Revista Cultura y Ocio
Al igual que hice el año pasado con el post que dediqué a Derribos Arias y en cierta forma como un homenaje a su líder Poch, el mes de agosto, en el que me encuentro por fortuna de vacaciones, me da lugar a publicar siempre un post más elaborado y extenso de lo normal, en lo referido a querer homenajear a un personaje al que tenga aprecio y que de momento coincide con Poch y Derribos Arias en no ser muy recordados en nuestros días. No cuenta el 1er. año, en el que el blog daba sus primeros pasos y aún tenía por establecer sus rutinas o costumbres.
Este año, nuevamente de forma muy sentida y desde un profundo respeto y admiración, he querido homenajear al gran Tino Casal, analizando uno de sus gloriosos discos editados en los años 80. Me he decidido (no crean que no me ha costado esta decisión) por “Hielo Rojo” de 1984.
Tino Casal en su etapa moderna, la que abarcó desde 1981 hasta su fallecimiento, firmó sus entregas simplemente con su apellido, para diferenciarse de sus primeros singles en solitario, bastante alejados del estilo que le haría pasar a la posteridad con letras doradas. De ahí que el título del artículo solamente ponga “Casal - Hielo Rojo” y no “Tino Casal - Hielo Rojo” (para más evidencias comprobar la imagen de la portada intercalada en el artículo).
Tras esta pequeña aclaración sobre el nombre artístico de Tino Casal, hablemos de en qué situación se encontraba Casal a la hora de acometer la grabación de su 3er. disco de estudio. “Etiqueta Negra” de 1983 había sido un gran éxito de crítica y ventas. Claramente asociado a “Embrujada”, rutilante single y clásico inmortal e imperecedero de Casal, el álbum llegó a ser disco de platino y también la mayoría de opiniones de la prensa musical fueron favorables.
Antes en 1981 Casal ya había irrumpido con fuerza en la incipiente, innovadora y transgresora escena musical y artística nacional, que vivía los primeros meses ya reconocidos de la llamada Movida Madrileña, de la que Tino sería un miembro clave, pero que curiosamente solo los que conocen a Tino asocian con la misma; es muy común que en un ejercicio de psicoanálisis si le consultas a la gente “si te digo “Movida” dime el primer grupo de música que se te pase por la cabeza” te respondan Alaska y Radio Futura.
El caso es que “Neocasal” del 81 es un disco sin desperdicio alguno en su set list, muy bueno. Ni una sola canción mala. Sin embargo, es un disco que a mis oídos le falta consistencia en conjunto, uniformidad digamos; es decir, que cada canción parece de su padre y de su madre, dando la impresión de que sea un recopilatorio más que un lp que siga un hilo o una idea. No hay más que ver que tras el frenesí pop de “Champú de huevo” se coloque la romántica y delicada “Love me tonight” (compuesta a medias con el productor de Tino, mi admirado Julián Ruiz) y luego se nos disponga el trueno musical que supone “Billy boy”, dedicado al por entonces líder de los Generation X Billy Idol. En un primer momento pensé en dedicar el artículo a “Neocasal”, pero finalmente me he decantando por “Hielo Rojo”, que a día de hoy me parece su mejor lp.
“Etiqueta Negra” sin embargo no pecaba de inconsistencia. A pesar de haber temas de carácter bastante distinto como por ejemplo la triste e íntima “Un minuto más” y la poperita “Póker para un perdedor”, aquí el sonido sigue una pauta de uniformidad que ensambla la obra de forma más correcta. También hay que tener en cuenta que “Neocasal” era un debut en toda regla de Tino, por alejarse millas y millas de lo que había hecho hasta entonces como cantante en solitario o como vocalista de la banda asturiana Archiduques.
Tal fue el éxito de “Etiqueta Negra” en conjunto (además del estremecimiento individual de “Embrujada”, la cual incluso se grabó en inglés en Londres), que hubo lugar para una reedición especial con el añadido excepcional de “Tigre bengalí” como propina gloriosa. Esta canción, además de ser de las favoritas de la gente que admira a Tino, yendo más allá de “Eloise” y “Embrujada”, formó parte de la película de Trueba “Sal Gorda” y en parte creo que se la dedica Tino a sí mismo por ciertas referencias al aspecto felino de él (algo Sandokán en aquella época) y apuntes como la citada “jungla gradulux”, que evocan elementos imprescindibles en la peculiar casa particular de Tino. Además, esa 1ª persona en la letra con el “sabes que volveré, sabes que volveré” y las alusiones a las fans como “danzas en la oscuridad, vestida para matar. La misión es capturar al viejo tigre bengalí”, en cuyos versos se intuye el acoso de las fans a Tino y el hecho de que era mayor en edad que los ídolos musicales de la época, son otras evidencias.
Con este panorama Tino grabó el siguiente disco haciendo uso de la más moderna tecnología musical del momento, al mismo tiempo que seguía con la promoción de “Etiqueta Negra”, como por ejemplo cuando actuó en playback (muy a su pesar) en el programa “Tocata” en febrero de 1984, con un arrollador José Antonio Abellán entrevistando a Tino (el joven Abellán intimida a propios, como su compañera Mercedes Resino, y extraños en el video de la entrevista que se puede encontrar por youtube). En dicha entrevista, se veía a Tino emocionado ante las preguntas sobre su siguiente entrega “Hielo Rojo”; razón no le faltaba como verán al leer el artículo, y sobre todo al escuchar el disco.
Antes de pasar al análisis del disco, creo que he de comentarles la parte personal. Aquí más que evidente además. Lo de siempre: esto es un blog y lo personal siempre está en mayor o menor medida presente. ¿Cómo conocí a Tino? Tendría 6 o 7 tiernos añitos cuando pude descubrir a Tino en televisión en los días en los que “Eloise” era un fenómeno a nivel nacional. Todo quedaría en el subconsciente y ahora haciendo balance y análisis de aquellas percepciones tan lejanas e infantiles se pueden sacar conclusiones. Evidentemente en aquellos días no era consciente de ello, simplemente lo miraba con atención sin más, pero he de reconocer que aquello impresionaba. No había nadie como Tino. Sus ropajes, haciéndole parecer una especie de mezcla entre aristócrata (¡qué apropiado fue que Tino estuviera antes en una banda llamada Archiduques!) y paje de los reyes magos de oriente, llamaban la atención. Su expresión, rotunda y contundente, con esa barba afilada y con sus facciones tan duras y su penetrante mirada, intimidaba en el aparato de televisión. Y claro, lo musical; “Eloise” es un tema fastuoso, monumental e increíblemente complejo, que sin embargo fue un rotundo éxito en aquel año 88, que me atrapó gracias a su arrollador gancho; recuerdo que aquella parte de “…caricias y cuentos chinos” se me quedó grabado a fuego desde entonces.
Es curioso que tenga recuerdos de Tino en tv y de escuchar “Eloise” en la radio a casi todas horas, pero que 2 años más tarde, cuando en teoría tendría que recordar mejor las cosas, no guarde ningún recuerdo de la promoción del disco “1990. Histeria”. Luego hablaré de ello de pasada, pero supongo que estriba en el menor éxito de este disco, considerado quizás su disco con menos chispa (que no malo, no confundamos términos o adjetivos).
Luego en 1996, gracias a un tarareo fuera de contexto de un amigo de la época que decía algo como “sube al coche, reina de la noche”, me llamó la atención la melodía y dichas palabras que soltaba rítmicamente aquel colega. Sería un par de años más tarde cuando en el programa Play Music de Canal 7, en el programa presentado entonces por Adriana Frade, se puso el clip de “Embrujada” y pude ver que aquella letra y melodía de canción tarareada pertenecía a Tino Casal. Me enganchó definitivamente. Más tarde gracias a una colección de la mejor música española que le regalaron a mi abuelo por comprar una enciclopedia, en el volumen cd de 1983 venía “Embrujada”. Sería el año 2000 y todavía recuerdo que la incluí en una recopilación de temas que grabé en una cinta de casette que aún conservo.
Ya en verano de 2003 y en casa de un amigo, con el por entonces novedoso programa Kazaa, me bajé la canción en mp3 para una especie de cd recopilatorio en forma ya digital. Y hasta hace unos meses pensaba que Casal, como advierte Gerardo Quintana en la acertada biografía sobre Tino, era solo “Eloise” y “Embrujada”. ¡Qué equivocado estaba!
Bueno, el caso es que en una biblioteca de la Comunidad de Madrid que frecuento, había (y hay) una caja con los 3 primeros discos de Casal “Neocasal”, “Etiqueta Negra” e “Hielo Rojo”. Tras varios intentos frustrados de tomarlo en préstamo (cuando no era porque cogía otro cd, resulta que no estaba disponible al tenerlo otro usuario), conseguí hacerme con él a finales del mes de marzo, justo antes de esta Semana Santa. Aluciné con el contenido. Es difícil conseguir los discos de Casal en solitario, se lo advierto, con lo que les costará hacerse con “Hielo Rojo”. Ahora bien, el esfuerzo merece la pena, y si no me creen, tras explicarles mi relación como aficionado a Casal y mi percepción de su figura a lo largo de mi vida, pasemos a ver qué contiene el 3er. disco de Casal.
El comienzo es fastuoso y una gran demostración de la vanguardia sonora empleada en “Hielo Rojo”. Además “Teatro de la oscuridad” es en parte un guiño de Tino a su tropa de amigos, visto en versos como “dicen que somos bichos raros cuando nos ven entrar…” y para él mismo, que parece que cuando dice “gracias a todos por estar aquí”, nos está dando la bienvenida a uno de sus conciertos o actuaciones. El uso del sampler por parte de Julián Ruíz desde la mesa de mezclas es acertado sobre el entramado de elementos electrónicos, sobre los que el bajo y las guitarras quedan en un 2º plano. Sobra mencionar que Tino está estupendo al micrófono, demostrando desde el primer segundo que era un genial cantante. Un estupendo inicio, que da lugar a continuación a la misteriosa “Muñecas”. En esta composición Tino hace referencia al fenómeno fan que por aquellos días ya experimentaba. Destaca aquí sin embargo más bien la base rítmica, pasando curiosamente a un primer plano, cambiando en este sentido el orden de la producción de “Teatro de la oscuridad”. Particularmente me encantan ciertas entonaciones muy sensuales de Tino al micro como cuando se pregunta ante las más de 100 muñecas que le persiguen “¿he contado bien?”. Tras el misterio sonoro que tiene la parte más prosaica, el estribillo alcanza unos niveles mayores de intensidad muy interesantes. “Muñecas” es un buen tema, de hecho fue de los que sin ser single fue editado en versión maxi, pero si esta pista les ha gustado, la siguiente les volverá locos (y nunca mejor dicho). A mi al menos me encanta y creo que más allá de los singles reconocibles e inmortales del disco (dispuestos en la 2ª mitad del disco) y curiosamente junto a la 4ª pista que es la que da título a la obra, es de las que yo llamaría “joya oculta” de la obra. Me estoy refiriendo a la monumental “Loco suicida”. Los estridentes sonidos electrónicos que vienen y van, y la base latente, con un Casal nuevamente enorme en el micrófono, dan lugar a una pieza de interesante letra, con pasajes estupendos. El estribillo se te marca a fuego con solamente un par de escuchas: “Loco suicida, tus cicatrices y tus heridas. Loco suicida, tan solo queda un segundo de vida”. “La luna espía y conoce bien tu doble imagen mejor que yo; lobo en la noche, fantasma gris sobrevolando como un halcón” también es una parte de la letra soberbia. La canción termina en una marea de sonidos electrónicos de carácter hipnótico bastante curiosa. Y lo que ya les adelanté, ahora llegamos al tema título de la obra “Hielo rojo” que es una auténtica pasada. Tino era un hombre que más que a veces dar un sentido global a sus letras, lo que buscaba era crear frases que sonaran rotundas y sobre todo bien o agradables a los oídos (un claro sentido del ritmo y melodía innato que tenía). Creo que este es un ejemplo, ya que quizás los elementos de los versos que incluye se pueden referir a varias cosas. Creo que empieza con una auto referencia con ese “Los duendes del espejo tiemblan cuando te ven” (quizás referido a los ropajes y aspecto de Tino) y “la magia de su níquel reflejan tu timidez” (probablemente referido a que Tino en realidad y gracias a testimonios que he recogido en 1ª persona de gente que le trató, era un tío normal y que no se abría fácilmente de primeras) y sin duda en “cabezas de muñeca decoran tu salón” (en alusión al particular interiorismo del hogar de Casal). La melodía de “Hielo rojo”, gracias a la perfecta conjunción de todos sus instrumentos, es de matrícula de honor. Junto a “Loco suicida” la gran joya oculta del disco, y al estar anexada a la citada, crea un combo de 2 canciones brutal. Puede, como les he dicho ya en muchas otras ocasiones, que debido a que se encuentra seguida a estos 2 temazos, “Flash de cámara” la considere la canción menos fuerte del disco. En la misma Tino hablaba sobre la prensa rosa, con una elegante crítica en su letra, pero dispuesta bajo mi punto de vista sobre la melodía electrónica más machacona y menos acertada de “Hielo Rojo”.Llegados al ecuador del disco, ahora afrontaremos una 2ª mitad que quita el hipo. En su concepción de la época como disco de vinilo, con cara “a” y cara “b”, me asusta ver la calidad tan alta conseguida en este caso en la cara “b”. Tendría que analizar la época, pero que creo que dentro de la música española no hay un lp en los años 80 con una cara “b” con un nivel de exigencia tan alto (ni siquiera en discos de Mecano o Alaska Y Dinarama, pero bueno, para gustos los colores). Empezamos con quizás el 3er. tema en discordia de la historia de Casal, tras “Eloise” y “Embrujada”. Nos encontramos con “Pánico en el Edén”, que ya desde su inicio con esos acordes rasgados de guitarra eléctrica sobre la base inquietante de sintetizador, sobre los que los coros de Tino se elevan majestuosamente, muestra su potencial. La letra versa sobre distintas concepciones del amor dentro de una relación de pareja (¿Quizás tuviera algo que ver con la relación de Tino con su novia Pepa? Lo desconozco, pero pudiera ser). Digamos que Tino en 1ª persona aboga por la fidelidad “yo te quiero solo, solo para mí. Tú y yo, solos tú y yo, tómatelo como estímulo”. El ritmo endiablado de esta canción, que acertadamente en versión instrumental fue banda sonora de La Vuelta Ciclista A España de aquel 1984, y los coros de Tino del inicio, que se repiten en las partes instrumentales, dan lugar a un temazo, que quizás está injustamente olvidado a día de hoy dentro de la memoria colectiva de la sociedad española; en este apartado quizás no pasó el corte que sí superaron “Eloise” y “Embrujada”. Tras este frenesí de pop electrónico, llegamos a la preciosidad que nos va a suponer la canción “Mañana”. Un tema que según palabras de Julián Ruiz supuso un disparate de costes de grabación. Esta canción dispone de una electrónica de gran mesura, en la que destaca el aspecto ambiental de la misma, más que el marchoso. Los matices de sonidos orientales le confieren igualmente una elegancia interesante y un toque exótico interesante. En “Mañana”, más allá de la preciosa y relajante melodía que tiene, hay que prestar atención a la preciosa letra. Aquí Tino sí que da lugar a una preciosa historia, con versos realmente bellos… podría citar tantos. Esta canción sería uno de los ejemplos en los que les dejaría aquí la letra íntegra, pues no tiene desperdicio. Además, dentro de la letra se puede atisbar uno de los aspectos siempre destacados de Tino, que era aquello que se comentaba de que era un adelantado a su tiempo y un visionario; se demuestra en visiones particulares plasmados en fragmentos de la letra como “cuando la duda sea un error, cuando consultes a tu ordenador” (anticipando el fenómeno internet) o “cuando tu archivo de diskettes te hable de guerras que no puedes ver” (el terrorismo del siglo XXI). No me pregunten el por qué (casi parafraseando cierto pasaje de la canción), pero esta canción me evoca a un supuesto documental con imágenes de Tino y voz en off con un repaso global a su vida, en el que la vería insertada en la parte en la que se pusieran imágenes del coche accidentando y se hablara de la muerte de Tino. Al imaginármelo y estar escuchando justo en estos momentos el pasaje en el que Tino dice precisamente “no me preguntes el por qué, son tantos años, aún no sé, pero tú debes de seguir hasta mañana”, se me eriza el vello de los brazos mientras escribo. Parece el epitafio perfecto y el legado increíble, que finalmente se adjudicaría “Destino casual” de “1990. Histeria”, pero por desgracia casi lo llegó a ser por lo que sufriría Tino en cuestiones de salud unos meses después. Alternaremos ritmo y electrónica con sentimiento en esta 2ª mitad. Por tanto ahora toca moverse. “Bailar hasta morir” es de los temas preferidos por la gente que se adentra un poco más a fondo en el “universo Casal”, al acceder a algún recopilatorio. Ya desde el inicio, la canción llama la atención por su misteriosa y sinuosa melodía, tan grave y solemne, que incluye algunos punteos de guitarra sublimes. La electrónica, la base rítmica, los estupendos acordes de guitarra y esos coros agudos repetidos “oiaei”, se engarzan de una forma excepcional en toda la canción creando una pista que cumple perfectamente con la proclama que lleva en su título. La letra tiene alguna clara referencia de Tino a su vida y su lucha por llegar a triunfar: “tú, sin más, te crees que a mi me lo han montado. No es así; sudores me ha costado…”. Lo que no sabía Tino es que al poco tiempo tendría que sudar mucho más para volver a salir adelante. Se grabó un videoclip promocional estrenado en “La Bola De Cristal”, grabado a medias entre la casa de Tino en el Paseo del Rey y la entrada/hall/rellano de ascensores del hotel Plaza, en el que destaca ese bucle de entrada por la puerta giratoria del hotel de 4 repeticiones en su inicio. El estilismo de Casal alcanza el mayor barroquismo de toda su historia previa y posterior. Esa mezcla de modernidad, y rasgos orientales en su vestimenta (también a tono con esos matices sonoros de “Mañana” y la presente canción), sumado a las extensiones rastas capilares y sobre todo esos puntiagudos zapatos negros, no dejan indiferente a nadie. Es una excelente canción esta “Bailar hasta morir” y en parte una proclama que cumplió Tino en su vida, puesto que cuando falleció venía de pasar una noche de fiesta en compañía de sus amigos, en la que supongo que bailaría sin parar. La cara “b” de lo que sería el vinilo de “Hielo Rojo”, como ya les he dicho, es una pasada. Desde “Pánico en el Edén” hasta el cierre, las 4 canciones son ejemplos de alto valor sonoro. Y la mayor melancolía se presenta al final, algo en parte a como pasó con “Un minuto más” en “Etiqueta Negra”. “Miel en la nevera” es una canción que muchas veces puede causar una brutal angustia existencial escuchándola si te encuentras en horas bajas. La letra es de una belleza plástica sublime, aunque siendo a la par muy sencilla. Tino nos dibuja retazos de la soledad en su casa, cuando tras una noche de excesos “he bebido más de lo que aguanto, igual que ayer…”, llega a casa y se encuentra ante la soledad y el hecho de ver que su amor no está ya; desconozco si a estas alturas ya se había producido la ruptura sentimental con su novia Pepa, o es que simplemente empezaron las intermitencias de relación que a la larga desembocaron en la ruptura definitiva, puesto que en la posterior etapa de convalecencia, en algunos medios se afirmaba que Pepa Ojanguren estaba presente en el hospital acompañando a Tino. No en vano, en este aspecto, somos muchos los que pensamos que quizás Tino enfocaba la canción desde esa óptica personal y esa posible ruptura sentimental. En todo caso, esas frases como “siento frío y miedo en los pasillos, pues tú no estás” o “el desorden invade nuestra habitación, las montañas de discos son mi salvación”, sumadas a la proclama del estribillo “sin amor, prefiero estar sin un amor”, dispuestas sobre tan intensa y melancólica melodía, crean una canción acongojante y que de forma muy inteligente se dispone al final del disco. Cuando el silencio se apodera de tu entorno cuando ha terminado esta canción y en consecuencia la escucha del disco, te quedas petrificado y absorto.
El disco en un principio titubeó nada más salir al mercado, pero gracias a que “Pánico en el Edén” fue sintonía de aquellos días gloriosos de la Vuelta Ciclista a España en la primavera de 1984, “Hielo Rojo” terminó repuntando. Tuvo una correcta promoción de lanzamiento, ya que fue editado en forma de paquete especial con un disco añadido de versiones maxi de varios temas. Es una obra elegante desde su misma portada, con ese dibujo de un rubí y con Tino con esa mirada felina y el pelo más largo de lo que lo llevaba en sus 2 anteriores discos. El trabajo se amontonó para Tino, que tenía por delante mucha promoción y una gira bastante extensa, que en mitad de la misma se vio sobresaltada por un incidente en forma de esguince, que Casal no quiso tratar según los consejos médicos, declinando suspender las actuaciones para recuperarse.
Esto derivó en unos problemas de salud gravísimos que pusieron a Tino contra las cuerdas de la vida casi un año después. Se fue generando en su interior un proceso infeccioso y de debilitación de partes importantes de los huesos, que terminarían por explotar en el verano de 1985 y que nos privó de Casal durante más de 2 años. Quedó truncado un disco que ya estaba medio preparado y que se rumorea que se podría editar de forma muy definitiva (por las cintas y material que hay por ahí grabado), titulado “La Última Cena”. Según palabras de Julián Ruiz, no se edita el material que quedó inédito debido a que es una forma de respetar a Tino y su memoria. Seguro que ello estriba en que lo que haya en cintas por ahí bien custodiadas, estaría pendiente de ser sometido a varias correcciones por parte de Tino Casal, tan perfeccionista e inconformista en el estudio. Personalmente pienso que ese trabajo debería ver la luz, aunque sea en forma demo o maqueta, puesto que por ejemplo la demo de “Embrujada” incluida en el 2º cd del recopilatorio “Único” de 2006 es simplemente sensacional. A parte de este citado disco, parece ser que había otro pendiente de rematar en Tokio en 1992, que se truncó debido a la muerte de Tino. Lo mismo digo de ello.
“Hielo Rojo” para mi tiene un regusto triste o melancólico, debido a que supondría el último trabajo de Tino en mucho tiempo y que sería el preludio de una época de mucho sufrimiento tanto físico como emocional del pobre Tino. Finalmente en 1988 Tino volvería recuperado a la escena musical, milagrosamente con más fuerza que nunca. Arrollador, como ya he citado al comienzo del artículo, y con unas ganas increíbles de comerse el mundo.
Esto se puede ver en que en su regreso con el disco “Lágrimas De Cocodrilo”, a Tino en sus actuaciones en televisión se le veía serio, con cara desafiante, con un look mucho más rotundo tanto en la ropa, como en su pelo bastante más recortado y con una perilla afilada que le mostraba notablemente más agresivo. En la etapa pre-convalecencia, a Casal se le notaba más relajado y más risueño en televisión. Es normal, tras todo lo que se habló, todas las decepciones personales y resto de experiencias negativas que Tino acumuló desde que ingresó al borde de la muerte en el hospital hasta que se recuperó, que se mostrara con cierto resentimiento y con más ganas que nunca de demostrar que estaba ahí nuevamente y brillando con más fuerza que antes si cabe.
Pienso que este esfuerzo y entrega, propiciaron que su siguiente disco “1990. Histeria” no fuera tan redondo. Lo he dicho antes, no es que sea un mal disco, sino que le falta gancho, chispa… no sé. También desde que terminó la promoción de “Lágrimas De Cocodrilo”, Casal se dedicó a atender otros campos del arte que había dejado de lado en los 80 en cierta parte, como la pintura y la escultura.
Tino estaba en una etapa de análisis, balance y estudio de proyectos futuros en 1991 tras terminar con la promoción de “1990. Histeria”. Desgraciadamente en las primeras horas del domingo 22 de septiembre de 1991 un desgraciado lance de circulación hizo que el coche en el que viajaba con sus amigos por la Carretera de Castilla, cerca de Pozuelo o Aravaca, se estrellara contra una farola al perder el control del mismo el conductor por el pavimento resbaladizo. Tan mala suerte tuvo Tino que fue el único fallecido, puesto que el golpe fue de lleno en su lado, viéndose en fotos del coche siniestrado que circulan por ahí que la farola había creado una especie de camino entrante directo al asiento del copiloto en el que iba Tino sentado.
Recuerdo que en su día me enteré del fallecimiento de Tino. El cómo me enteré no lo recuerdo en sí; supongo que sería viendo las noticias o algún programa en televisión. Eso sí, hasta que leí la biografía de Gerardo Quintana en 2007 tenía un concepto distinto de la muerte de Tino, supongo que producto de mi propia imaginación y mitología. Siempre había pensado que Tino había muerto efectivamente en accidente de tráfico, pero tenía casi claro (durante toda mi vida) que había sido de la siguiente forma. Pensaba que él era el conductor del coche (cosas de la imaginación de un servidor, pues Tino ni siquiera se sacó el carnet de conducir en vida), que iba hasta arriba de alcohol y súper puesto y que además su coche era un deportivo de última generación e iba solo en el mismo (quizás esto fue en parte mezclado con el accidente por los mismos tiempos del jugador de baloncesto Fernando Martín; me refiero a lo de ir solo en el coche y lo del deportivo de última generación). Como ven, mitología pura y dura, que no sé de dónde me la saqué (no recuerdo que nadie me lo contara así). Sin embargo, cuando en La Casa Del Libro de la calle Orense ojeé la biografía de Quintana, cosas del morbo, lo primero que hice fue ir a leer el capítulo del accidente. Al comprobar la verdad de lo sucedido, se me cayó un mito al suelo, y me dio rabia ver la forma tan estúpida (como literalmente la califica también Julián Ruiz) en que Tino se nos marchó aquella mañana fatídica.
Muchas son las preguntas que se hace la gente, tanto en la biografía de Quintana como en el documental “Gran Casal. Me Como El Mundo” de J.A. Quirós, sobre qué hubiera sido de Tino si siguiera entre nosotros. Yo también he pensado en ello y tengo mis dudas de si los 90 hubieran sido amables con Tino en el plano de lo musical. Recordemos que menos Danza Invisible y La Unión, el resto de bandas exitosas de los años 80 no sobrevivieron a los años 90, cayendo torres tan altas como Hombres G (que tuvieron que parar varios años) o Alaska Y Dinarama (que se reconvirtieron en Fangoria; renovarse o morir). Es probable que ese disco pendiente de terminar de grabar en Japón no hubiera tenido demasiado éxito. Además Tino tenía en proyecto tener como single bandera otra readaptación/versión, en este caso “Vienna” de mis adorados Ultravox. Creo que tras “Eloise” de “Lágrimas De Cocodrilo”, ya en “1990. Histeria” no se acogió con mucho fervor el “Tal como soy”, versión de “Killing me softly” ni la revisión del “Don’t you want me” de The Human League en forma de “No fuimos héroes”.
Por otro lado, sí que me atrevo a apostar que Tino hubiera triunfado en el teatro con el musical de “El Fantasma De La Ópera” y que ante la más que probable bajada del éxito musical en solitario, se hubiera dedicado con más fuerza a la pintura, componiendo música despacito y con buena letra, para dejar el tiempo necesario para un regreso triunfal, que probablemente se hubiera dado en los primeros años del nuevo milenio, como sucedió por ejemplo con el regreso de Hombres G. Todo hubiera sido acompañado de una gira exitosa promocional, con la que Tino a sus cincuenta y pico años se hubiera retirado del panorama musical de primera línea en lo más alto para centrarse en otras cosas con las que estaría en estos días a sus 60 años, como probablemente dedicarse a producir o componer para otros.
Es una pena que Tino no esté entre nosotros. Este esbozo de lo que hubiera sido su futuro, según mis propias intuiciones, no es más que una suposición. También hay que tener en cuenta que Casal no era en sí un grupo o banda, sino que jugaba en la liga de los artistas en solitario, y esos siempre van por libre respecto a las bandas, con lo que a lo mejor la negación a la que fueron sometidas las formaciones de los 80 en la década de los 90, puede que no le hubiera afectado; ésta es otra posibilidad igual de válida, o así lo creo.
Tino nos dejó… o no. Me explico. Suele haber varias leyendas sobre gente como 2 Pac, Elvis Presley, Marilyn Monroe o Bruce Lee, en la que los seguidores se niegan a creer que sus ídolos hayan fallecido y aseguran que viven ocultos, alejados de la vida pública, habiendo fingido previamente su muerte. En tanto a estas descabelladas, pero bonitas e ilusorias ideas, ¿por qué no crearnos nosotros algo parecido? El pintor y gran amigo de Tino Antonio Villa-Toro declara que en el momento del accidente un helicóptero se llevó a Tino al hospital para intentar salvarle la vida, y que Tino falleció en el aire. Esto es la versión oficial, pero ¿por qué no pensar que Tino no falleció y fue trasladado a una clínica en la que se recuperó y posteriormente se trasladó a vivir a un chalet de la sierra de Guadarrama o mejor aún, de su Asturias natal, desde el que vive alejado, teniendo una enorme parcela que le concede privacidad, componiendo y cediendo su música a otros y pintando y exponiendo bajo el nombre de pintores desconocidos? Esta teoría se podría reforzar con el detalle de que el cuerpo de Tino no fue velado al descubierto, por el estado tan desmejorado de su rostro debido al golpe en el coche, lo cual nos podría ayudar a hacer volar más aún nuestra imaginación.
Evidentemente, esto no es más que un bonito cuento, pero que no deja de ser eso: un cuento. Casal vive, como reza el exitoso recopilatorio editado en 2000, pero vive en nuestras memorias, las de la gente que le admira. Yo ahora es cuando he entrado a fondo en su vida y obra, pero siempre le tuve presente (desde que le descubrí con “Eloise” en mi infancia) y siempre me cayó bien (sin haberle conocido en persona). Eso es un punto a favor de Tino, emanaba carisma y simpatía a raudales, más allá de su enorme talento que era lo principal. Una prueba de ello es que en youtube en ningún video de los que hay colgados de videoclips o actuaciones en televisión hay un solo comentario despectivo (y eso es difícil con la cantidad de imbéciles que se aburren y no tiene otra cosa que hacer por internet que poner comentarios despectivos de la gente).
Casal, el auténtico y genuino aristócrata o archiduque del pop español, en un futuro reaparecerá por el blog, de forma mas sintética, puesto que hoy es un día especial y el post es ya de por sí más largo de lo habitual, tratándose además de una revisión de disco de un homenaje a la figura que nos ocupa. Hoy hemos propuesto recuperar su 3er. disco de estudio. Considero a “Hielo Rojo” su mejor disco. Las canciones hablan por si mismas. No obstante, hay otras vertientes que aseguran que “Etiqueta Negra” es su mejor trabajo, y otras que defienden que lo es “Lágrimas De Cocodrilo”; incluso algunos abogan por “Neocasal”.
Quisiera terminar con la última experiencia personal con Casal que tuve, y quizás la más cercana a su persona. En plan ruta turística madrileña (al uso de las que hacen algunas empresas por el Madrid de Valle-Inclán, de los Austrias etc.) un amigo y un servidor una calurosa tarde de un sábado de mayo, nos dimos un paseo para conocer por un lado los terrenos del antiguo Stadium Metropolitano del At. Madrid (equipo del que como muchos saben soy aficionado) y luego ir a visitar el portal donde vivía Tino al lado de la estación de Príncipe Pío. Gracias al libro de Gerardo Quintana y al documental “Gran Casal. Me Como El Mundo” de J.A. Quirós, tenía la dirección exacta y la imagen visual del aspecto del portal. El piso exacto ya sí que lo desconozco (tampoco pretendíamos pedir a los inquilinos o actuales propietarios que nos dejaran pasar, por supuesto). Ahí anduvimos viendo el bloque de viviendas donde se alojó Tino durante gran parte de su vida y ante el calor intenso que se vivía esa tarde, nos adentramos en el restaurante asturiano colindante “El Regueirón”.
Allí nos tomamos un refrigerio y vimos que en las paredes había colgada alguna que otra foto de Tino. A ver aquello, le pregunté al propietario que estaba en la barra (intuyo que de una quinta cercana a la de Tino, quizás algo más joven) si le conoció en persona. Y efectivamente así fue. Nos comentó varias anécdotas curiosas de Tino, como que solía desayunar cuando venía de marcha con sus ropajes, quedándose la gente alucinada con su imagen, y que en esos desayunos jamás le faltaba su JB con zumo de naranja. Igualmente nos mencionó una anécdota en la sala Voltereta, en la que al encontrarse con Tino éste dijo al encargado de la sala “a mis amigos que no les falte de nada”. Ante todo, y lo que más se nos quedó grabado, lo que nos dijo es que Tino era un tío fenomenal. También nos habló de su accidente en aquella actuación de Valencia en 1985, que tantos problemas le ocasionaron a la postre a Tino. Por lo visto Tino se lo comentó en su día, y le entró en detalles como que se había caído de una altura de un metro.
Espero que hayan disfrutado de este artículo. Lo he hecho con todo el cariño y respeto que tengo a Tino Casal, que les aseguro que es mucho. “Hielo Rojo” fue una especie de despedida involuntaria y accidentada debido a los problemas de salud que surgieron en 1985. A día de hoy, sigue sonando actual, demostrando lo adelantado que estaba a su tiempo Tino. Termino por hoy haciendo un juego de palabras con los títulos de varios proyectos en torno a Tino: Gran Casal, Casal único, y, sobre todo, Casal vive. El tigre bengalí volverá a nuestro blog, no se preocupen.
Este año, nuevamente de forma muy sentida y desde un profundo respeto y admiración, he querido homenajear al gran Tino Casal, analizando uno de sus gloriosos discos editados en los años 80. Me he decidido (no crean que no me ha costado esta decisión) por “Hielo Rojo” de 1984.
Tino Casal en su etapa moderna, la que abarcó desde 1981 hasta su fallecimiento, firmó sus entregas simplemente con su apellido, para diferenciarse de sus primeros singles en solitario, bastante alejados del estilo que le haría pasar a la posteridad con letras doradas. De ahí que el título del artículo solamente ponga “Casal - Hielo Rojo” y no “Tino Casal - Hielo Rojo” (para más evidencias comprobar la imagen de la portada intercalada en el artículo).
Tras esta pequeña aclaración sobre el nombre artístico de Tino Casal, hablemos de en qué situación se encontraba Casal a la hora de acometer la grabación de su 3er. disco de estudio. “Etiqueta Negra” de 1983 había sido un gran éxito de crítica y ventas. Claramente asociado a “Embrujada”, rutilante single y clásico inmortal e imperecedero de Casal, el álbum llegó a ser disco de platino y también la mayoría de opiniones de la prensa musical fueron favorables.
Antes en 1981 Casal ya había irrumpido con fuerza en la incipiente, innovadora y transgresora escena musical y artística nacional, que vivía los primeros meses ya reconocidos de la llamada Movida Madrileña, de la que Tino sería un miembro clave, pero que curiosamente solo los que conocen a Tino asocian con la misma; es muy común que en un ejercicio de psicoanálisis si le consultas a la gente “si te digo “Movida” dime el primer grupo de música que se te pase por la cabeza” te respondan Alaska y Radio Futura.
El caso es que “Neocasal” del 81 es un disco sin desperdicio alguno en su set list, muy bueno. Ni una sola canción mala. Sin embargo, es un disco que a mis oídos le falta consistencia en conjunto, uniformidad digamos; es decir, que cada canción parece de su padre y de su madre, dando la impresión de que sea un recopilatorio más que un lp que siga un hilo o una idea. No hay más que ver que tras el frenesí pop de “Champú de huevo” se coloque la romántica y delicada “Love me tonight” (compuesta a medias con el productor de Tino, mi admirado Julián Ruiz) y luego se nos disponga el trueno musical que supone “Billy boy”, dedicado al por entonces líder de los Generation X Billy Idol. En un primer momento pensé en dedicar el artículo a “Neocasal”, pero finalmente me he decantando por “Hielo Rojo”, que a día de hoy me parece su mejor lp.
“Etiqueta Negra” sin embargo no pecaba de inconsistencia. A pesar de haber temas de carácter bastante distinto como por ejemplo la triste e íntima “Un minuto más” y la poperita “Póker para un perdedor”, aquí el sonido sigue una pauta de uniformidad que ensambla la obra de forma más correcta. También hay que tener en cuenta que “Neocasal” era un debut en toda regla de Tino, por alejarse millas y millas de lo que había hecho hasta entonces como cantante en solitario o como vocalista de la banda asturiana Archiduques.
Tal fue el éxito de “Etiqueta Negra” en conjunto (además del estremecimiento individual de “Embrujada”, la cual incluso se grabó en inglés en Londres), que hubo lugar para una reedición especial con el añadido excepcional de “Tigre bengalí” como propina gloriosa. Esta canción, además de ser de las favoritas de la gente que admira a Tino, yendo más allá de “Eloise” y “Embrujada”, formó parte de la película de Trueba “Sal Gorda” y en parte creo que se la dedica Tino a sí mismo por ciertas referencias al aspecto felino de él (algo Sandokán en aquella época) y apuntes como la citada “jungla gradulux”, que evocan elementos imprescindibles en la peculiar casa particular de Tino. Además, esa 1ª persona en la letra con el “sabes que volveré, sabes que volveré” y las alusiones a las fans como “danzas en la oscuridad, vestida para matar. La misión es capturar al viejo tigre bengalí”, en cuyos versos se intuye el acoso de las fans a Tino y el hecho de que era mayor en edad que los ídolos musicales de la época, son otras evidencias.
Con este panorama Tino grabó el siguiente disco haciendo uso de la más moderna tecnología musical del momento, al mismo tiempo que seguía con la promoción de “Etiqueta Negra”, como por ejemplo cuando actuó en playback (muy a su pesar) en el programa “Tocata” en febrero de 1984, con un arrollador José Antonio Abellán entrevistando a Tino (el joven Abellán intimida a propios, como su compañera Mercedes Resino, y extraños en el video de la entrevista que se puede encontrar por youtube). En dicha entrevista, se veía a Tino emocionado ante las preguntas sobre su siguiente entrega “Hielo Rojo”; razón no le faltaba como verán al leer el artículo, y sobre todo al escuchar el disco.
Antes de pasar al análisis del disco, creo que he de comentarles la parte personal. Aquí más que evidente además. Lo de siempre: esto es un blog y lo personal siempre está en mayor o menor medida presente. ¿Cómo conocí a Tino? Tendría 6 o 7 tiernos añitos cuando pude descubrir a Tino en televisión en los días en los que “Eloise” era un fenómeno a nivel nacional. Todo quedaría en el subconsciente y ahora haciendo balance y análisis de aquellas percepciones tan lejanas e infantiles se pueden sacar conclusiones. Evidentemente en aquellos días no era consciente de ello, simplemente lo miraba con atención sin más, pero he de reconocer que aquello impresionaba. No había nadie como Tino. Sus ropajes, haciéndole parecer una especie de mezcla entre aristócrata (¡qué apropiado fue que Tino estuviera antes en una banda llamada Archiduques!) y paje de los reyes magos de oriente, llamaban la atención. Su expresión, rotunda y contundente, con esa barba afilada y con sus facciones tan duras y su penetrante mirada, intimidaba en el aparato de televisión. Y claro, lo musical; “Eloise” es un tema fastuoso, monumental e increíblemente complejo, que sin embargo fue un rotundo éxito en aquel año 88, que me atrapó gracias a su arrollador gancho; recuerdo que aquella parte de “…caricias y cuentos chinos” se me quedó grabado a fuego desde entonces.
Es curioso que tenga recuerdos de Tino en tv y de escuchar “Eloise” en la radio a casi todas horas, pero que 2 años más tarde, cuando en teoría tendría que recordar mejor las cosas, no guarde ningún recuerdo de la promoción del disco “1990. Histeria”. Luego hablaré de ello de pasada, pero supongo que estriba en el menor éxito de este disco, considerado quizás su disco con menos chispa (que no malo, no confundamos términos o adjetivos).
Luego en 1996, gracias a un tarareo fuera de contexto de un amigo de la época que decía algo como “sube al coche, reina de la noche”, me llamó la atención la melodía y dichas palabras que soltaba rítmicamente aquel colega. Sería un par de años más tarde cuando en el programa Play Music de Canal 7, en el programa presentado entonces por Adriana Frade, se puso el clip de “Embrujada” y pude ver que aquella letra y melodía de canción tarareada pertenecía a Tino Casal. Me enganchó definitivamente. Más tarde gracias a una colección de la mejor música española que le regalaron a mi abuelo por comprar una enciclopedia, en el volumen cd de 1983 venía “Embrujada”. Sería el año 2000 y todavía recuerdo que la incluí en una recopilación de temas que grabé en una cinta de casette que aún conservo.
Ya en verano de 2003 y en casa de un amigo, con el por entonces novedoso programa Kazaa, me bajé la canción en mp3 para una especie de cd recopilatorio en forma ya digital. Y hasta hace unos meses pensaba que Casal, como advierte Gerardo Quintana en la acertada biografía sobre Tino, era solo “Eloise” y “Embrujada”. ¡Qué equivocado estaba!
Bueno, el caso es que en una biblioteca de la Comunidad de Madrid que frecuento, había (y hay) una caja con los 3 primeros discos de Casal “Neocasal”, “Etiqueta Negra” e “Hielo Rojo”. Tras varios intentos frustrados de tomarlo en préstamo (cuando no era porque cogía otro cd, resulta que no estaba disponible al tenerlo otro usuario), conseguí hacerme con él a finales del mes de marzo, justo antes de esta Semana Santa. Aluciné con el contenido. Es difícil conseguir los discos de Casal en solitario, se lo advierto, con lo que les costará hacerse con “Hielo Rojo”. Ahora bien, el esfuerzo merece la pena, y si no me creen, tras explicarles mi relación como aficionado a Casal y mi percepción de su figura a lo largo de mi vida, pasemos a ver qué contiene el 3er. disco de Casal.
El comienzo es fastuoso y una gran demostración de la vanguardia sonora empleada en “Hielo Rojo”. Además “Teatro de la oscuridad” es en parte un guiño de Tino a su tropa de amigos, visto en versos como “dicen que somos bichos raros cuando nos ven entrar…” y para él mismo, que parece que cuando dice “gracias a todos por estar aquí”, nos está dando la bienvenida a uno de sus conciertos o actuaciones. El uso del sampler por parte de Julián Ruíz desde la mesa de mezclas es acertado sobre el entramado de elementos electrónicos, sobre los que el bajo y las guitarras quedan en un 2º plano. Sobra mencionar que Tino está estupendo al micrófono, demostrando desde el primer segundo que era un genial cantante. Un estupendo inicio, que da lugar a continuación a la misteriosa “Muñecas”. En esta composición Tino hace referencia al fenómeno fan que por aquellos días ya experimentaba. Destaca aquí sin embargo más bien la base rítmica, pasando curiosamente a un primer plano, cambiando en este sentido el orden de la producción de “Teatro de la oscuridad”. Particularmente me encantan ciertas entonaciones muy sensuales de Tino al micro como cuando se pregunta ante las más de 100 muñecas que le persiguen “¿he contado bien?”. Tras el misterio sonoro que tiene la parte más prosaica, el estribillo alcanza unos niveles mayores de intensidad muy interesantes. “Muñecas” es un buen tema, de hecho fue de los que sin ser single fue editado en versión maxi, pero si esta pista les ha gustado, la siguiente les volverá locos (y nunca mejor dicho). A mi al menos me encanta y creo que más allá de los singles reconocibles e inmortales del disco (dispuestos en la 2ª mitad del disco) y curiosamente junto a la 4ª pista que es la que da título a la obra, es de las que yo llamaría “joya oculta” de la obra. Me estoy refiriendo a la monumental “Loco suicida”. Los estridentes sonidos electrónicos que vienen y van, y la base latente, con un Casal nuevamente enorme en el micrófono, dan lugar a una pieza de interesante letra, con pasajes estupendos. El estribillo se te marca a fuego con solamente un par de escuchas: “Loco suicida, tus cicatrices y tus heridas. Loco suicida, tan solo queda un segundo de vida”. “La luna espía y conoce bien tu doble imagen mejor que yo; lobo en la noche, fantasma gris sobrevolando como un halcón” también es una parte de la letra soberbia. La canción termina en una marea de sonidos electrónicos de carácter hipnótico bastante curiosa. Y lo que ya les adelanté, ahora llegamos al tema título de la obra “Hielo rojo” que es una auténtica pasada. Tino era un hombre que más que a veces dar un sentido global a sus letras, lo que buscaba era crear frases que sonaran rotundas y sobre todo bien o agradables a los oídos (un claro sentido del ritmo y melodía innato que tenía). Creo que este es un ejemplo, ya que quizás los elementos de los versos que incluye se pueden referir a varias cosas. Creo que empieza con una auto referencia con ese “Los duendes del espejo tiemblan cuando te ven” (quizás referido a los ropajes y aspecto de Tino) y “la magia de su níquel reflejan tu timidez” (probablemente referido a que Tino en realidad y gracias a testimonios que he recogido en 1ª persona de gente que le trató, era un tío normal y que no se abría fácilmente de primeras) y sin duda en “cabezas de muñeca decoran tu salón” (en alusión al particular interiorismo del hogar de Casal). La melodía de “Hielo rojo”, gracias a la perfecta conjunción de todos sus instrumentos, es de matrícula de honor. Junto a “Loco suicida” la gran joya oculta del disco, y al estar anexada a la citada, crea un combo de 2 canciones brutal. Puede, como les he dicho ya en muchas otras ocasiones, que debido a que se encuentra seguida a estos 2 temazos, “Flash de cámara” la considere la canción menos fuerte del disco. En la misma Tino hablaba sobre la prensa rosa, con una elegante crítica en su letra, pero dispuesta bajo mi punto de vista sobre la melodía electrónica más machacona y menos acertada de “Hielo Rojo”.Llegados al ecuador del disco, ahora afrontaremos una 2ª mitad que quita el hipo. En su concepción de la época como disco de vinilo, con cara “a” y cara “b”, me asusta ver la calidad tan alta conseguida en este caso en la cara “b”. Tendría que analizar la época, pero que creo que dentro de la música española no hay un lp en los años 80 con una cara “b” con un nivel de exigencia tan alto (ni siquiera en discos de Mecano o Alaska Y Dinarama, pero bueno, para gustos los colores). Empezamos con quizás el 3er. tema en discordia de la historia de Casal, tras “Eloise” y “Embrujada”. Nos encontramos con “Pánico en el Edén”, que ya desde su inicio con esos acordes rasgados de guitarra eléctrica sobre la base inquietante de sintetizador, sobre los que los coros de Tino se elevan majestuosamente, muestra su potencial. La letra versa sobre distintas concepciones del amor dentro de una relación de pareja (¿Quizás tuviera algo que ver con la relación de Tino con su novia Pepa? Lo desconozco, pero pudiera ser). Digamos que Tino en 1ª persona aboga por la fidelidad “yo te quiero solo, solo para mí. Tú y yo, solos tú y yo, tómatelo como estímulo”. El ritmo endiablado de esta canción, que acertadamente en versión instrumental fue banda sonora de La Vuelta Ciclista A España de aquel 1984, y los coros de Tino del inicio, que se repiten en las partes instrumentales, dan lugar a un temazo, que quizás está injustamente olvidado a día de hoy dentro de la memoria colectiva de la sociedad española; en este apartado quizás no pasó el corte que sí superaron “Eloise” y “Embrujada”. Tras este frenesí de pop electrónico, llegamos a la preciosidad que nos va a suponer la canción “Mañana”. Un tema que según palabras de Julián Ruiz supuso un disparate de costes de grabación. Esta canción dispone de una electrónica de gran mesura, en la que destaca el aspecto ambiental de la misma, más que el marchoso. Los matices de sonidos orientales le confieren igualmente una elegancia interesante y un toque exótico interesante. En “Mañana”, más allá de la preciosa y relajante melodía que tiene, hay que prestar atención a la preciosa letra. Aquí Tino sí que da lugar a una preciosa historia, con versos realmente bellos… podría citar tantos. Esta canción sería uno de los ejemplos en los que les dejaría aquí la letra íntegra, pues no tiene desperdicio. Además, dentro de la letra se puede atisbar uno de los aspectos siempre destacados de Tino, que era aquello que se comentaba de que era un adelantado a su tiempo y un visionario; se demuestra en visiones particulares plasmados en fragmentos de la letra como “cuando la duda sea un error, cuando consultes a tu ordenador” (anticipando el fenómeno internet) o “cuando tu archivo de diskettes te hable de guerras que no puedes ver” (el terrorismo del siglo XXI). No me pregunten el por qué (casi parafraseando cierto pasaje de la canción), pero esta canción me evoca a un supuesto documental con imágenes de Tino y voz en off con un repaso global a su vida, en el que la vería insertada en la parte en la que se pusieran imágenes del coche accidentando y se hablara de la muerte de Tino. Al imaginármelo y estar escuchando justo en estos momentos el pasaje en el que Tino dice precisamente “no me preguntes el por qué, son tantos años, aún no sé, pero tú debes de seguir hasta mañana”, se me eriza el vello de los brazos mientras escribo. Parece el epitafio perfecto y el legado increíble, que finalmente se adjudicaría “Destino casual” de “1990. Histeria”, pero por desgracia casi lo llegó a ser por lo que sufriría Tino en cuestiones de salud unos meses después. Alternaremos ritmo y electrónica con sentimiento en esta 2ª mitad. Por tanto ahora toca moverse. “Bailar hasta morir” es de los temas preferidos por la gente que se adentra un poco más a fondo en el “universo Casal”, al acceder a algún recopilatorio. Ya desde el inicio, la canción llama la atención por su misteriosa y sinuosa melodía, tan grave y solemne, que incluye algunos punteos de guitarra sublimes. La electrónica, la base rítmica, los estupendos acordes de guitarra y esos coros agudos repetidos “oiaei”, se engarzan de una forma excepcional en toda la canción creando una pista que cumple perfectamente con la proclama que lleva en su título. La letra tiene alguna clara referencia de Tino a su vida y su lucha por llegar a triunfar: “tú, sin más, te crees que a mi me lo han montado. No es así; sudores me ha costado…”. Lo que no sabía Tino es que al poco tiempo tendría que sudar mucho más para volver a salir adelante. Se grabó un videoclip promocional estrenado en “La Bola De Cristal”, grabado a medias entre la casa de Tino en el Paseo del Rey y la entrada/hall/rellano de ascensores del hotel Plaza, en el que destaca ese bucle de entrada por la puerta giratoria del hotel de 4 repeticiones en su inicio. El estilismo de Casal alcanza el mayor barroquismo de toda su historia previa y posterior. Esa mezcla de modernidad, y rasgos orientales en su vestimenta (también a tono con esos matices sonoros de “Mañana” y la presente canción), sumado a las extensiones rastas capilares y sobre todo esos puntiagudos zapatos negros, no dejan indiferente a nadie. Es una excelente canción esta “Bailar hasta morir” y en parte una proclama que cumplió Tino en su vida, puesto que cuando falleció venía de pasar una noche de fiesta en compañía de sus amigos, en la que supongo que bailaría sin parar. La cara “b” de lo que sería el vinilo de “Hielo Rojo”, como ya les he dicho, es una pasada. Desde “Pánico en el Edén” hasta el cierre, las 4 canciones son ejemplos de alto valor sonoro. Y la mayor melancolía se presenta al final, algo en parte a como pasó con “Un minuto más” en “Etiqueta Negra”. “Miel en la nevera” es una canción que muchas veces puede causar una brutal angustia existencial escuchándola si te encuentras en horas bajas. La letra es de una belleza plástica sublime, aunque siendo a la par muy sencilla. Tino nos dibuja retazos de la soledad en su casa, cuando tras una noche de excesos “he bebido más de lo que aguanto, igual que ayer…”, llega a casa y se encuentra ante la soledad y el hecho de ver que su amor no está ya; desconozco si a estas alturas ya se había producido la ruptura sentimental con su novia Pepa, o es que simplemente empezaron las intermitencias de relación que a la larga desembocaron en la ruptura definitiva, puesto que en la posterior etapa de convalecencia, en algunos medios se afirmaba que Pepa Ojanguren estaba presente en el hospital acompañando a Tino. No en vano, en este aspecto, somos muchos los que pensamos que quizás Tino enfocaba la canción desde esa óptica personal y esa posible ruptura sentimental. En todo caso, esas frases como “siento frío y miedo en los pasillos, pues tú no estás” o “el desorden invade nuestra habitación, las montañas de discos son mi salvación”, sumadas a la proclama del estribillo “sin amor, prefiero estar sin un amor”, dispuestas sobre tan intensa y melancólica melodía, crean una canción acongojante y que de forma muy inteligente se dispone al final del disco. Cuando el silencio se apodera de tu entorno cuando ha terminado esta canción y en consecuencia la escucha del disco, te quedas petrificado y absorto.
El disco en un principio titubeó nada más salir al mercado, pero gracias a que “Pánico en el Edén” fue sintonía de aquellos días gloriosos de la Vuelta Ciclista a España en la primavera de 1984, “Hielo Rojo” terminó repuntando. Tuvo una correcta promoción de lanzamiento, ya que fue editado en forma de paquete especial con un disco añadido de versiones maxi de varios temas. Es una obra elegante desde su misma portada, con ese dibujo de un rubí y con Tino con esa mirada felina y el pelo más largo de lo que lo llevaba en sus 2 anteriores discos. El trabajo se amontonó para Tino, que tenía por delante mucha promoción y una gira bastante extensa, que en mitad de la misma se vio sobresaltada por un incidente en forma de esguince, que Casal no quiso tratar según los consejos médicos, declinando suspender las actuaciones para recuperarse.
Esto derivó en unos problemas de salud gravísimos que pusieron a Tino contra las cuerdas de la vida casi un año después. Se fue generando en su interior un proceso infeccioso y de debilitación de partes importantes de los huesos, que terminarían por explotar en el verano de 1985 y que nos privó de Casal durante más de 2 años. Quedó truncado un disco que ya estaba medio preparado y que se rumorea que se podría editar de forma muy definitiva (por las cintas y material que hay por ahí grabado), titulado “La Última Cena”. Según palabras de Julián Ruiz, no se edita el material que quedó inédito debido a que es una forma de respetar a Tino y su memoria. Seguro que ello estriba en que lo que haya en cintas por ahí bien custodiadas, estaría pendiente de ser sometido a varias correcciones por parte de Tino Casal, tan perfeccionista e inconformista en el estudio. Personalmente pienso que ese trabajo debería ver la luz, aunque sea en forma demo o maqueta, puesto que por ejemplo la demo de “Embrujada” incluida en el 2º cd del recopilatorio “Único” de 2006 es simplemente sensacional. A parte de este citado disco, parece ser que había otro pendiente de rematar en Tokio en 1992, que se truncó debido a la muerte de Tino. Lo mismo digo de ello.
“Hielo Rojo” para mi tiene un regusto triste o melancólico, debido a que supondría el último trabajo de Tino en mucho tiempo y que sería el preludio de una época de mucho sufrimiento tanto físico como emocional del pobre Tino. Finalmente en 1988 Tino volvería recuperado a la escena musical, milagrosamente con más fuerza que nunca. Arrollador, como ya he citado al comienzo del artículo, y con unas ganas increíbles de comerse el mundo.
Esto se puede ver en que en su regreso con el disco “Lágrimas De Cocodrilo”, a Tino en sus actuaciones en televisión se le veía serio, con cara desafiante, con un look mucho más rotundo tanto en la ropa, como en su pelo bastante más recortado y con una perilla afilada que le mostraba notablemente más agresivo. En la etapa pre-convalecencia, a Casal se le notaba más relajado y más risueño en televisión. Es normal, tras todo lo que se habló, todas las decepciones personales y resto de experiencias negativas que Tino acumuló desde que ingresó al borde de la muerte en el hospital hasta que se recuperó, que se mostrara con cierto resentimiento y con más ganas que nunca de demostrar que estaba ahí nuevamente y brillando con más fuerza que antes si cabe.
Pienso que este esfuerzo y entrega, propiciaron que su siguiente disco “1990. Histeria” no fuera tan redondo. Lo he dicho antes, no es que sea un mal disco, sino que le falta gancho, chispa… no sé. También desde que terminó la promoción de “Lágrimas De Cocodrilo”, Casal se dedicó a atender otros campos del arte que había dejado de lado en los 80 en cierta parte, como la pintura y la escultura.
Tino estaba en una etapa de análisis, balance y estudio de proyectos futuros en 1991 tras terminar con la promoción de “1990. Histeria”. Desgraciadamente en las primeras horas del domingo 22 de septiembre de 1991 un desgraciado lance de circulación hizo que el coche en el que viajaba con sus amigos por la Carretera de Castilla, cerca de Pozuelo o Aravaca, se estrellara contra una farola al perder el control del mismo el conductor por el pavimento resbaladizo. Tan mala suerte tuvo Tino que fue el único fallecido, puesto que el golpe fue de lleno en su lado, viéndose en fotos del coche siniestrado que circulan por ahí que la farola había creado una especie de camino entrante directo al asiento del copiloto en el que iba Tino sentado.
Recuerdo que en su día me enteré del fallecimiento de Tino. El cómo me enteré no lo recuerdo en sí; supongo que sería viendo las noticias o algún programa en televisión. Eso sí, hasta que leí la biografía de Gerardo Quintana en 2007 tenía un concepto distinto de la muerte de Tino, supongo que producto de mi propia imaginación y mitología. Siempre había pensado que Tino había muerto efectivamente en accidente de tráfico, pero tenía casi claro (durante toda mi vida) que había sido de la siguiente forma. Pensaba que él era el conductor del coche (cosas de la imaginación de un servidor, pues Tino ni siquiera se sacó el carnet de conducir en vida), que iba hasta arriba de alcohol y súper puesto y que además su coche era un deportivo de última generación e iba solo en el mismo (quizás esto fue en parte mezclado con el accidente por los mismos tiempos del jugador de baloncesto Fernando Martín; me refiero a lo de ir solo en el coche y lo del deportivo de última generación). Como ven, mitología pura y dura, que no sé de dónde me la saqué (no recuerdo que nadie me lo contara así). Sin embargo, cuando en La Casa Del Libro de la calle Orense ojeé la biografía de Quintana, cosas del morbo, lo primero que hice fue ir a leer el capítulo del accidente. Al comprobar la verdad de lo sucedido, se me cayó un mito al suelo, y me dio rabia ver la forma tan estúpida (como literalmente la califica también Julián Ruiz) en que Tino se nos marchó aquella mañana fatídica.
Muchas son las preguntas que se hace la gente, tanto en la biografía de Quintana como en el documental “Gran Casal. Me Como El Mundo” de J.A. Quirós, sobre qué hubiera sido de Tino si siguiera entre nosotros. Yo también he pensado en ello y tengo mis dudas de si los 90 hubieran sido amables con Tino en el plano de lo musical. Recordemos que menos Danza Invisible y La Unión, el resto de bandas exitosas de los años 80 no sobrevivieron a los años 90, cayendo torres tan altas como Hombres G (que tuvieron que parar varios años) o Alaska Y Dinarama (que se reconvirtieron en Fangoria; renovarse o morir). Es probable que ese disco pendiente de terminar de grabar en Japón no hubiera tenido demasiado éxito. Además Tino tenía en proyecto tener como single bandera otra readaptación/versión, en este caso “Vienna” de mis adorados Ultravox. Creo que tras “Eloise” de “Lágrimas De Cocodrilo”, ya en “1990. Histeria” no se acogió con mucho fervor el “Tal como soy”, versión de “Killing me softly” ni la revisión del “Don’t you want me” de The Human League en forma de “No fuimos héroes”.
Por otro lado, sí que me atrevo a apostar que Tino hubiera triunfado en el teatro con el musical de “El Fantasma De La Ópera” y que ante la más que probable bajada del éxito musical en solitario, se hubiera dedicado con más fuerza a la pintura, componiendo música despacito y con buena letra, para dejar el tiempo necesario para un regreso triunfal, que probablemente se hubiera dado en los primeros años del nuevo milenio, como sucedió por ejemplo con el regreso de Hombres G. Todo hubiera sido acompañado de una gira exitosa promocional, con la que Tino a sus cincuenta y pico años se hubiera retirado del panorama musical de primera línea en lo más alto para centrarse en otras cosas con las que estaría en estos días a sus 60 años, como probablemente dedicarse a producir o componer para otros.
Es una pena que Tino no esté entre nosotros. Este esbozo de lo que hubiera sido su futuro, según mis propias intuiciones, no es más que una suposición. También hay que tener en cuenta que Casal no era en sí un grupo o banda, sino que jugaba en la liga de los artistas en solitario, y esos siempre van por libre respecto a las bandas, con lo que a lo mejor la negación a la que fueron sometidas las formaciones de los 80 en la década de los 90, puede que no le hubiera afectado; ésta es otra posibilidad igual de válida, o así lo creo.
Tino nos dejó… o no. Me explico. Suele haber varias leyendas sobre gente como 2 Pac, Elvis Presley, Marilyn Monroe o Bruce Lee, en la que los seguidores se niegan a creer que sus ídolos hayan fallecido y aseguran que viven ocultos, alejados de la vida pública, habiendo fingido previamente su muerte. En tanto a estas descabelladas, pero bonitas e ilusorias ideas, ¿por qué no crearnos nosotros algo parecido? El pintor y gran amigo de Tino Antonio Villa-Toro declara que en el momento del accidente un helicóptero se llevó a Tino al hospital para intentar salvarle la vida, y que Tino falleció en el aire. Esto es la versión oficial, pero ¿por qué no pensar que Tino no falleció y fue trasladado a una clínica en la que se recuperó y posteriormente se trasladó a vivir a un chalet de la sierra de Guadarrama o mejor aún, de su Asturias natal, desde el que vive alejado, teniendo una enorme parcela que le concede privacidad, componiendo y cediendo su música a otros y pintando y exponiendo bajo el nombre de pintores desconocidos? Esta teoría se podría reforzar con el detalle de que el cuerpo de Tino no fue velado al descubierto, por el estado tan desmejorado de su rostro debido al golpe en el coche, lo cual nos podría ayudar a hacer volar más aún nuestra imaginación.
Evidentemente, esto no es más que un bonito cuento, pero que no deja de ser eso: un cuento. Casal vive, como reza el exitoso recopilatorio editado en 2000, pero vive en nuestras memorias, las de la gente que le admira. Yo ahora es cuando he entrado a fondo en su vida y obra, pero siempre le tuve presente (desde que le descubrí con “Eloise” en mi infancia) y siempre me cayó bien (sin haberle conocido en persona). Eso es un punto a favor de Tino, emanaba carisma y simpatía a raudales, más allá de su enorme talento que era lo principal. Una prueba de ello es que en youtube en ningún video de los que hay colgados de videoclips o actuaciones en televisión hay un solo comentario despectivo (y eso es difícil con la cantidad de imbéciles que se aburren y no tiene otra cosa que hacer por internet que poner comentarios despectivos de la gente).
Casal, el auténtico y genuino aristócrata o archiduque del pop español, en un futuro reaparecerá por el blog, de forma mas sintética, puesto que hoy es un día especial y el post es ya de por sí más largo de lo habitual, tratándose además de una revisión de disco de un homenaje a la figura que nos ocupa. Hoy hemos propuesto recuperar su 3er. disco de estudio. Considero a “Hielo Rojo” su mejor disco. Las canciones hablan por si mismas. No obstante, hay otras vertientes que aseguran que “Etiqueta Negra” es su mejor trabajo, y otras que defienden que lo es “Lágrimas De Cocodrilo”; incluso algunos abogan por “Neocasal”.
Quisiera terminar con la última experiencia personal con Casal que tuve, y quizás la más cercana a su persona. En plan ruta turística madrileña (al uso de las que hacen algunas empresas por el Madrid de Valle-Inclán, de los Austrias etc.) un amigo y un servidor una calurosa tarde de un sábado de mayo, nos dimos un paseo para conocer por un lado los terrenos del antiguo Stadium Metropolitano del At. Madrid (equipo del que como muchos saben soy aficionado) y luego ir a visitar el portal donde vivía Tino al lado de la estación de Príncipe Pío. Gracias al libro de Gerardo Quintana y al documental “Gran Casal. Me Como El Mundo” de J.A. Quirós, tenía la dirección exacta y la imagen visual del aspecto del portal. El piso exacto ya sí que lo desconozco (tampoco pretendíamos pedir a los inquilinos o actuales propietarios que nos dejaran pasar, por supuesto). Ahí anduvimos viendo el bloque de viviendas donde se alojó Tino durante gran parte de su vida y ante el calor intenso que se vivía esa tarde, nos adentramos en el restaurante asturiano colindante “El Regueirón”.
Allí nos tomamos un refrigerio y vimos que en las paredes había colgada alguna que otra foto de Tino. A ver aquello, le pregunté al propietario que estaba en la barra (intuyo que de una quinta cercana a la de Tino, quizás algo más joven) si le conoció en persona. Y efectivamente así fue. Nos comentó varias anécdotas curiosas de Tino, como que solía desayunar cuando venía de marcha con sus ropajes, quedándose la gente alucinada con su imagen, y que en esos desayunos jamás le faltaba su JB con zumo de naranja. Igualmente nos mencionó una anécdota en la sala Voltereta, en la que al encontrarse con Tino éste dijo al encargado de la sala “a mis amigos que no les falte de nada”. Ante todo, y lo que más se nos quedó grabado, lo que nos dijo es que Tino era un tío fenomenal. También nos habló de su accidente en aquella actuación de Valencia en 1985, que tantos problemas le ocasionaron a la postre a Tino. Por lo visto Tino se lo comentó en su día, y le entró en detalles como que se había caído de una altura de un metro.
Espero que hayan disfrutado de este artículo. Lo he hecho con todo el cariño y respeto que tengo a Tino Casal, que les aseguro que es mucho. “Hielo Rojo” fue una especie de despedida involuntaria y accidentada debido a los problemas de salud que surgieron en 1985. A día de hoy, sigue sonando actual, demostrando lo adelantado que estaba a su tiempo Tino. Termino por hoy haciendo un juego de palabras con los títulos de varios proyectos en torno a Tino: Gran Casal, Casal único, y, sobre todo, Casal vive. El tigre bengalí volverá a nuestro blog, no se preocupen.
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