Escudo de familia Pumarejo.
Evolucionando en el tiempo, pasó a ser casa de vecinos, allá por 1883. La parte alta se reformó un poco para albergar viviendas, en la baja, se establecieron talleres y pequeños comercios. Es curioso, pese al paso de los años y los diferentes usos la estructura del edificio no ha sido demasiado alterada. Es una Casa-Palacio característica del siglo XVIII, de dos plantas de altura en todo su perímetro, y ordenada en torno a dos patios porticados: el patio noble de la casa, y el de servicio.
Patio principal de la casa-palacio.
En el patio principal destacaremos el bellísimo zócalo de azujelos y las magnificas columnas de caoba de Cuba; presenta una alta carga representativa que se ha mantenido en buena medida hasta nuestros días. El segundo patio, de configuración más sencilla en huecos y decoración, ha sufrido progresiva ocupación que le ha llevado a cambiar su estructura original. Al exterior, destaca la señorial portada con balcón con arco muy rebajado y decoración mixtilineas y flanqueadas de semicolumnas adosadas. El resto de la gran fachada está cambiada por los avatares del tiempo. En la esquina de la calle Fray Diego de Cádiz existe un balcón en ángulo con el escudo de la familia. Fue declarada Bien de interés Cultural en 2003. Declarada lugar de interés Etnológico en el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz. Hasta aquí, la descripción del magnifico edificio con pinceladas de historia, una verdadera joya arquitectónica de noble y romántico pasado...En esta Casa-Palacio, cuando era casa de vecinos, vivieron Isabel Atienza y su hijo, Saturnino Barneto, que junto a José Díaz, fueron dos destacados sindicalistas, personas defensoras de sus ideales. Por aquel entonces, la II República estaba legalmente gobernando en España por votación mayoritaria. A Franco, no le votó nadie... Isabel Atienza, una mujer ya anciana, que el pecado que hizo fue ser madre de Saturnino. Los rebeldes la apresaron, vejaron y mataron en la Plaza de Pumarejo, desnudándola y teniéndola tiempo así, amenazando de muerte a quien se atreviera a recogerla o cubrirla. Es la otra cara amarga y desgraciada que tiene el edificio... Siendo niña, estuve dentro de la casa-palacio. Mis ojos lo miraban todo y me impactó su interior, por entonces era casa de vecinos, ellos, pese a no tener medios, se ocupaban de tenerlo todo muy limpio, ordenado y con abundantes diversidad de plantas. Guardo en mi corazón a mi barrio natal de la Macarena y en mis retinas todo aquello que le hizo y hace destacar como a unos de los más representativos de la bella Sevilla. Por último, quiero rendir un sentido homenaje a los muchos que se han esforzado, desde hace muchos años, por su conservación: vecinos, asociaciones, blogs, etc, que han luchado ardua, constante y hasta heroicamente por conservarlo. Las autoridades tienen que hacer el resto que falta, que sean responsables y sensibles a lo que la sevillanía justamente les demanda: que hagan ejercicio de proteger y cumplir con sus obligaciones. Fuente: http://franconetti-aula-abierta.blogspot.com.es
SMYL©2014