 y sus dueños, un matrimonio joven con hijos, luego de algunas intervenciones no acertadas, encargaron al estudio el interiorismo de las zonas sociales de la planta baja.
La propuesta fue devolver la esencia original a los espacios. Para esto se intervino la piel interior puliendo todos los pisos, sumando puntos de luz, diseñando las paredes con molduras, cambiando las puertas y pintando de blanco. Luego se modificó el equipamiento por una línea de mobiliario muy cuidada para que todos los ambientes tuvieran un hilo conductor y, al recorrer la casa, existiera un relato coherente con su concepto basal.
En el hall de entrada se pulieron las baldosas calcáreas originales, se pintó la puerta de entrada, la escalera y el techo de negro, se cambiaron las puertas por unas de hierro con vidrio y se agregaron puntos de luz. Paralelamente se diseñó para un nicho existente un mueble vidriado a medida con el interior empapelado en Toile de Jouy para guardar la vajilla de porcelana. En vez de muebles solo se incluyó una repisa mural con cuadros de fotos representativas de la vida familiar.
En el living se manejó un concepto sensual, de líneas curvas, que permitiera una circulación fluida hacia el ambiente contiguo que es el bar. Para optimizar la entrada de la luz natural, se propusieron sofás de forma orgánica enfrentados de modo de no bloquear el ventanal que conecta con el antejardín de la casa. La chimenea original se reemplazó por una de mármol de carrara con diseño contemporáneo. El piano, muy usado a la hora de invitar amigos, se mandó a pintar de negro para lograr un complemento con el tono madera del parquet del piso. Se agregaron puntos de luz a ambos lados de la chimenea y se reforzó la iluminación funcional desde el techo. Un elemento fundamental es la alfombra circular de pura lana, diseñada especialmente para la ocasión.
El mueble bar es lo único que quedó del mobiliario original. Anteriormente era de tono madera y se pintó de azul, junto con el techo, para dar un toque más dramático e intencionar este espacio de bar como un nexo atractivo entre el living y el comedor. También se instaló papel mural del tono con un diseño geométrico de líneas color bronce.
Los muros extrablancos diseñados con molduras y la nueva puerta de acceso de hierro y vidrio aportan un carácter fresco y noble al comedor. Para este espacio se escogió mobiliario de líneas livianas, una mesa de cubierta de vidrio con base de piezas de madera ensambladas que forman una especie de ola y sillas de Saccaro. La lámpara colgante y apliques murales se propusieron en tonos bronce, se espejó una pared para duplicar la luminosidad natural y se cambiaron los enmarcados a las obras de arte.
Recorrer la casa es una experiencia de armonía y equilibrio repleta de contrastes entre lo claro y lo oscuro, lo curvo y lo recto, lo cálido de la madera y lo frío del mármol. Una propuesta potente en sensualidad, cuyos cuatro espacios (hall, living, bar y comedor) se conectan de forma atractiva en su estética clásica renovada.
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