Los inmuebles junto al antiguo restaurante apenas se han visto modificados en los cincuenta años que tiene la fotografía. Casa Marcelo tenía la fama de los mejores calamares de Gijón, y se cuenta por ahí, que su secreto residía en cierta “maceración” del producto previa a su procesado, que se dice ahora. Creo que la instantánea es de 1.957, faltando poco tiempo para que Alejandro Pumarino fuese otro ciudadano de este Gijón del alma.