OBRAS
CASA PEREA BOROBIO · 20/10/2016
Una pareja de médicos jubilados decide utilizar sus ahorros para construir una nueva casa para ellos y para sus hijos y nietos que viven en el extranjero. Quieren que la casa sea para el ahora pero también para el futuro, pensando en la segunda y tercera generación de la familia que finalmente heredará la propiedad.
Durabilidad, solidez constructiva, eficiencia energética y reciclado de materiales traidos por los clientes (puertas, sanitarios, etc.) se establecen como prioridades para una construcción planteada sobre todo para durar en el tiempo. La flexibilidad necesaria para adaptar futuros usos y habitantes queda enmarcada por las prioridades antes citadas. La solución adoptada es establecer un sistema espacial/constructivo fijo y muy robusto de relaciones, alrededor del cual los cambios pueden producirse. En concreto, el diseño despliega un sistema de gruesos muros de ladrillo que articulan todas las relaciones espaciales más importantes de las casas, dejando un habitar fluido y cambiante entre ellos. Se trata de un sistema fijo, estable a través del tiempo, que integra en lo espacial lo estructural, la relación con la luz, las ventilaciones, garantizando así los requerimientos de eficiencia energética, durabilidad, solidez constructiva, de los que parte el cliente. El sistema de muros articula también las relaciones espaciales entre las distintas atmósferas de la casa. Los muros ligeramente desplazados mantienen espacios abiertos y fluidos desde el acceso, exponiendo parcialmente, pero sin revelar, lo que sucede detrás de ellos. De este modo, las conexiones y desconexiones entre los espacios se hacen y deshacen a través del tránsito. Desplazamientos, perforaciones y conexiones en sección crean una densa red de relaciones espaciales que fundamentan las experiencias de la vida cotidiana en medio de los previsibles futuros cambios en el uso de la casa.
Constructivamente, los muros están formados por dos citaras interconectadas de ladrillo macizo refractario, recicladas del stock de una construcción local cancelada. Los muros, ayudados con algunas inserciones de apoyo estructural, sirven de soporte de la casa pero también para formar una envolvente de 34 centímetros de espesor que da un rendimiento energético altamente eficiente, fundamentado en la inercia térmica. La gran capacidad térmica de estas envolventes permite que la energía se conserve en las mismas. Esta estrategia energética es especialmente útil en los periodos cálidos, que son los que más afectan a Sevilla. En dichos periodos, la estructura de la vivienda se podría purgar y enfriar durante la noche, manteniendo ese frescor durante el día a través de la inercia térmica.
Fotografía: © Fernando Alda
Dado que la inercia térmica debe ser prioritaria, se decide dejar vistos en su lado interior aquellos materiales con capacidad térmica elevada (cerámicos, hormigón...). Así, se evitan, en la medida de lo posible, los revestimientos interiores tradicionales como los enlucidos de yeso, ya que se trata de materiales de baja capacidad térmica que taponarían el flujo energético. La estrategia energética está apoyada por otra muy importante de ventilaciones cruzadas donde destaca especialmente el uso de lucernarios en combinación con huecos en fachada para propiciar el efecto combinado de viento y stack, haciendo la ventilación más efectiva. Finalmente, de cara a la calle, un pórtico de hormigón de doble altura juega con la paradójica voluntad del cliente de exhibirse aunque sin ser visto.
Fotografía: © Fernando Alda