Casa três: de silla abandonada a silla nórdica para el comedor

Hoy quiero compartir con vosotros mi primer mini proyecto de restauración que hice ya hace algunos meses. Antes de verano, encontré una silla abandonada y viejecita que alguien había dejado para tirar al lado de la basura, y la verdad es que me sorprendió porque la silla es cuestión tenía muchas posibilidades, o al menos, eso me pareció a mi. ¡¡No me digáis que la silla no es chula!! ¡¡Si tiene un estilo y encanto nórdico que no se puede resistir!! Lo tuve claro. La quería para mi comedor… ;)

La recogí rápidamente, y me fui directa a comprar a una ferretería algún producto anti carcoma, pero viendo la cantidad de agujeritos que tenía, y hablando con los mismos dependientes de la tienda, pensamos que mejor que estar durante horas tratando cada agujero, podría meter la silla en una cámara frigorífica. En ese aspecto tuve suerte, porque mis padres tienen un arcón congelador bastante grande en la casa de campo, y después de envolver bastante bien la silla, me dejaron meterla en el congelador durante dos semanas. Así que ¡primer problema solucionado! (Lo que no hagan los padres por sus hijos... :))
Pero ahora venía lo que me daba más "respeto": pintar la silla y que quedase bien. Como nunca lo había hecho, pensaba que sería más complicado, pero la verdad es que incluso para mí (novata total y poco amiga de las manualidades) fue sencillísimo.
Lo primero que hice fue lijar un poco la madera. Después de lijar las puertas de casa para darles un cambio radical (click aquísi te lo perdiste), la lijadora y yo ya somos viejas amigas, y no me costó demasiado dar una pasada rápida a la silla. Si no tenéis lijadora, podéis hacerlo a mano sin ningún problema. 

…y así es cómo quedo después de pasar la lijadora.




Otro punto importante era rellenar los huecos que la carcoma había dejado, para eso, en lugar de comprar un producto específico, utilicé un truco casero que me recomendó mi madre (que para algo es de Bellas Artes y sabe lo suyo de restauración ;)) Lo que hicimos fue calentar una vela y con la cera derretida, rellenar los agujeros de la silla. 

Una vez se seca la cera, se pasa un cuchillo y se eliminan los excesos, ¡y listo! La superficie queda completamente lisa. 


Y ahora si que si, toca la parte más entretenida… ¡Ponerse a pintar!
En esta ocasión, utilicé la pintura OneOn de Blatem en color azul glaciar (que es como un azul cielo muy sútil), ¡que me encanta!

Había oído hablar bastante de esta pintura apta para todas las superficies, y tenía muchas ganas de probarla, y la verdad es que no me decepcionó para nada, ¡todo lo contrario! En una pasada bien dada con rodillo de espuma, tenía prácticamente la silla cubierta. Y también ahora, que ya lleva varios meses de uso, puedo decir que es muy resistente. Para ser una silla con uso diario, sigue todavía como el primer día. Si queréis saber más sobre esta pintura, podéis hacer click aquí. 
Como esto lo hice en verano, y estaba con algunos sobrinos, alguno de ellos se apuntó rápidamente a ayudarme. Yo les dejé encantada porque, como os digo, la aplicación es sencillísima y hacerlo con ellos resultó muy divertido. Os dejo el vídeo donde podéis ver parte de este proceso…
 
Y aquí tenéis las fotos donde se puede ver mejor la aplicación y acabado del producto.






Entre capa y capa, yo decidí lijar (por si acaso), como se suele hacer en este tipo de restauraciones de piezas de madera; pero pienso que con esta pintura tan flexible y fácil de aplicar, no hubiese hecho falta. Por último, ya sólo quedaba un pequeño detalle… ¡Cambiar la tela al asiento! 
Aproveché un retal que había comprado en un viaje a Amsterdam y la llevé a un tapicero a que me la cambiara. 
¡¡Aquí tenéis el resultado final!!

¿Qué os ha parecido la transformación?
¿Habéis restaurado y pintado alguna vez una silla o mueble en casa?
¡Que paséis un buen fin de semana-puente! 
Dî  =)
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