Actualmente en España existen más de 1.200.000 viviendas desocupadas a causa de la crisis económica. A finales del 2009, 570.000 de ellas estaban terminadas y no vendidas, 290.000 en construcción y 360.000 paradas. Si sumamos estos datos al total de casas proyectadas que quedaron pendientes, España podría darle un lugar para vivir a casi toda la población de Noruega.
El boom económico de este país en los primeros años de la década pasada hicieron crecer al sector inmobiliario, quienes apostaron por urbanizar la periferia de algunas ciudades para construir nuevas zonas de viviendas y equipamiento. La crisis que se viene acrecentando desde el 2007, ha llevado a una fuerte caída de la demanda, provocando un sobre stock de casas; en un bloque de 20 viviendas en Murcia, solo dos de ellas están ocupadas, y en Zaragoza, sólo seis personas viven en el único bloque construido de una urbanización proyectada para 2.300 casas.
Urbanizaciones desiertas, construcciones a medias y casas vacías. Su rehabiliación o demolición parece algo lejano.
¿Que pasará en España con esta infraestructura sin habitantes y con estos terrenos en espera?
¿Qué papel jugamos como arquitectos para poder dar solución a una situación tan grave como la que se ilustra?
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